2 Someone You Loved - Lewis Capaldi

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El sol estaba brillando sobre aquella pared blanca, las manecillas del reloj avanzando con gran rapidez. Yoongi veía cómo las horas se iban, no volviendo a regresar.

Sentado en la punta de su desordenada cama, mirando la pantalla de su televisor colocarse negra, anunciando que el video ya había terminado, llenando la sala nuevamente con silencio. No sabía a qué temperatura se encontraba su casa, pero era como estar en medio de la nieve sin ningún tipo de abrigo, descalzo y desprotegido. Su pesada mirada se dirigió a la persona que se encontraba en el marco de la puerta, no se había ido. No se había ido de una vez por todas para no volver.

Ya nada va a ser como antes, ya nada sería como antes.

Aquello dentro de su pecho había desaparecido, esa alegría, ese anhelo, la emoción, la felicidad... no los sentía. Se había apagado.

Tenía miedo.

Alguien... alguien, por favor.

Frío, estaba muy frío. El suelo, sus brazos, la cama. Estaba todo muy frío.

Abrázame, tengo miedo.

– Yoonie... – su voz suave logró que el pálido volviera a subir su mirada. Conectándola con esos ojos rojos y llenos de gotas saladas, le dolía– No hagas esto, por favor.

Giró su cabeza con una lentitud preocupante, enfocándolo en las cortinas que cubrían su gran ventanal. El color naranja de la pared contrastaba con la luz que se colaba por ellas, pero las sombras de la nieve que caía a plena luz del día se veían de una manera extraordinaria.

Jadeó adolorido, casi como un grito ahogado, apretando su pecho entre sus manos y dejando la marca de sus uñas. Sus ojos temblorosos y llenos de bolsas negras se abrían aterrados al ser consciente de que la nieve volvía a cubrir la ciudad.

– ¡Yoongi! – lo tomó por los hombros, agitándolo, haciéndolo reaccionar sin poder contener el sollozo que escapó de sus labios al verlo así de destrozado. Ese no era su Yoonie.

El pálido comenzó a temblar furiosamente, sin poder aparar sus apagados ojos de las sombras que se creaban en la cortina.

La nieve.

Ya volvió la nieve.

– Dormir... – susurró tembloroso, con el nudo en su garganta haciéndose más y más grande hasta no dejarlo hablar– Quiero... quiero dormir.

No volvió.

Él, que perdió la voz gracias a la caída de la nieve en la ciudad, pero esa misma nevada le había dado la fuerza para cantar la primera vez que lo vio.









Una melodía conocida inundaba toda la estancia, llenándola de esa aura que solo se creaba cuando esa alma tan pura tarareaba mientras bailaba suavemente en la sala principal ajeno a su presencia. Llegar temprano sin ser descubierto tenía sus ventajas, entre ellas ésta tenía que ser su favorita.

Cuando abría la puerta de su hogar con cuidado de no hacer ruido y se quedaba en la entrada, escondido, con su cámara en alto, apuntando a su hermoso ser mientras éste bailaba como si no existiera un mañana, con sus pasos delicados y lentos, con ese tarareo comparado con cánticos celestiales que tanto le habían atraído. Con esa preciosa sonrisa que no se borraba de sus carnosos labios.

Once Besos - Jinsu*/Completa/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora