C-13

252 39 2
                                    

Cuando decides ir tras una persona, la empatía es fundamental, de no ser así ¿Cómo crees compartir de tu tiempo con ella? Todo es un riesgo, pero amar lo es totalmente


Sukuna se arregla de una manera tan calmada, con tal de no cometer errores en este día, incluso no se permitiría sacar su afilada lengua para molestar al mocoso. Al menos lo intentaría, él mismo sabe que no es capaz de lograrlo, pero todo por Yuuji... tal vez.

Su traje esta listo, esta listo su cabello y sus lestes puestos, si, esos lentes que tanto le fascinan a Yuuji, no hacen falta palabras para adivinar y, es que ha observado a detalle como lo mira, los gestos que hace y sus movimientos. Por lo que no fue difícil determinar que a Yuuji le gusta cuando Sukuna usa los lentes negros.

A pesar de tener todo en orden, se siente ligeramente nervioso, no sabe exactamente la razón, pero tiene en mente esas palabras del ayer que Yuuji soltó en su despedida nocturna después de ir a los bolos «Tengo algo importante que decirte.»

Sukuna hizo el intento de que Yuuji escupiera lo que tuviese que decir en ese momento, sin embargo, terminó con otras: «Después de mi graduación, te lo diré, es muy importante.»

¿Posiblemente esta tratando de volverlo loco? Pues, vaya que lo logra, de por sí, todo el tiempo lo hace.

El tiempo se agota... avanza, es lo correcto a mencionar. En fin, el tiempo avanza y Sukuna cuenta cada segundo para llegar a la escuela de su mocoso para ver su triunfó, uno bastante nostálgico porque él también vivió eso, experimentó esa dicha de lograr graduarse.

Y, ahora, estaría ahí para estar orgulloso de que Yuuji haya crecido tanto en muchas maneras. Estaría ahí como nadie lo estuvo para él, excepto una persona, pero no importaba, en este momento no lo hace.

Decidido a formar parte de ese momento maravilloso donde todos los esfuerzos habrán valido la pena, donde se puede notar lo mucho que significa para su vida y donde es completamente permanente en los recuerdos. Sukuna permanecer ahí y, entonces, ha pedido por primera vez permiso para ausentarse en el trabajo siendo cubierto por alguien más.

Nanami sabe lo demasiado que Sukuna se aferra a su trabajo, por lo que no hubo ninguna objeción en otorgarle el primer capricho que intercede. No le fue difícil adivinar la razón, así que con mayor fundamento se lo otorgó. Si él no puede estar ahí para estar tan orgulloso como lo ha estado, quizá, Sukuna sea quien deba. Aun mas sabiendo las circunstancias respecto al futuro, conoce a detalle lo que esta por suceder, cosa que no le corresponde porque las decisiones de Yuuji no tienen nada que ver con él, sin embargo, no hay duda de que le extenderá los brazos cuando lo necesite; para Yuuji siempre tendrá ese afecto indescriptible y eso le hace querer apoyar como le sea permitido.

Así que, ahí va, Sukuna dirigiéndose tan elegantemente y encantador a esa graduación.

Yuuji es tan hermoso, pero hoy estaba sobrepasando lo ordinario (respecto al menor, sin tomar en cuenta los estándares de los demás, sólo los que Yuuji emite). Esa sonrisa no la había visto antes y conoce la razón, puede ser el día mas feliz de su vida y se siente honrado de presenciarla y tener los derechos como para decir que es suya, eso cree.

El mocoso no lo había visto, no hasta este momento en que lo han nombrado y sube al escenario para recibir sus papeles, estrecha la mano con ese mismo director que tuvo en sus últimos años de estudiante. Cuando mira al frente para acercarse al micrófono y expresar unas cuantas palabas, puede jurar que sus ojos se encontraron entre tantos que hay por la estorbosa multitud y, entonces, sonríe como no lo hizo en todos sus años anteriores; le regala a Yuuji una sonrisa de lo más genuino e imbécil. No es que sea arrogante... bueno, tal vez sí, ¿Cómo no iba a serlo si Yuuji comenzaba a sollozar? A dudas penas, pero de gran manera dio su discurso de agradecimiento.

Todo lo que Sukuna quería era acercarse y rodear esa anatomía con mucho sentimiento sus brazos para consolarlo y decirle: «Estoy orgulloso de ti.»

