Fecha desconocida, ubicación desconocida.
Narrador omnisciente
La asamblea es un gran evento. Solo pocos tenían una invitación para poder dialogar con los miembros reales y la mayoría era de la clase alta de los tres pueblos. Pero este año, han sorteado dos entradas para familias que nunca en su vida podrían recibir entradas para este tipo de eventos.
Los ganadores son una pareja de brujos y una familia de palomas, conformada por los papás y una hija.
Y como no, la más emocionada es la niña que se adentra al palacio con un vestido blanco hasta las rodillas, tiene flores que están bordadas con hilos de oro, por su madre. Tiene unos zapatitos correctamente lustrados de color blanco y para proteger sus pies unas medias cubanas, con bordes doradoss
—No te alejes, Ember.—pide su mamá, mirando todo con cuidado.
—No, mami, ¡es el mejor regalo que pude tener!—grita, completamente emocionada.
Su mamá le da una sonrisa fofa, tal vez ella no esté feliz de estar ahí, pero su hija lo está y tiene que guardar su inocencia. Su papá camina más atrás, tocando cada cuadro para ver si hay polvo o no, mientras llegan hasta el jardín donde se realiza la asamblea.
—Bien, Em, ¿qué hemos dicho?
La niña de 10 años, parpadea sus ojos.
—Nadie puede tocarme ni yo a ellos. Soy una paloma y tengo que guardar mi inocencia.
La madre no puede evitar sonreír orgullosa. Los guardias trolls que están en la puerta, la abren para ellos y dejan ver el bonito jardín, donde un montón de mariposas vuelan, un riachuelo con agua cristalina se extiende por el lugar y un puente pasa encima. La gente conversa, animosamente, elegantemente vestidos. Ranas vestidas con terno vuelan llevando bocaditos.
Ember da un gritito ahogado.
—Ember, quédate sentada aquí.—ordena su mamá.—Papá y yo iremos a conversar, tu quédate aquí y no te muevas por nada en el mundo.
La niña quiere replicar, pero sabe que la última palabra de sus papás siempre se respeta, bufa y asiente con la cabeza. Se aleja un poco de la puerta y se sienta sobre las finas hierbas cortadas anteriormente. Visualiza como sus papás agarrados de la mano se integran con las demás personas, no entiende como ellos sí pueden agarrarse y ella ni puede abrazarlos.
Comienza a jugar con el pasto. No hay niños con quién jugar, solo ella.
Lo que le parecía muy divertido hace un segundo, ahora le parece de lo más aburrido, ni siquiera sabe dónde están sus papás. Está fastidiada.
—Siéntate aquí.—comenta alguien a sus espaldas.
Se gira con el ceño fruncido por la sorpresa y ve a un niño, de más o menos su edad. Tiene ojos preciosos, de un rosado brillante y un cabello ondulado, también hermoso.Ember lo mira embobada. Viste una camisa blanca y un pantalón blanco.
—Vas a manchar tu bonito vestido, si no lo haces.
Él coloca un banco a su costado. Ember ríe y no recibe la mano que le extiende para ayudarla. Aplana su vestido y se sienta en el banco que el niño le dio.
—Mis hermanos están ahí.—dice el niño, apuntando a un lugar donde adolescentes ríen. —No les gusta que yo esté con ellos.
Ella baja su mirada, sabe que se siente que no ser incluida, siento eso con sus papás y con las personas que no puede abrazar por la dichosa regla de las palomas.
—¿Me miras?—inquiere el pequeño, la niña queda un poco aturdida—Me gustan tus cejas.
La niña alza su mirada y ríe con fuerza, él se une después. Cuando se calman se miran por un rato y sienten como la tensión entre ambos nace. Aunque son niños pueden sentir una ligera atracción hacia el otro.
—Me tengo que ir.—anuncia el niño.—Se suponía que no debía estar aquí.
Ember sonríe por su atrevimiento al aparecer en un lugar dónde le habían dicho que no podía ir. Ella jamás desobedecía, jamás preguntaba, solo hacía lo que le pedían aunque no fuera lo correcto.
—Pero no podía dejar que tu vestido manchado arruine a la bonita mujer que lo lleva.
Se sonroja, y sonríe con ligereza ante el cumplido. Jamás le habían echo uno y se siente afortunada de que él haya sido el primero en decírselo, pero ¿cómo se llama? Está a punto de preguntar cuando el niño hablar.
—¿Puedo abrazarte o eres una...?
—Lo soy—lo corta y suspira—odio serlo, porque nadie puede abrazarme como quisiera.
Él la mira con la cabeza ladeada y una sonrisa que comprende. Ember ya está acostumbrada a no ser tocada, es como si fuera una muñeca de porcelana, pero igual le duele.
—Bueno, señorita, esperemos a que cumplas...
—¡15!—chilla
—No, no, no—ríe el niño—es hasta los 21.
Ella hace un puchero, no creía que este niño fuera tan sabiondo como para que sepa que la regla se termina cuando se cumple los 21. Quería engañarlo, total solo faltaban 5 años para tener los quince, para los veintiuno falta mucho, según ella.
—No se vale, es mucho tiempo—balbucea.
—Puedo hacer una excepción.—articula con una sonrisa altanera. Sonríe.
—¿Sí?
—Ajá. Te debo un abrazo a los 19.
—Hecho.
Intentan pactar un trato agarrándose las manos, pero ríen alejándolas con rapidez. Ember no entendía como un simple toque podía dañarla, pero las reglas de su madre eran claras.
—Búscame, ah, no te olvides.
—Jamás.
Así fue como el niño se metió dentro del palacio y desapareció, Ember no sabía su nombre, pero sabía lo bonito que iba a ser cuando tuviera los 19, no tenía duda de ello y lo buscaría por lo lindo que sería. Suena pátetico, pero Embersonríe.
Mientras alguien la mira con seriedad desde la otra punta del jardín.
—¿Qué hacía ella conversando con él?—inquiere hacia sus acompañantes.
—Deja tus celos, —se burla una de sus acompañantes—mentira.
—Él no debía bajar.
—Él nunca hace caso.—dice el otro acompañante.
—Él jamás será lo suficiente para Ember.—termina.
♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚♚
¡No olvides seguirme en mis redes!
Twitter: samytatumujer
Instagram: hannah_estrella22
Tik Tok: Hanna_Estre22
Un beso plumoso,
Hannah Estrella❤
ESTÁS LEYENDO
La Corona Maldita
Teen FictionEl mundo estaba en devastación cuando un mago creó ValleyMoore, cuatro especies convivían juntas, palomas/humanos, elfos, sirenas y brujas. La paz acaba cuando el mago muere y todos comienzan a pelearse para asumir el trono. Después de mucha sangre...