Capítulo 2

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Una picazón en el brazo lo trajo desde la inconsciencia, el aire se sentía tan frío contra sus pulmones, y su cerebro parecía haber ganado paseos gratis en una montaña rusa. Lo bueno, era que estaba vivo, lo malo... Alguien lo había drogado... Y ese alguien estaría con un menú a base de sopa y pan por unas cuantas semanas apenas descubriera su identidad...

Nadie bromeaba con el cocinero de Gold Pride.

Excepto...

No estaba exactamente en ningún sitio de Gold Pride.

Ese conocimiento le vino de golpe cuando abrió los ojos, y se encontró con enormes ventanales en un techo diagonal, dejaba pasar mucha luz, ver un cielo de blancas nubes, manchones de azul entre ellas. Debía ser una especie de tragaluz gigante

Extraño. Ninguno de los leones que tenían cabañas propias tenían una construcción de ese tipo.

Un pinchazo ligero, y algo se sintió diferente, bajando la mirada, contuvo un grito de sorpresa, habría salido muy agudo y fuerte. Su corazón se disparó. La mujer más hermosa del planeta dormía con su mejilla apoyada en un lado de su pecho, una mano descansaba en el otro extremo, su cabello castaño oscuro, bucles ondulados, rico color chocolate escondiendo ese rostro que había visto tantas veces en su imaginación.

Gala.

Sentir su esencia a un nivel tan íntimo despertó al león, estirándose, el animal mostró los dientes complacido. Ambos estaban cubiertos por una manta blanca, demasiado suave y cálida para ser real.

Un gruñido paralizó sus sentidos, Alexander movió la cabeza, y ahora estaba seguro de que estaba en un sueño loco, o el efecto de la droga todavía no terminaba de consumirse. Un cachorro de oso polar estaba olfateando la piel de su brazo, la pequeña cosa peluda tenía su nariz tan fría y húmeda que despejó la idea principal.

¿En donde rayos estaba?

Tratando de no asustar a aquella bolita tierna y blanca, Alexander cerró los ojos, su mente era una bruma de confusión. Ahora estaba seguro que eso era producto de un sedante... Tuvo paciencia para encontrar sus recuerdos, Gala emitió un suspiro mientras seguía en su sueño, el aliento cálido contra su piel fue una caricia que erizó los vellos de su nuca.

Era difícil tratar de pensar en algo cuando uno de sus sueños se estaba volviendo realidad... Bueno, al menos en parte.

El osezno comenzó a morder la manta, y al ver esa pequeña cosa jugar, su corazón se llenó por completo, nadie podría resistirse a eso, un oso estaba lejos de ser normal en Gold Pride.

Gold Pride.

Su mente reactivó un recuerdo que envió la tierna escena a otro plano diferente, se vio a sí mismo espiando por la puerta apenas abierta de la cabaña de emergencia de Gala, oculta en lo profundo del bosque en el territorio de la coalición. Recordó haberla visto entrar cuando la siguió, y cuando se atrevió a echar un vistazo... La vio transformarse en una enorme osa polar.

¡Gala era una osa polar!

Eso era terror a otro nivel. Pero se encontró sintiendo más fascinación por ella que miedo por sus mortales garras.

-¿Tayuk? -Alguien preguntó, la voz lejana, femenina, hizo que el osezno levantara la cabeza y esas diminutas orejas-. ¡Tayuk, cachorro!

En el exterior se escucharon pasos, probablemente de la madre del osezno. Gala volvió a moverse entre sueños, más cerca de su cuerpo, los pensamientos de Alex se nublaron con la oleada de placentero calor que barrió con fuerza. Algo parecido a una cerradura moviéndose, sonó por el silencio de esa especie de... Cabaña. Levantando un poco la cabeza, vio que al fondo había tres sillones grises frente a una chimenea, a la derecha de estos se encontraba una puerta entre abierta.

Beso de Hielo (Serie Gold Pride 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora