1 You Are The Reason - Calum Scott

380 28 21
                                    



El alma está conformada por miles de recuerdos, miles y miles de memorias que se recolectan para crear al ser que somos en el aquí y en el ahora.

Son lo más preciado y precioso que poseen los seres humanos, el alma que cada uno guarda en su interior, aquel que lograba hacerlos ser ellos en todo su esplendor. El alma de esa persona, era la más hermosa que jamás había conocido, una totalmente pura, divertida, llena de una luz sanadora.

O eso decía Yoongi cuando miraba el abismo oscuro que poseía SeokJin en su mirada.

Su SeokJin.

El alma de ese precioso ser era inigualable, era una que le cantaba al despertar, el que lo arrullaba en las noches, el que le susurraba detrás del oído mientras estaba protegido en sus brazos. Esa alma que se unió a la suya de una manera inexplicable.

Aunque SeokJin siempre afirmaba que su alma era completamente amante de dar besos.

Yoongi nunca entendió aquello. ¿A un alma le gusta dar besos?

Enterró su cara entre sus piernas, creando un ovillo, tratando de esconderse en aquella esquina fría, con el sol brillando sobre esa blanca e impoluta pared. Pero sin llegar a aportar el calor que necesitaba.

Yoongi estaba viviendo con aquel tortuoso y cruel pesar, con aquel ser sin un futuro que forjar para ambos. Estaba varado.

Quizá pudieron disfrutar más de lo que alguna vez se les regaló.










¿Qué? – rió ocultando su rostro en el cuello del pelinegro, el mismo que desprendía un olor adictivo a esa loción que tanto le encantaba. Tanto como a aquel sujeto amaba su shampoo de vainilla– ¿Estás demente?

– ¡Claro que no! – Le dijo riéndose, atrayéndolo más contra su cuerpo, acurrucándose en él– Es completamente cierto, copito. Mira– susurró apartando algunos mechones rebeldes que no le permitían ver sus ojitos brillantes– Mi alma siempre quiere besarte, desde que conoció a la tuya. Es... eres muy adictivo, por eso le encanta hacerlo.

– ¿Entonces no eres tú quien me besa?

– Si lo soy, pero solo hago lo que me dice – acarició la pequeña nariz de Yoongi con la propia– te conoce más que yo.

– Mm– ronroneó contento cuando sintió aquellos dedos largos cepillar sus hebras castañas, SeokJin sabía más que nadie que era una de sus debilidades– Me voy a dormir si sigues haciéndolo.

– Duerme, copito– susurró con suavidad. Sintió cómo el mayor atrajo mucho más su cuerpo al suyo, entrelazando sus piernas por debajo de las sábanas– Estoy pensando en, no sé, pintar las paredes de naranja.

Yoongi abrió un ojo somnoliento por aquel comentario. Sonrió divertido.

– ¿A qué se debe el repentino cambio?

– Me cansé del blanco, me causa mucho frío.

Medio dormido, Yoongi pasó su brazo por la espalda de SeokJin, escondiendo su cara en la curvatura de su cuello y hombro. Dejando un pequeño beso allí.

– Así ya no tendrás frío, Jinie– susurró el castaño, pudo sentir la sonrisa del pelinegro, quien lo apretaba entre sus brazos, haciéndole entender que no quería soltarlo jamás.

Pero era algo tonto, pensaba Yoongi.

Porque él estaba seguro que ni estando al borde de la muerte se separaría de aquella alma preciosa y pura que conoció en una primera nevada de invierno.

– Te amo– echó la cabeza para atrás, conectando mirada, dedicando sonrisas enamoradas. Se acercó hasta rozar los labios carnosos de su SeokJin, cerrando los ojos al murmurar tiernamente– Te amo como no tienes idea, Jinie.

El nombrado jugó rozando la punta de su nariz por el rostro de su pequeño, ampliando su sonrisa al ver la contraria.

– ¿Sabes? – un sonido afirmativo fue el que le dio el pase de continuar– Mi abuela me contó que existen once besos especiales, unos más que otros, y unos que te llenan el alma, pero que duelen.

– ¿Duelen? – preguntó, dejándole ver a SeokJin aquellos ojitos brillantes a pesar de la oscuridad de la habitación, siendo iluminado únicamente por la luz de la luna que se colaba por la ventana amplia de su dormitorio. Asintió despacio, sin dejar de acariciar esa suave piel, siendo incapaz de apartar sus manos o su cuerpo de Yoongi.

– Duelen dos de ellos. Pero de esos dos, el último te desgarra el alma, pero también te cura-murmuró uniendo sus frentes.

– ¿Por qué me hablas de ellos?

– Quiero dártelos.

– ¿Qué?... ¿Quieres d-dejarme? – preguntó asustado. SeokJin se dio cuenta de su error, negó con velocidad y atrajo a su pequeño a su pecho.

– No, no, no, mierda. Me malentendiste– se rió con suavidad. Dejando escapar una preciosa carcajada cuando un pequeño puño impactó con sus costillas– Lo siento, copito, déjame explicarte.

– Idiota, imbécil, estúpido, maldito bastardo– insultó el menor sin dejar de golpear a SeokJin– Te odio– se quejó con un mohín cuando SeokJin elevó su mentón para que lo mirara.

– No me odias– sonrió.

– No te odio– murmuró con un puchero, vencido, volviendo a esconderse en el cuello de SeokJin, atrapándolo con sus bracitos como un koala-pulpo– No puedo odiarte.

– Es bueno saberlo– rió enterrando su nariz en las desordenadas hebras castañas– Lo que trataba de decir, es que quiero dedicarte esos once besos, copito. Quiero dártelos a ti, solo a ti. A mi pequeño copito. Quiero regalarte mis once besos.

¿El último también? – preguntó en un hilo de voz, apretando la musculosa blanca del mayor entre sus dedos. Completamente asustado.

Pero todo miedo quedó atrás cuando SeokJin rozó sus labios contra su oreja. Dejando un ínfimamente beso.

– Quiero que tú seas el que decida si quieres darme el número once, Yoonie. Quiero que seas el único que pueda decidirlo.

El silencio se extendió por la habitación perteneciente a aquellas dos almas enamoradas, completamente entregadas la una a la otra.

– Está bien.

Una pequeña voz se escuchó entre la penumbra, haciendo sonreír a SeokJin.

Yoongi lo miró a los ojos.

– Quiero que me des tus once besos.

Rió, acariciando con parsimonia su carita preciosa iluminada con la luz de la luna.

– El primer beso, significa un lazo.

– ¿Un lazo?

– Si– suspiró embobado con la vista– significa una promesa que no se romperá jamás. Es el beso más importante. Esta es nuestra promesa, copito. Mis once besos especiales, ahora son tuyos.

Se inclinó, dejando un casto beso en sus labios. Sellando esa hermosa y dolorosa promesa.

Once Besos - Jinsu*/Completa/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora