La pequeña araña y la bestia

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 Aterrizó sobre sus piernas flexionadas .La ciudad se cernía sobre él en ruidos y luces nocturnas. Tendría que estar durmiendo calentito bajo sus mantas de IronMan, siendo un niño bueno, desvelándose únicamente para estudiar y no para perseguir criminales por las oscuras calles de Queens en plena madruga.

Suspiró. Lo percibió muy cerca, quizás a dos o tres edificios de distancia.

Desde que la araña lo mordió, la peor de sus maldiciones era la intensificación de absolutamente todos sus sentidos.

Huía de él cada vez que podía, pero el muy maldito se las arreglaba para atraerlo hasta él. Irónicamente como un araña que teje una trampa.

Peter tenía que rescatar a ladrones y pandilleros que este sujeto disfrutaba torturar hasta que por fin Spiderman apareciese. Lo hacía a propósito y sin remordimiento, si por él fuera acabaría con todos ellos de la peor manera

Peter ocultaba muy bien muchas cosas, su identidad, su voz y hasta la casta a la que pertenecía. Diseñó su traje para que inhibiera sus feromonas.

Deadpool era un fiel pensador de que, la curiosidad mató al gato, pero el gato murió sabiendo.

Estaba loco, lo sabía a la perfección. Amaba el dolor, su piel arder y desbordarse de sangre. Buscó la muerte él mismo reventando su cabeza en una caída libre de treinta pisos; con un tiro, lanzándose al rio con dos bloques de cemento adheridos a su pies. Pero nada funcionaba.

Cuando vio esa perfecta figura balancearse entre los edificios cual bailarina experta de Pool dance. Supo, en su ya retorcida mente, que quería que Spiderman lo asesinara ...a besos.

¿Cómo se sentirán esos labios sobre los suyos?

Ni siquiera sabía cómo era su aspecto, lo cual era de cierta forma bueno, ya que podía imaginar un nuevo rostro estimulándolo cada vez que se masturbaba.

Un día ya no fue suficiente. Quería más, si no es que todo, de aquel superhéroe.

Lo intentó, varias veces, luchar con el escurridizo hombre hasta someterlo y por fin quitarle esa mascara.

No tenía ningún miedo o eso pensó hasta que Spiderman le dijo:

—Me la quitaré—Deadpool sonrió —Si tú lo haces primero.

No temía que el héroe no cumpliese su palabra, al contrario, sabía que todo en él era enfermizamente noble y honesto. Juraría que Spedy sería uno de esos jóvenes buenos que van a misa los domingos con su abuelita, pero él no estaba listo para enfrentarse a su reacción. La misma reacción que todos tienen a ver su rostro derretido y deformado por la mutación.

Era un callejón oscuro, las pisadas de Peter ni siquiera se escucharon, lo vio divertirse con una picana eléctrica, sometiendo a un hombre con el dorso desnudo que lloraba y moqueaba pidiendo por favor que se detuviera.

El buen vecino el hombre araña

Así solían llamarlo ¿Qué dirían si supieran que disfrutaba ver a Deadpool siendo tan violento?

Esa violencia bestial que hacía mojar la entrepierna de su traje. Y es que Peter jamás había conocido a un alfa que oliera como él, aunque le debería de repugnar eso no ocurriría. Le atraía, olía a peligro y sangre, violencia y sometimiento.

Se relamió cuando el hombre se orino en los pantalones y Deadpool soltó una carcajada.

Listo. Ya era suficiente.

Lanzó sus telarañas y sujeto una de sus manos, estiró con brusquedad y Deadpool se giró en su dirección.

Varias telarañas más surgieron de la oscuridad y lo apresaron contra la pared.

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