• Capítulo 20•

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•Varios días después•

La confesión de Lisa no sale de mi cabeza. No sé si estamos bien o mal o si seguiremos juntas.

Ella fue clara, no va a detenerse hasta ver a los asesinos y los cómplices de la muerte de sus padres tras las rejas, o tal vez muertos.

La puerta sonó y alcé mi cabeza para ver quién entró.....

Mi padre.

Por suerte no está ebrio y podrá sacarme una de las tantas dudas que me carcomen.

— Papá.— llamé su atención.

— Ahora no Jennie, me despidieron y no estoy de buen humor— se sentó en el sillón y comenzó a quitarse los zapatos— Tráeme una cerveza.

Fui a la nevera y tome una, la puse en la mesa ya que el estaba ocupado aún quitándose los zapatos.

— Te quería preguntar algo....sobre las serpientes.

Me miró serio y tomo la cerveza.

—¿Qué quieres saber?

Wow... Lo conseguí a al primera.

— T-tenemos problemas con...los d-diablos y... Y-yo q-quería...

—¡Deja de balbucear!— grito logrando que me sobresaltara.

— S-si...mmm...¿P-podrías decirme quién era el l-lider hace d-diez años?— tartamudee

No puedo evitar sentirme nerviosa cada vez que le hablo. Me aterra decir algo mal y que se enoje.

— Yo era el líder obviamente— el corazón se me detuvo— Los Kim fundaron las serpientes, por eso solo los Kim  deben ser líderes. Así que olvídate de darle tu puesto a la zorrita de tu amiga.

— Rosé y yo ya no somos amigas.— murmuré.

—¿También se aburrió de tí?— pregunto burlón.

— ¿C-cuando e-eras l-lider.... T-tuviste p-problemas c-con los d-diablos?— pregunté ignorando lo que había dicho antes.

— Seh— meneo la botella en su mano y dió un último trago— Tráeme otra cerveza.

Me puse de pie e hice lo que me pidió.

— Escuché q-qué una f-familia m-murio p-por culpa de e-ellos— asintió.

— Los Smith— se empino la botella— Una pena, eran grandes personas, tenían una  hija que era como de tú edad.

Esto solo me confirma lo que Lisa me dijo.

—¿L-los c-conocías?

— Sí ya deja de tartamudear que me estresas.

— L-lo siento.— aclare mi garganta—¿P-puedo p-preguntar cómo fue que m-murieron?

— Los diablos secuestraron a su hija, intentaron sacarla y los mataron a todos.

—¿Las s-serpientes no a-ayudaron?

— No era nuestro problema.— se hizo el indiferente.

— P-pero las leyes...

— Esas leyes son para el idiota que se las cree y para usarlas a nuestro beneficio.

— Una última p-pregunta...— Alzó la mano para que me callara.

— Has hablado mucho, tráeme otra cerveza y déjame solo.

— P-pero es...

—¡Que te largues, dije!

Asentí y me levanté antes de que se pusiera violento. Fui a mi habitación y me acosté mirando al techo y pensando que carajos haré para sacar a las serpientes de todo este enredo.

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