Destinos

Harley

El estrés le hizo recaer en un viejo vicio que creyó superar. Encendió el segundo cigarrillo en menos de una hora. La nicotina cargo su paladar y su mente de una falsa sensación de autocontrol, de relajación farsante.

Su ansiedad, esa maldita ansiedad que lo consumía por la noches, esas solitarias noches donde su mansión parecía infinitamente grande y vacía.

Sostenía una copa de vino con la misma mano en la que un cigarrillo colgaba entre sus dedos. La ceniza estaba a punto de caer sobre el sofá de cuero.

Su taller estaba a oscuras, por el gran ventanal se colaba la luz triste de la ciudad acompañada de una luna llena a la que quería aullar como un maldito perro.

La cabeza se le partía en dos, nunca fue buena idea mezclar analgésicos con alcohol. Sucedía cuando se conectaba él mismo a .... Quentin se lo advirtió decenas de veces, lo peligroso que es hacerlo sin ser monitoreado por alguien más.

Stark era un maldito caprichoso, capaz de hacerse daño una y otra vez, de castigarse a sí mismo por haber causado tanto daño al mundo. Y es que su linaje, su sangre ...su apellido, todo en él estaba maldito, podrido hasta la medula.

Cuantas veces vacío el frascos de pastillas? La última vez Jarvis llamó a Pepper junto con una ambulancia. Ella estaba agotada, lo notaba constantemente en su semblante, cansada de cuidar de un niño de 35 años que solo deseaba morir.

Pobre niño rico. Eso dirían los periódicos, sus conocidos y todos aquellos que se llenaban la boca llamándolo amigo, pero solo anhelaban verlo derrumbarse.

Estos pensamientos suicidas aparecieron en su adolescencia, cansado de esa vida vacía. Fue a terapia, logró superarlo por un tiempo hasta que lo secuestraron.

Su pecho, el peso del reactor, y restos de metal intentando hundirse en su corazón.

Lo tocaban, lo desnudaban por completo y lo observaban por horas bajo una luz casi enceguecedora. Estaba vulnerable, nunca se sintió así ... o quizás sí, siendo un pequeño niño frente al asesino de sus padres.

Podía oírlos murmurar y gemir al masturbarse solo con verlo. Lo deseaban por ser Tony Stark, un alfa... un alfa de alto rango. Querían someterlo a más no poder, destruirlo por completo antes de asesinarlo. Pero por suerte necesitaban su mente brillante.

Bebió hasta vaciar su copa.

Ya no estaba solo. Lo percibió al subir las escaleras.

Jarvis lo dejó pasar o de alguna manera burló su IA.

—Señor Stark—Esa voz ya no era la de un pequeño niño de diez años, que lo salvo en un momento difícil.

—Harley—Habló en la penumbra como un espectro —Pensé que habías salido con tus amigos—

Harley le daba cierta normalidad a su vida, siempre quiso ser padre, pero un hijo no es como cualquier otro proyecto.

—Regrese hace unos minutos. JARVIS me avisó que usted estaba aquí—

—Te dije que me tutees— se lo dijo varias veces, pero el adolescente era demasiado cordial—

—¿Ya cenaste, Tony? -Preguntó disimulando no ver el cigarrillo y las dos botellas de merlot vacías —Pediré unas pizzas ... o tal vez puedo cocinarte —

Era un buen chico, ingenioso, amable y de gran corazón. Quizás, el único cable que lo ataba a este mundo, aparte de Pepper.

—Bueno— Meditó unos segundo antes de levantarse de su miseria— Podemos cenar en el balcón y contemplar la luna. Sus lobos internos querían bañarse en ella, absorbe su magia y llenarse por completo.