Ansiaba tanto hacerlo, dejar ser el apoyo que Yuuji necesitara, pero no era posible por ahora, ya que siendo de los mejores promedios debía permanecer en esa parte superior, hasta que todos recibieran su reconocimiento.

Claro que estuvo a nada de ser él quien se acercara aventando a cualquiera que se interpusiera en su camino para llegar a su mocoso.

Al parecer, la espera valió la pena porque cuando Yuuji bajó los escalones sin cuidado alguno y fue directo a sus brazos, se sintió tan acogedor. Sukuna sólo pudo levantarse de su asiento, en un breve instante Yuuji lo estaba invadiendo con una inmensa ola de sensaciones, las cuales no comprende ni hace falta hacerlo. Yuuji no necesita ser comprendido, Yuuji necesita a Sukuna en esos momentos tan significativos.

El abrazo parecía no tener fin, eso hubiese sido extraordinariamente increíble. Sin embargo, Yuuji terminó de liberarse con sus lagrimas derramadas en el traje negro de Sukuna, cosa que le dio igual al dueño.

Finalmente se miraron a los ojos como estúpidos, sonriéndose continuamente. Hasta no lograr evitar el querer juntar sus labios necesitados uno del otro, llenos de deseo, que ofrecen tranquilidad y, contradictoriamente, adrenalina en sus cuerpos.

Por la falta de aire se separan y Yuuji dice:

—Hay que irnos de aquí.

Sukuna no responde, pero en aprovecha el instante. Voltea a su asiento para tomar aquellas rosas rojas que le ayudaría a decir lo que él no puede soltar de sus labios: «Mi amor por ti es incondicional, te lo prometo.»

No esta seguro de que Yuuji lo entienda, pero que más da, un detalle así no estaría de más. Veintiún rosas que expresarían mas de lo que él se permite.

Yuuji no logra evitar sentir emoción y Sukuna no tiene ni la más mínima idea de si es por el detalle o el significado. Igual, no es todo lo que estaba por darle.

—Gracias, amor mío.

Sukuna sintió latir su corazón con tanta fuerza que antes de mostrarse vulnerable ante las últimas dos palabras dichas por su mocoso, lo tomó del brazo y los sacó del lugar. Llevándolo a su automóvil.

Se encontraba listo para celebrar esta ocasión y Yuuji estaba listo para dejarse mimar por el contrario, sabiendo que con cosas lujosas, detalles costosos o algo semejante, pero hoy no protestaría, simplemente va a compartir su felicidad con él. Con el hombre que lo conquistó.

Sukuna conduce a quien-sabe-donde y en una de sus paradas deja salir eso que revuelve sus pensamientos desde la noche anterior.

—¿Qué es lo importante a decirme, mocoso?

Yuuji no estaba completamente seguro de querer decir lo que piensa, porque ¿olvidarlo? Era imposible cuando él también se encontraba ansioso ante ese detalle.

No quiere hablar, pero sabe que debe hacerlo, después de todo Sukuna es su pareja, ¿no?

—Es... es sobre mi proyecto de vida —menciona titubeando en cada palabra, tan inseguro.

Sukuna arquea una ceja ante los nervios del menor, quisiera seguir cuestionando de cuál es el detalle, sin embargo, debe mantener la vista y su concentración al frente.

Yuuji nunca ha temido el decir lo que piensa a Sukuna sin importar que sea, absurdo o no. Entonces, Sukuna se pregunta el porqué ahora que es algo de importancia lo hace (aparentemente), ¿es algo malo? ¿Algo grave como para que este evitando hasta ahora responder?

Ambos se encuentran en un restaurante, pero la tensión es algo densa y asfixiante como para no comer a gusto, como naturalmente Yuuji lo haría.

Sukuna se preocupa, mas no puede obligarlo a decir algo que no quiera. Sea lo que sea, tarde o temprano lo sabrá, no hay prisa alguna.

—Sólo disfruta y habrá tiempo para eso. 

Yuuji con esas palabras pareció estabilizarse un poco, no como Sukuna hubiese querido, igualmente, con lo mucho o poco, estaba conforme por ver esa sonrisa. Y ver como Yuuji disfruta de la comida sin tomarse la molestia pensar en que hay personas a sus alrededores. 

Dear DoctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora