C-8

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Para que todo vuelva a ser como antes, no dudaría en entregar absolutamente todo de mi. Siendo imposible, a lo que me resta y tengo, haré eso porque es mi voluntad.



Si bien, Itadori ha dicho inmensas cosas a lo largo de su vida, tanto desvergonzadas como algo ocurrente sin sentido; ¿Por qué no puede decir algo simple?

Aunque, no exactamente simple, sino dos cortas palabras: me gustas. 

Para empezar, ¿Siquiera se había interesado en alguien con anterioridad? Y la respuesta es un no. Siempre fue al revés, algunas mujeres eran quien se les acercaba y, ocasionalmente, se declaraban, pero no tuvo interés en nadie que no fuese para una amistad, para ser sincero, ninguna de ellas después de su confesión quiso estar en esos términos, excepto una sola persona, Yuko Ozawa. Todo lo demás terminaba, para bien o para mal, daba igual.

Ya es irónico que sea él quien ha perdido la razón por alguien y, lo es aún más, cuando se trata por su superior, Ryomen Sukuna. Independientemente de que fuese hombre o mujer, frecuentemente tiene ideas respecto a que no es el adecuado, no es la persona con la que debía meterse o es un error en muchos aspectos, pero ninguna conduce a una explicación del porqué sucede ni como impedirlo.

Pero... ¿Cómo iba ignorar lo que sus pensamientos y las sensaciones de su cuerpo lo acompañaban cada que se trataba de él? 

Ante eso toda cuestión termina quebrada. 

¿Sería distinto si tuviese el control absoluto de su cuerpo? Es decir, que pueda dominar lo que siente y lo que no a voluntad para evitar lo de ahora mismo. 

Sus ojos tiemblan al igual que sus piernas, se estremece y mantiene rígidos todos sus músculos porque no quiere ser evidente (lo es), un cosquilleo chispeante lo recorre en cada parte de su cuerpo, especialmente en su estómago. 

Contra la pared, eleva con dificultad y duda la mirada hacia esos ojos escarlata que brillan intensamente entre el deseo y la desesperación de tomar aquello que desde hace tiempo quiso, pero se mantiene tanto al margen porque no quiere hacer daño en absoluto, al menos esa es la intención que refleja esos ojos...

Una intención que se vuelve cenizas y se dispersa en el aire cuando mira al chico expresando sus inseguridades y todas esas emociones suprimidas que quiere liberar, pero no lo hace. Tanta mierda que escupir y no se atreve. Por sus reacciones son tan notorias, al menos para Sukuna. 

Cuantos deseos tiene Sukuna de abandonar toda razón y agarrarlo con fuerza por las muñecas para colocarlas sobre su cabeza bruscamente contra la pared usando una sola mano y, así, darse la oportunidad de probar cada parte de esa exquisita suave piel que esta frente a él, tanto con sus labios como con sus manos, dando delicadas acaricias en la parte superior como inferior. Escuchar quejidos de como siente la vergüenza y la lujuria invadirlo con rapidez a obra suya, incluso el como sonaría su nombre en ese trascurso. 

Solamente ha tenido unas cuantas veces la coyuntura para recorrer esos labios, como ahora.

Yuuji sostiene con fuerza su usual cuaderno de notas con una evidente angustia. 

Las piernas de Yuuji contraen la sensación de impotencia porque no pueden moverse como el quisiera. 

Peor aún, cuando deja caer aquello que sostenía con fuerza. 

Disfruta el sentir como si fuese algo más que prohibido, es curioso porque lo que no es adecuado, le hace aumentar la adrenalina, tanto que pierde la conciencia de lo que hace por unos instantes y se deja llevar. No aplica en todo, sin embargo, lo considera de ese modo cuando se trata de su superior. 

Dear DoctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora