Parche

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Fugo estaba revisando las evaluaciones de sus estudiantes y no podía evitar sentirse ansioso por Narancia. 

Pronto llegaría el invierno y los pequeños de clases en casa de familias temporales cerrarían su semestre, ya la mayoría de las familias temporales pasaban por un proceso de entrevista para saber si adoptarían definitivamente a los cachorros, por lo que su programa de estudios era diferido a comparación del presencial, ya que debían terminar las clases al iniciar el invierno para no perder materias en el proceso legal de adopción y así, tener su año escolar listo para que a la primera sus nuevos padres los puedan inscribir en una escuela para el siguiente semestre.

Narancia era la excepción a esta regla, él se unió a ese programa para poder tomar clases desde casa, no obstante, debía cumplir las mismas fechas de sus compañeros para poder pasar a quinto grado, y en primavera seguir para luego llegar a sexto.  

Fugo no estaba autorizado a colocar la nota final a Narancia por ser su tutor en casa, pero sí podía estar presente cuando se le evaluaba,  le era muy extraño corregir todas las pruebas excepto la de su amado, pero era lo justo.

A ratos paraba para servirse un café, o se reclinaba por la ventana y miraba a los  cachorros jugando en el patio a la pelota o a correr entre ellos. No podía evitar pensar que jamás tuvo una infancia feliz a pesar de tener todo lo material, y que esos pequeños no tenían padres pero Buccellati les daba todo el cariño del mundo y les brindaba el hogar que necesitaban. No tenían nada y aún así lo tenían todo, jugaban felices, crecían juntos como hermanos compartiendo habitación, comedor y baños, rodeados de cuidados hasta que algún matrimonio les tome por temporales, y luego les de una familia adoptandolos.

Tal vez si no llegase a tener cachorros propios podría adoptar y hacerles la vida mejor a pequeños desamparados. No dejaba de pensar en que Narancia también vivió abandono, tuvo que luchar contra alfas incluso de otras especies para resguardar su seguridad, le ardía pensar aquello que tuvo que vivir y el no haber estado ahí para protegerlo, incluso deseaba con todo su ser en ese mismo instante salir a donde sea que se encontrara en su trabajo y cuidar que no lo lastimen. En su interior le ganaba aquel instinto protector y le hacía sobre pensar las cosas, así como también  le ganaba incertidumbre de pensar en que los machos omega son más propensos a tener riesgo al momento de engendrar cachorritos, por lo que lo más seguro sería adoptar huérfanos para armar su manada y así mantener a salvo a quien más amaba.

Pensar en tener una manada con Narancia le alegraba un poco sus mañanas de trabajo, miraba a aquellos cachorros del patio y pensaba que tal vez algún día podría cuidar de los suyos,claramente cuando esté listo para olvidar todo lo mal que lo trataron sus padres y hermanos para no cometer los mismos errores y romper aquel ciclo, pues aún estaba la herida de aquella infancia con lujos material y carencias emocionales.

Sumido en sus pensamientos nostálgicos de infancia negligente con sus padres disfuncionales, ignoró dos llamadas a su teléfono. Una vez que se percató de las llamadas del número desconocido decidió devolver las llamadas, lo que le dio una sorpresa para nada agradable.

—Aló, Buenos días 

—¿Se encuentra aquí al señor Pannacotta Fugo?

—El mismo, ¿Que se le...?

—Habla Trish Una, secretaria del puerto. Narancia acaba de tener un accidente laboral y necesitamos que....

El cuerpo de Fugo podía oir las instrucciones y su mente las procesaba, pero su corazón estaba en otro lado, muy lejos de la realidad.  ¿Tanto influyó Narancia en su vida que sus sentimientos comenzaban a tomar protagonismo en su ser?

Sea como sea, Fugo estaba devastado emocionalmente. 

El bobo de su novio se había caído de la bicicleta mientras huía de una jauría de perros alfa que reaccionaron a la marca de un alfa felino sobre su cuerpo y ahora era trasladado  al hospital cercano por vecinos del lugar. 

Sweet Emotion ♡ FugoNara Omegaverse ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora