Capítulo 6

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Sostenida por el tibio calor de la mano de Alexander, Gala quería huir, lejos, muy lejos, era capaz incluso de atravesar la bahía de Fundy nadando en forma de su osa para llegar a Estados Unidos... Podía hacerlo, lo que no podía era abandonar a un león a su suerte.

Obligándose a corresponder un saludo amistoso de parte de los dos fornidos hombres que iban subiendo por el camino, Gala se acercó más a Alex.

La sonrisa satisfecha le hizo querer golpearlo en las costillas, pero se contuvo, recordando el plan. Unas horas en este clan no harían daño, ella no cambiaría de opinión al respecto. Sostuvo el dije de la coalición entre sus dedos al llegar a la última curva que descendía al terreno en una suave inclinación.

-Deja de estar nerviosa, yo debería estarlo no tú.

Gruñendo bajo, Gala soltó su mano, su protesta solo hizo que Alexander le pasara un brazo alrededor de los hombros.

-¿Qué haces?

-Tengo frío -dijo, su tono tan neutral que no fue capaz de identificar una intención subyacente-. Mucho frío.

Un fuerte temblor sacudió su cuerpo, hasta sus dientes sonaron. Gala pasó un brazo por su espalda.

-Si te da hipotermia, mataré a los osos que nos arrastraron aquí.

Su osa estaba de acuerdo.

Continuaron el descenso por una colina suave, densamente arbolada, la naturaleza estaba quieta alrededor. Gala la había recorrido tiempo atrás, recordó haber transitado por los bosques de un lado a otro, de norte a sur, acompañada por sus amigos. Esos recuerdos abrieron una grieta en el escudo que protegía su corazón.

-Esto es hermoso en cierta forma. -Tomando una larga inspiración, Alexander levantó la cabeza exponiendo la piel blanquecina de su cuello-. Pero parece que hasta el aire está hecho de hielo.

-Agradece que no te conviertes en un guepardo.

-¿Esos gatos flacuchos? -Negando, una risa queriendo escapar al control de Gala, Alex terminó-. Soy afortunado de ser el rey.

-Tú no eres rey de nada -replicó, sintiendo su cercanía demasiado cómoda e inquietante-. Y aquí somos simples vasallos, yo puedo dar pelea pero tú... -Sacudió la cabeza ante la verdad evidente-. Un oso puede aplastarte.

Una risa baja, la vibración movió sus costillas de una forma adorable.

-Sí..., recuerdo que por poco lo logras.

Abrazándolo más fuerte cuando sintió otro temblor profundo, Gala frunció el ceño.

-Si te hubieras quedado en tu cocina, gato, yo ahora estaría revisando los inventarios en la enfermería.

Alexander deslizó su mano hacia la punta del hombro, luego al brazo, esa caricia, áspera y demandante.

-Ahora resulta que es mi culpa, ¿quien se estuvo escondiendo en primer lugar?

Gala volteó a él, la furia amenazando con hacer salir sus garras, pero en sus ojos azules solo danzaba una risa tentadora, el maldito gato sabía que estaba en lo cierto, de haber dicho la verdad desde un principio esto no estaría pasando. Sin embargo, la privacidad de Gala era algo personal y ella siempre tuvo el derecho de hacer lo que quisiera en tanto sus acciones no afectaran a ningún miembro de la coalición.

Su osa era un asunto privado.

-¿Sialuk? ¡Oigan, es Sialuk!

Gala maldijo ese nombre por primera vez en el día.

-Sigue caminando.

Frotando la mejilla contra su cabello, el gesto felino marcando de una forma posesiva, Alexander no le obedeció, pero tampoco se detuvo, más bien, giró para ver a la dueña de ese grito estridente. Osas salieron de todas partes, más jóvenes que ella, llenas de risa en sus labios y alegría en sus ojos.

Beso de Hielo (Serie Gold Pride 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora