¿Qué es mejor que estar leyendo sobre el verdadero amor? ¿Porqué?
Porque nos enamoramos en 2D.
No lo pienses, solo leelo ;)
-One shots de boku no hero y pedidos incluidos.
-La imagen de la portada no me pertenece, créditos a su respectivo autor.
-Bo...
¿Alguien se ha dado cuenta de que en uno de mis OS de Endeavour escribí por título: Enji Todorki? ¡No puede ser! ¡No me había dado cuenta, pero de sufrí un ataque de risa por ello!
Recomiendo escuchar: Rude - Magic. Esa canción inspiró esta idea.
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Rudeza
Enji despertó a eso de las tres de la mañana según el reloj de la cómoda a su lado, en lugar de preguntarse porqué había despertado de pronto, buscó tu cuerpo para enroscarse al tuyo, sin embargo solo había un espacio vacío en este.
He de decir que todo el suyo desapareció del semblante de ese hombre cuarentón, su idea bizarra de que alguien te hubiera robado porqué es el número uno se repitió en su cabeza 100 veces en una milésima de segundo, luego reaccionó y pensó: sería imposible.
Nadie se atrevería a entrar en su casa. Nadie se atrevería a entrar en su casa cuando él duerme. Nadie se atrevería a entra en su casa cuando él duerme para robarte esperando que él no se de cuenta.
Es absurdo sabiendo que siempre es la cuchara grande al dormir, así como ahora: la razón de su despertar es la falta de calor.
Irónico, ¿No?
—¿Sophie?—pregunta al aire al escuchar ruidos en el cuarto del baño.
Al no recibir respuesta decide ponerse de pie, buscarte, y así poder calmar su corazón estremecido por sus locas ideas de madrigada. Vestido con un simple pantalón cuadriculado azul y una entallada camisa del mismo color, camina por la habitación bostezando, pero cuando está por abrir la puerta del baño está se abre casi golpeándole la nariz.
Allí te encuentras tú. Sophie, una chica dibujante sin kosei, aunque con una sonrisa preciosa y con ese tamaño diminuto contra el suyo que le hace querer abrazarte por siempre.
—¡Cielo! ¿Qué haces despierto?
—Yo...—expresarse nunca fue su fuerte, trabaja en eso—me preocupé.
Tú corazón sufre un vuelco doloroso al escuchar esas palabras venir de Enji con esa rasposa voz ronca que posee por las mañanas debido al sueño. Es tan masculino y ardiente de una forma que no se imaginan, mientras que poco a poco te muestra ese lado tierno que enterró hace mucho.
—Ouh, tenía que ir al baño. Nada de el otro mundo—tomas su mano tosca y callosa para arrastrarlo contigo a la cama de nuevo—, ya sabes, tendremos una mañana agitada.
Te tomó por las caderas y te dejó sobre la cama con un abrazo simple, la mullida sábana te absorbió, pero no tan bien como sus brazos. Ambos duermen en una cama grande, grande para uno solo, y suficientemente grande para las travesuras de los dos. Enji se acostó a tu lado apresando tu cintura entre sus manos gruesas.
