¿por qué?

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No hablaron de lo sucedido, Steve comprendía a James porque él mismo se sentía mal por lo acontecido esa noche. Se estaban condenado mutuamente al hacerse ilusiones con una vida que no lograrían concretar. Tarde o temprano James reclamaría a una omega y formaría una familia. Steve no podía darle eso.

James iba a dormir muy tarde, tanto que Steve mucha veces ni siquiera lo escuchó entrar. Le dejaba la cena sobre la mesa, el castaño pronto se marcharía y ellos quedarían con asuntos pendientes. Cada maldito día era una tortura. El reloj parecía avanzar más rápido y en cada tic tac el corazón de Steve se apagaba.

-No es que me moleste que estes aquí -le dijo Winnifred a su hijo-pero ambos sabemos que no es aquí donde quieres estar -le sonrió. Lo sabía, claro que sí. Ese instinto inexplicable de madre le hacía ver cosa que otras personas no-Tienes que arreglar las cosas con Steve antes de marcharte o los dos lo lamentaran por el resto de sus vidas-

-¿Está mal esto? -le replanteó a la mujer que cosía unos pantalones -solo quiero protegerlo.

-Lo subestimas, tienes que dejar de hacerlo -ella daba puntadas tras puntada mirando a su hijo sobre los lentes-no eres un cobarde, nunca lo fuiste ¿Por qué te acobardas ahora?

-Tú sabes lo mal ...

-¿Lo amas? -el otro asintió afligido -Eso es lo único que importa, hijo mío. Tienen una sola vida para ser felices ¿Te negaras a eso por los que pienses los demás? El James que crie no es así.

-Gracias, mamá-la abrazo dejando un beso en sus cabellos, memorizando el aroma de la omega para sus frías noches en el caos de la guerra-dile a Rebecca que lo siento.

-Ella ya se olvidó de eso. Sabes que tiene ese carácter altanero que ambos heredaron de tu padre-sonrió -¿Cuándo te iras?

-El viernes.

-¿Por qué no llevas a Steve a la cabaña del lago?

-La del abuelo.

-Sí. Esta vieja y abandonada, pero les dará privacidad, aprovechen sus últimos momentos juntos. Pueden ir a pescar a nadar o...-le guiño un ojo. James agradeció al cielo haberle regalado esa madre tan compresiva-toma tus decisiones. Ya les enseñé todo lo que pude a ti y a tu hermana, es hora que construyan sus caminos.





El fin de semana llegó con James cargado de expectativas, pidió un auto prestado y se aventuró lejos de la ciudad con Steve a su lado. Parecía que todo saldría bien, que ellos olvidarían el resto del mundo por unos días y serian solo ellos con todo lo que debían decirse.

La cabaña estaba apartada, bordeada, por un lado, por un bosque verde y frondoso, al otro lado estaban las claras y calmadas aguas de un lago con un pequeño muelle. No había luz y el agua debía ser drenada del lago, pero no importaba. Cualquier lugar era maravilloso junto a Steve.

Dentro las cosas no eran más alentadoras, tuvieron que sacudir el polvo y acomodar algunos muebles. Corrieron a escobazos algunos animalejos que anidaron en su interior. Fue un arduo trabajo que finalizaron entrada la tarde.

Las tardes, a pesar de la primavera, era frescas y la cabaña se tornaba gélida. James encendía la chimenea cuando diviso a Steve atreves de la ventana, quien se sentaba en el muelle con su cuaderno y lápices, dispuesto a plasmar aquel bello paisaje en papel. Para dejar evidencia de que todo eso no era un sueño.

Se acerco con dos tazas humeantes de té, con los últimos rayos de sol.

-Me gustan los atardeceres-le dijo al rubio -me gusta más este porque estas tú.

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