Por la noche la lluvia cesó y hubo un espacio de claridad, ambos volvieron a encender una de esas velas flotantes y la liberaron al cielo oscuro a la misma hora que lo hicieron la vez anterior, Alexander abrazó a Gala mientras veían la ruta de la luz subir para unirse con el resto, decenas de puntos brillantes color rojo, amarillo y anaranjado colorearon el cielo nocturno. El simbolismo que eso significaba para estos cambiantes seguía escapando a su entendimiento, sin embargo, Alexander no negaba el hecho de que era una bonita manera de rendirle tributo a un ser querido, donde quiera que estuviera.
Pasaron la noche más juntos de lo que alguna vez habían estado desde que se conocieron, abrigados y abrazados de una forma tan íntima y cercana que ya no significaba solo una modalidad para sobrevivir al frío, Gala fue la primera en rendirse ante el cansancio, Alexander lo hizo poco tiempo después, con la cálida sensación de una osa polar envolviendo su cuerpo, la protección de ella una marca que no quería abandonar nunca.
Sin embargo, su sueño no fue tan bueno, la celda apareció en medio de las sombras, la luz artificial con interferencia y el miedo fue una sensación tan helada que se sentía real. Alexander no gritó al despertar, solo tomó aire al abrir los ojos en la oscuridad profunda de la noche, Gala lo abrazó cuando lo sintió inquieto pero no se despertó, Alexander se quedó observando las estrellas que brillaban en el cielo sin nubes hasta que logró volver a dormirse.
Fue Gala quien lo despertó temprano, a poco menos de dos horas del amanecer, desayunaron café con los bollos que llegaron en las cajas de provisiones que dejaron junto a la puerta. Los ayudantes de Aidal eran buenos replicando la receta pero aún le faltaba un poco de sal para ser más que buenos, y solo a él le salían perfectos.
-¿Qué haremos hoy? -le preguntó.
Gala le acercó su abrigo térmico.
-Debo hablar con Anyu -respondió mientras se ponía el suyo, al ver la duda en su expresión agregó-. Es el oso al que estoy reemplazando en las Garras Mayores.
-Ah...
-Tú estarás en la cocina.
-Bien.
Había leído el cronograma de horarios y estaba de acuerdo con la distribución, según el mensaje que Aidal le había enviado al anotador de Gala, los turnos de Alexander en la cocina se harían de forma intercalada y solo en las mañanas y las tardes, las noches estaban prohibidas por Gala, no solo por el tema de las bajas temperaturas sino porque Alexander debía descansar según ella.
Él había leído perfectamente entre líneas, pero no había hecho comentarios al respecto, ahora sabía que ella lo necesitaba para poder dormir.
-Aunque me cueste admitirlo -había murmurado la noche anterior-. Estas últimas noches he dormido mejor de lo que lo he hecho en el mes.
Alexander había querido decirle que cuando regresaran a Gold Pride ella podía dormir con él todas las veces que quisiera, las puertas de su habitación estaban abiertas, en su lugar solo le sonrió y le besó suave en la cabeza, acercándose más en el calor de su osa polar, sus cuerpos entrelazados.
Una hora y media después, con el amanecer en puerta, llegaron a la Guarida Mayor, Gala le había tomado de la mano con fuerza, la certeza de que el corazón de su osa polar por fin estaba comenzando a mostrar signos de deshielo era una luz en su interior.
-Te encontraré en el almuerzo.
Fue su promesa para calmar al león que quería ir con ella para protegerla.
-Lo sé, tendré un postre listo para ti.
Alexander se separó de ella, no sin antes dejarle un beso en su frente que le recordara que no estaba sola. Nunca lo estaría, Gala le ofreció una sonrisa pequeña que tocó cada parte de él, en los puntos correctos, y luego de eso, abandonó el firme agarre sobre su mano y se separó definitivamente.
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Beso de Hielo (Serie Gold Pride 2)
Hombres LoboLa enfermera de Gold Pride se encuentra rodeada por el pasado, en el corazón de su clan de procedencia y con un descarado león rubio como única compañía. Gala necesita salir de ahí, antes de romper sus promesas. El cocinero de la coalición está muy...