Alexander había olvidado la última vez que pensó en eso, y ciertamente, la reacción confundida de Gala era de esperarse. Durante años él solo se concentró en vivir de la mejor forma posible, desde niño entendió el lado cruel del mundo y aunque fue uno de los afortunados en caer en las manos de un dueño amable, supo desde el principio que su vida no sería sencilla.
Y no lo fue. Pero hubo un bache temporal en el que llegó a ser un adolescente casi normal, restringido, si, pero la correa era algo que casi no se sentía si hacía las cosas bien.
Pronto, por costumbre o supervivencia, fue sepultando los recuerdos de su verdadera familia, demasiado distraído en una vida que era buena y decente solo si acataba las órdenes de su dueño y se comportaba como lo que era; no un niño cambiante adoptado, sino una mascota trofeo de un hombre adinerado.
Y tras dos años de haberse resistido a la idea... Eso pasó a estar bien.
-¿Qué? ¿Cómo?
Alexander vio la pantalla pequeña sobre el panel de comunicaciones integrado en el vehículo, faltaba poco más de diez minutos para llegar a destino. Esta no era la forma en que había planeado alguna vez decirle, pero una cosa llevó a la otra y ahora aquí estaba.
-Tengo fragmentos borrosos -respondió-. Una enorme sala llena con mesas y sillas de colores, de un local de comida supongo. Creo que yo estaba esperando a mis padres que fueron a pedir comida. Entonces un niño llegó y creo que dijo algo sobre esperar en el sector de videojuegos.
-¿Fuiste con él?
-Oye, tenía ocho años.
Sí, sabía lo que Gala estaba pensando y era lo mismo que todas las personas que conocían la historia, exactamente dos, sus ayudantes de cocina.
-¿Entonces no obedecías la regla general de no hablar con extraños?
-Tenía ocho años.
El otro niño tal vez era dos años mayor en ese entonces y se veía normal, como cualquier otro niño en un sitio de comidas, que le había dicho que sus padres iban a almorzar con los suyos, que al igual que los de Alexander estaban haciendo la fila para elegir la comida y ellos podían esperarlos haciendo algo más divertido que sentarse en esa mesa de colores.
Fue algo lógico, no es como si lo hubiera razonado más de dos veces. Pero, si se daba un poco de auto crítica... Alexander siempre fue confiado, o al menos tenía la intuición de que así había sido mientras crecía, un cachorro de león confiado, seguro y protegido. Luego comprendió que ese era un rasgo buscado por los traficantes de niños, y Alexander cabía perfecto dentro de los parámetros.
-¿Qué pasó después? -Gala preguntó tras un silencio tenso en el que ella parecía lanzar mil maldiciones en su mente.
Alexander se rascó la parte trasera de la cabeza.
-En un simulador de carreras me inyectaron un sedante.
Lo último que había visto fue a ese niño al que apenas recordaba el color de cabello y ojos, o tal vez imaginaba que eran oscuros. «Buen trabajo» alguien le había dicho, y le entregó un paquete con galletas de chocolate y maní que el niño devoró con desesperación, como si fuera lo primero que comía en días.
Vendido por algunas galletas...
-Desperté en un recinto junto a otros nueve niños cambiantes, todos de diferentes tipos.
Asustado, inseguro y preguntándose dónde estaban sus padres y por qué estaba ahí. Alexander se convirtió en uno más del montón de niños cuyo destino era incierto pero seguro y cruel. Luego, entendió que el niño solo había sido la carnada para atraerlo a los secuestradores.
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Beso de Hielo (Serie Gold Pride 2)
WeerwolfLa enfermera de Gold Pride se encuentra rodeada por el pasado, en el corazón de su clan de procedencia y con un descarado león rubio como única compañía. Gala necesita salir de ahí, antes de romper sus promesas. El cocinero de la coalición está muy...