Epílogo.

713 66 14
                                    

Recorrí con la mirada todo el alrededor del departamento: el recibidor era angosto, pero no lo suficiente como para ser incómodo, tenía un pequeño escalón que lo separaba de la puerta y el armario de los zapatos, además de luz por sensor. Le seguía la sala de estar con los muebles en color negro que me había afanado en elegir y la alfombra gris en el suelo junto con los cuadros en las paredes y el televisor en un mueble bajo con gavetas que había adquirido mas barato que mis cigarrillos. La cocina era clásica, con encimeras de granito y gabinetes oscuros sobre las paredes blancas, tenía demás una habitación principal con baño propio, dos habitaciones más y un baño en el pasillo, un ventanal pequeño en la pared trasera de la sala que se veía justo al ingresar al departamento y un cuarto de lavandería.

Me dejé caer en el sillón, oyendo como este se desinflaba por el peso y recostando la cabeza en el respaldar del mismo. Miré el techo de color blanco y sonreí abiertamente sintiéndome plena con la inversión que había hecho hace a penas algunos días.

Lo había hecho, había adquirido por fin un departamento por mi propia cuenta, me había tomado mucho tiempo recolectar el dinero completo, pero con la ayuda que Dong-yul me había dado resultó más fácil a pesar que en un inicio me resultaba algo totalmente lejano aceptar el dinero que me había estado ofreciendo; otra de las cosas que había estado mejorando el transcurso del tiempo era dejar lo pasado en el pasado, superar y seguir avanzando, evolucionar.

Además, nada había hecho Dong-yul en diecinueve años de vida que tenía, por lo menos que me diese dinero y ahí estábamos bien. Aunque lo rechazaba de vez en cuando, era una mujer independiente que trabaja y tenía su propio medio para obtener dinero, no iba a quitarle el de él a menos que lo necesitase.

—¡Woah! Si es que es genial este sitio. —comentó Jungwoo volviendo de ver las habitaciones, giré el cuello para verlo observar el ventanal— ¡Y la vista es linda! Me gusta.

—Sabes que puedes venir cuando quieras, tu y los chicos. —le dije volviendo a mi posición anterior, viendo la televisión apagada— Estaba pensando en invitarles a comer, no sé.

—Lo que aun no sé porque no consultaste con nadie para elegir el sitio, pensé que me dirías. —dijo ignorando lo que le había dicho antes— Pero aun así debo decir que tienes buen gusto, no pensé que elegirías algo tan lindo.

—Hey, eso me ofendió. Claro que tengo buen gusto. —me giré para verlo con el ceño fruncido, viéndolo sonreír mientras se giraba a verme— Si no lo tuviera no fueses mi novio, ese rostro tuyo es muy lindo.

Se sonrojó, riéndose mientras se dejaba caer a mi lado, pasando su brazo por sobre mis hombros para llevarme a su cuerpo. Le sonreí dejándole un leve beso en la barbilla, entrelazando mi mano con la de él en tanto el silencio nos envolvía, sumergiéndonos en un ambiente tranquilo que me agradó más de lo que estaba dispuesta a decir.

En los últimos meses había logrado mas de lo que me había propuesto a inicios de año: había superado de alguna forma lo que había pasado con papá, mamá y Jungsoo, había cortado mi relación con Hyeon para por fin descansar de el agobio que la misma me generaba y meses después había podido convivir como dos personas civilizadas con mi madre adoptiva. Había encontrado a un grupo de amigos que me habían ayudado a superarme en muchos aspectos, que velaban por mi bienestar y que me agravan, Dong-yul —mi padre biológico— había hecho aparición y había tratado de enmendar los errores, no se lo había permitido y aunque ahora no teníamos una relación como tal, al menos le respondía los mensajes que me enviaba para saber si me encontraba bien. Me había graduado del instituto, tenía trabajo, un cupo en una universidad gracias al examen de admisión y un lindo departamento en el centro que me había comprado como fruto de mi esfuerzo y evolución.

Sumándole a eso, tenía a Kim Jungwoo. Ese chico que me hacia suspirar con solo mirarme fijamente y que alborotaba en mí todos los sentimientos que antes no había tenido el chance de dejar salir; el mismo chico que me generaba calma y estaba ahí sin importar qué, brindándome su amor incondicional y apoyándome en cada paso de bebé que me atrevía a dar. Podía ser cierto que no teníamos mucho tiempo saliendo y que apenas lo nuestro había comenzado, pero en esos momentos nada se sentía de esa forma y sabía que teníamos historia por delante y que este no acaba ahí mismo. Jungwoo en poco tiempo se había metido tan profundo en mí que no había manera de explicar cómo me sentía por él, por todo lo que había hecho por mi sin siquiera pedírselo.

Solo él había dado en el clavo, solo él había tenido el valor de sumergirse en el mar de problemas que era mi vida y solo él se había quedado ahí conmigo, a pesar de todo.

Lo amaba, demasiado.

—¿En que piensas? —preguntó después de unos minutos, acariciando mi hombro con sus dedos.

—En que tu has sido el único que ha tenido el valor de explorarme en todo momento, sin miedo a meterse en lo desconocido. —le dije en tono bajo, acurrucándome mas en su pecho— Solo tú.

—¿Dime como no lo haría? Desde el primer momento en que te vi supe que eras la chica perfecta para mí. —susurró, dejando un beso en mi cabellera— Y no me he equivocado al pensarlo, sé que es así y está más que confirmado.

—No me dejes, por favor. —comenté, cerrando los ojos— Pueden irse todos, menos tú.

—No tenía pensando hacerlo tampoco.

Y de eso hablaba, no era dependencia, sabía que no, que, si en algún momento el tuviese que irse, lo dejaría. Pero mientras me siguiera amando, mientras siguiera a mi lado y mientras yo lo quisiese no iba a dejar de pedírselo; él se había vuelto una pieza importante en el gran rompecabezas que había dentro de mi corazón, perderlo me haría sentir devastada.

Terminó por llevarme a su regazo, con sus brazos rodeando mi espalda y su boca unida a la mía en un beso tierno, uno que decía lo que nos costaba expresar. Mis manos pasaron por su cuello, jugueteando con el cabello de su nuca y descansando los dedos dentro del mismo para sentir su suavidad. Besarlo siempre se iba a sentir como rozar los dedos en el cielo, como un pedazo de gloria que valía la pena saborear antes que se acabase; me gustaba sentir la forma en la que sus labios arropaban los míos con ternura y como sus manos acariciaban mi espalda como si fuese a romperme en esos momentos.

Estaban tan perdida por Kim Jungwoo que sabía que ya no había botón de retroceso para mis sentimientos, para la calidez creciendo en mi pecho ni los sentimientos floreciendo en mi piel.

—¿Qué te parece si estrenamos la cama de tu habitación? —preguntó, sonriendo en medio del beso, su frente apoyada en la mía.

—Me parece una idea estupenda. —respondí, besándolo cortamente antes de sentir como me alzaba, enrollando mis piernas en su cintura con sus manos en mis muslos.

Solo tú pudiste hacerme feliz cuando nadie más pudo, Kim Jungwoo.

FIN.

𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐘𝐎𝐔. ━ Jungwoo. ✓ (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora