capítulo ocho

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Me paré frente a la puerta escurriendo todo el agua que mi ropa había absorbido en la hora que caminé debajo de la fría lluvia, dejando que esta cayera en el suelo mojándolo por completo y dejándome a mí sintiendo culpa por quién tuviese que limpiar el desastre que había hecho en el pulcro piso blanco del pasillo.

Otra culpa más para mí magullado corazón.

Elevé la mano hasta la puerta soltando un suspiro bastante largo, reteniendo mi puño frente a la misma unos minutos antes de tocar sin muchas ganas la madera, haciéndome doler los nudillos magullados por el golpe que le había dado a la pared horas antes. Esperé mirando mis tenis mojados y algo sucios, secando sin éxito alguno las pocas lágrimas que aún iban haciendo carrera por mis mejillas con la manga del suéter que llevaba puesto y empapado; era inútil pues lo único que conseguí fue ahogar otro par de sollozos vergonzosos y dejar mi piel aún más húmeda y roja por el rústico trato que le había dado al secarla.

— ¿Si? —la puerta se abrió se forma rápida frente a mí luego de aquella exclamación somnolienta.

Alcé la cabeza rápidamente topándome con el rostro algo dormido de Jungwoo mirarme con uno de sus ojos entrecerrados debido a la luz que había en el pasillo; llevaba el cabello fuera de lugar y en todas las direcciones, en su rostro algunas marcas de la sábana de la cama y la ropa algo desordenada. Advertí la mueca de cansancio que estaba postrada en todo su rostro y como parecía haber estado durmiendo la mayoría de la tarde sin haberse quitado la ropa con la que fue a la universidad; me golpeé mentalmente al decidir venir hasta acá sin considerar que posiblemente a ellos no les importara lo que me había pasado.

Se veía cansado a simple vista. Puede que haya tenido un día difícil en la universidad, puede también que no haya dormido nada por la noche por estar estudiando y yo venía, como si nada, a interrumpirlo solo por llenarlo de problemas que no tenían nada que ver con él pero que a mí me estaban ahogando hasta matarme. Quizás me estaba precipitando a la respuesta final, pero jamás me había gustado sentir que era un jodido estorbo para los demás y menos poner en sus hombros el peso que yo llevaba cargando por años en los que no había liberado nada de presión.

Hasta ahora.

— ¿Iseul? —su rostro cambio rápidamente, la sorpresa lo invadió mientras me observaba de pies a cabeza.

— Oh dios, fue mala idea venir aquí. Te interrumpí mientras dormías y posiblemente aún estés cansado... —me golpeé la frente con la palma desviando mis ojos empañados de los suyos— Yo... Debería irme para que vuelvas a descansar. Ten linda noche, Jung.

Me retiré los pasos que estaba cerca de la puerta y me di media vuelta dispuesta a huir de ahí antes de poder derrumbarme de nuevo como las ruinas de un viejo edificio. Sin embargo, no alcancé a avanzar ni siquiera un paso cuando su mano se envolvió en mi muñeca con fuerza y tiró de ella hasta regresar mi cuerpo al sitio en dónde antes estaba parada. Me escondí de su mirada cuándo su toque se suavizó y llevé mi mano libre a mi rostro buscando tapar este sin tener éxito alguno.

Sus dedos acariciaron la cara externa de mi mano con tanta delicadeza que me ablandó el corazón y sin esfuerzo fue retirándola de a poco para dejar mi rostro sin escondite alguno; con esa misma mano elevó mi barbilla dejando su palma cálida, por estar dentro de casa mientras llovía, apoyada contra la fría y húmeda piel de mi mejilla.

Correspondí su mirada implorando desde lo mas hondo de mi cuerpo que mis ojos no me traicionaran, dándome una mala pasada para comenzaran a lagrimear y así dejar más en evidencia que no estaba bien.

Sus orbes oscuros me analizaron el rostro por completo sin perderse ningún detalle del mismo, recorriendo la forma que tenían mis ojos hasta mi nariz, mis labios y más allá de ellos.

𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐘𝐎𝐔. ━ Jungwoo. ✓ (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora