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『Todo lo que tengo que hacer es ser honesto, pero no es tan fácil como parece』


Hace poco tiempo –pasando aquella velada dónde asistieron personas realmente importantes y asistió por invitación de Gojo Satoru–, el comportamiento de cierta persona indeseable –para Itadori– es exasperante.

Entre cada que terminaba una consulta el gran doctor, hablaba de más –y eso que casi siempre ignora o se queda en silencio–. La manera en que lo molesta es demasiado infantil, de eso no hay duda, aún así, Itadori se confunde.

¿Qué clase de persona estaría picando la cintura de otra sólo por qué si? No entiende la razón, si es por molestar o algo más. Pero cada que lo hace Sukuna tiene una sensación extraña recorriendo su ligero, pero entallado cuerpo.

Entre cada que se cruzan a solas –cuando hay personas en su entorno, no le habla o lo hace con normalidad, es decir, lo trata con sarcasmo, le dice las cosas directas, lo insulta, lo hace sentir menos, entre otras maneras– se acerca y desprende alguna palabra que desconcierta a Yuuji como: «Enojón», «Señor», «¿Por qué te enojas con facilidad?». Cuando realmente no es así, no con las demás personas –hace lo posible por evitar desquitarse con quién no lo merece ni es responsable– aunque a ser sincero, él es el causante.

En vez de sentirse cada vez más molesto con su senpai insoportable, sólo lo ignora a como es posible, pero existe un par –que se vuelven montones– de pensamientos que se le cruzan cada que Sukuna juega pasando sus dedos como un piquete entre el cuerpo de Yuuji y es: «¿A qué se debe ese cambio?», «¿Desde cuándo le intereso?», «Él... ¿Tocándome?», «¿Por qué no me molesta cómo de costumbre? Así como todo lo que tiene que ver entre él y yo...», «¿Me odia o no?... Es tan confuso».

Entonces, por un largo periodo de días se vuelve un dilema en su cabeza, a modo que se le pasan algunos pensamientos y sus instintos naturales lo hacen reaccionar, quizá, algo diferente a lo que haría. Ponerse nervioso cada que le habla o menciona su nombre, con esperanza de que diga algo que aclare sus ideas, pero no dice algo más allá de lo laboral.

El tiempo no se detiene y entre más avanza, más cosas debe repasar en su cabeza.

«¿Es cierto qué hay tiempo para todo?».

«¿Todo a su tiempo?».

«¿Deberíamos dejarnos llevar por el momento?».

«¿El que no arriesga no gana?».

Todo eso comienza a perder el sentido, pero lentamente ha de ser comprendido, simplemente hay que ser pacientes y dejar de preocuparse por todo y nada a la vez, la respuesta siempre ha de llegar a dónde debe.

Incluso Itadori obtendrá las respuestas que necesita y las que ni siquiera sabía que debe conocer.

Incluso Itadori obtendrá las respuestas que necesita y las que ni siquiera sabía que debe conocer

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Dear DoctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora