Justo como cuando éramos niños

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__: bueno, quería hablar contigo.

Camilo: oh claro, ¿sobre qué?- esto estaba cada vez más raro, él me estaba escuchando, ¿cuando hacía eso? exacto, nunca- y, ¿por qué esa cara?

__:eh ¿qué cara?

Camilo: justo esta- se señaló a sí mismo que había cambiado de forma, se había transformado en mí y tenía una expresión de gran sorpresa.

__: bueno bueno, seré directa, ¿quién eres?- se notaba sorprendido y algo confundido por mi pregunta, volvió a su cuerpo y me miró unos segundo antes de responder.

Camilo: soy Camilo Madrigal, mucho gusto- tomo mi mano y me saludo como si nos estuviéramos conociendo- y, ¿tú quién eres?- preguntó con una sonrisa algo coqueta, estaba muy raro.

__: esto es cada vez más raro, tu nunca te comportas así.

Camilo: oh vamos, sabes que yo siempre he sido así- él tenía razón, siempre era así.

__: lo se, pero nunca has sido así conmigo, eres así con todos menos conmigo, ¿que te hizo superar ese odio hacia mi?

Camilo: __ yo nunca te he odiado, no se que te hace pensar eso.

__: pues como no pensarlo, me ignoras, me rechazas, rara vez hablas conmigo, y luego de repente me tratas así y es raro.

Camilo: bueno nos criamos juntos, ¿somos como primos no?

__: mmm… ¿seguro que no es por lástima?- casi todos en esta casa me tienen lástima  porque él no la tendría también.

Camilo: no, no lo es, ven vamos a caminar un rato, ya no tengo nada que hacer e imagino que tu tampoco.

Su sonrisa era tan hermosa, y parecía decir la verdad, y yo le creí ciegamente, le tenía demasiado cariño y no podía negarlo, podría decir que incluso me había llegado a gustar, aunque eso de que me vea como su prima me desanimó un poco, igual acepté y pasamos toda la tarde juntos, era lindo pasar tiempo con él como cuando éramos niños.

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Llegó la hora de cenar y ambos regresamos a casa, era la primera vez en mucho tiempo que comía tres veces al día, estaba demasiado llena cuando acabó el día, pero había tenido más energía de la normal, estaba tan feliz que no me importaron los regaños de la abuela. 

No cabe duda de que había sido un gran día, el primero de muchos, después de eso Camilo y yo nos volvimos muy unidos, salíamos a pasear seguido, y comencé a alimentarme mejor, todo parecía ir tan bien.

Ya había pasado un mes desde que su comportamiento hacia mi cambió.

El día estaba soleado y después de desayunar Camilo me dijo que iríamos a la cueva a la que íbamos de niños, estaba muy feliz.

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Ya había terminado mis tareas y entré a casa a buscar a Camilo, estaba en la cocina comiendo arepas.

__: ¡Camilo! ¿qué haces?

Camilo: estaba buscando comida para llevar- dijo con una sonrisa nerviosa.

__: ¿para llevar?- el asintió- entonces, ¿por qué te las estás comiendo?

Camilo: lo siento, no me pude resistir- él siempre era así, me gustaba su forma de ser, pero no me atrevía a decírselo así sin más.

__: bueno mejor vámonos, se nos hará tarde para regresar.

Camilo: mejor quedémonos allá- sus palabras me hicieron recordar que de pequeños nos quedábamos allá a dormir, no hacía mucho frío ni mucho calor y era un buen refugio.

__: mmm… bueno pero no creo que nos dejen.

Camilo: entonces hay que irnos ya, antes de que regresen, o mejor dicho, qntes de que Dolores les diga a todos.

Sabía que era arriesgado pero la idea no sonaba nada mal, sin más tomamos algunas cosas, entre ellas la comida y corrimos hasta salir del pueblo, sin duda la tía Pepa estaría muy enojada cuando volviéramos.

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Esto está resultando más divertido de lo que imaginaba, más tarde subiré otra parte por si gustan leerla.

La hija de Bruno Madrigal (Camilo Madrigal y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora