Capítulo 9

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La mirada de Alexander era mortal de una forma terriblemente poderosa, una quemadura contra la piel que llamaba a su osa a la superficie solo para gruñirle, y tal vez mostrarle el pelaje...

No. Gala detuvo el tren de pensamientos, pero luego el león volvió a descarrilar sus sensaciones con una voz profunda que podía derretir el hierro sólido.

-¿Por qué lo hiciste?

Él tenía su codo y su antebrazo apoyados en la mesa, el cuerpo ligeramente inclinado hacia ella, la cabeza ladeada hacia la derecha, una melena rubia acariciando la suave piel del cuello. Alexander era tentación persuasiva con cada gesto que parecía descuidado e inocente, pero, no había nada de inocente en este león y ella lo sabía bien.

-Quería quitármelo de encima.

Una respuesta corta y seca. La mirada no se detuvo, el azul pálido centrado en ella.

-Y ahora lo verás durante una semana completa. Bravo.

La osa empujó para salir, frente a ella había un león dorado dispuesto a recibir sus garras.

-No estás ayudando.

-¿Por qué los odias tanto? -Preguntó, desviando la conversación en un giro inesperado para ella.

Cuánto deseaba que aprendiera a cerrar la boca...

Una boca de labios delgados, pero que se veían hambrientos...

Gala apretó la correa sobre la oscuridad en su mente, ella era una criatura de control firme, y no perdería los estribos por las provocaciones de un cocinero sinvergüenza, él tenía la culpa de todo esto, pensó, y luego la parte racional le hizo chocar los dientes. No podía cargar contra este león que había tenido el infortunio de estar en el lugar y momento equivocado.

Las cosas simplemente pasaron.

Pero ella no compartiría sus secretos, con nadie. Porque eso significaría echar a andar una conexión entre ambos que no podía permitirse, Gala estaba rota y no había forma de reparar el daño que tenía.

-Eso no es asunto tuyo.

-Cuando soy una especie de rehén..., si, lo es.

Un gruñido, una sonrisa. Dios... ¿Por qué tenía que tener esa clase de sonrisa que hacía temblar? El hombre jugaba sucio y no parecía arrepentirse de eso.

-Pero entiendo que hay cosas que no se pueden decir en cualquier parte -lógica pura en sus palabras, volvió su rostro serio cuando echó un vistazo alrededor-. Nadie se mantiene bien abrazando algo que duele.

Habló como si, en alguna parte dentro de esa mente afilada suya, Alex también estuviera roto. Pero eso solo debía ser una falsa percepción, los gatos eran expertos en engañar, y este hombre podía usar esa habilidad en su favor. Gala se aferró a las promesas del pasado, pero no pudo hacer que su osa retrocediera y cuando se encontraron en un contacto visual atronador, el color dorado del león era voraz.

-Tus ojos son hermosos cuando se ven negros.

Un susurro de aire en sus pulmones. Un corazón que podría desatarse en cualquier momento. La oscuridad en ella jugó con las palabras, los hombres que se enfrentaban a ella rara vez decían algo así, ellos podían ver que no era una cambiante normal, que podía matarlos en un respiro consciente, que no podrían controlarla nunca porque ella era libre. Los hombres se alejaban de ella antes de quedar destruidos por un poder desconocido.

Incluso en la coalición ninguno había intentado acercarse. Excepto Alex. O el radar de este león estaba defectuoso, o su poder oscuro no representaba algo de que preocuparse. Grave error si pensaba de esa forma.

Beso de Hielo (Serie Gold Pride 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora