-Mauja.
-Señor.
El Gran Nanuk del norte correspondió el saludo respetuoso de su subalterno y mano derecha, Mauja era un hombre fiel pero tan imposible de descifrar como una caja fuerte de alta tecnología. Fue por eso que desde un principio el Gran Nanuk se acercó a él, porque Mauja era un cambiante sin rodeos que hablaba solo lo necesario y actuaba como una cuchilla afilada, preciso, sin contemplaciones ni dudas.
Era el hombre perfecto, el soldado perfecto, y el Gran Nanuk estaba conforme con su desempeño. Así fue que, en esta mañana nublada a media hora del amanecer, se subió a la camioneta negra. Su oso estaba raspando las paredes internas de su cuerpo, como cada vez en que esto debía repetirse.
El camino fue tan silencioso como de costumbre, y Mauja se aseguró no solo de la tarea de conducir sino también de la seguridad. Sin embargo, había cierta tensión en sus músculos que le hizo prestarle mayor atención.
-¿Algo sobre lo que debas reportarme?
Mauja gruñó. Su mal carácter era un rasgo normal en él, acentuaba esa fuerza latiendo dentro que lo convertía en un objetivo difícil de derribar, pero también era extremadamente bueno para conservar sus emociones lejos de las demás personas, las escondía en lugares profundos donde solo él tuviera acceso. No es como si el Gran Nanuk necesitara alguna vez saber cómo se sentía su hombre de confianza, entendía el concepto de ser un solitario, Mauja vendría a él si alguna vez requería de ayuda o un consejo pero hasta este momento jamás lo había hecho.
-Nada.
-¿Seguro?
Un gruñido llenó la cabina de la camioneta, el Gran Nanuk frunció el ceño.
-Solo es Kaya dando problemas.
-¿Qué hizo ahora?
La pequeña mujer era escurridiza y complicada de muchas maneras indescriptibles, su comportamiento era errático, batiéndose entre una tierna criatura capaz de derretir el corazón duro de un hombre como Mauja y la fiereza exigente que del mismo modo lo llevaría a sacar las garras.
Pero normalmente Kaya mantenía un perfil bajo, hasta donde sabía la mujer estaba conforme con su puesto de soldado de reserva.
-Habla.
Mauja giró un segundo para verlo a los ojos, era uno de los pocos osos que mantenía los ojos completamente negros todo el tiempo, y eso mostraba la unión extrema y cercana con su oso polar, tan firme y estrecha que solo dar un empujón lo llevaría a perderse de forma irreversible en el salvajismo animal.
-Sé que la ves como una hermana.
El Gran Nanuk bufó.
-¿Y eso a qué viene? ¿Te gusta? Ve por ella.
Mauja volvió a gruñir al detenerse en un semáforo en rojo, su incomodidad respecto al tema era un asunto evidente. Podría reír, pero eso solo lo haría gruñir más y al Gran Nanuk no le gustaba eso, era él quien gruñía. Pero esta conversación hacía un poco más tolerable el viaje, lo distraía de la misión por la que estaban recorriendo las calles de New Glasgow a casi quince minutos para las nueve de la mañana.
Pero era inevitable que su corazón estuviera tan apretado que cada latido dolía demasiado. Era el peso de la culpa, una culpa que se había hecho más y más grande con cada una de las acciones que tomó para llegar al punto donde estaba ahora. El Gran Nanuk podía ignorarla y seguir abrazando su reputación de líder despiadado, pero sabía que cuando llegara la noche y tuviera que cerrar los ojos, esa bola de nieve inmensa que era su culpa comenzaría a apretar y apretar y apretar...
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Beso de Hielo (Serie Gold Pride 2)
LobisomemLa enfermera de Gold Pride se encuentra rodeada por el pasado, en el corazón de su clan de procedencia y con un descarado león rubio como única compañía. Gala necesita salir de ahí, antes de romper sus promesas. El cocinero de la coalición está muy...