18 | Flores con olor a pasado.

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Armin parecía estar corriendo cuando Historia lo notó. Después de haber sido parte de algunas cargas grupales dentro del equipo, se les permitió unos minutos de descanso, aprovechando para beber agua.

Dejó su termo gris con un estampado de alguna banda de rock, que le había hurtado a Ymir hace un tiempo atrás, en la banca donde yacían sus cosas. Tomó el cierre de su mochila, abriéndola de a poco.

Arlert se dio cuenta de su mirada, acercándose a la chica, en un raro intento por distraer su cerebro.

—Armin. —Reiss lo llamó, sacudiendo su mano en saludo.

El mencionado le sonrió, parándose a su lado—: Hola. Ya no te he visto por las oficinas de los psicólogos —comentó, ladeando su cabeza.

Ella logró dar con su lápiz labial, sacando también un diminuto espejo redondo. Negó, abriendo el maquillaje.

—El equipo de fútbol está teniendo juegos últimamente y también acompañaremos al equipo de béisbol en el torneo dentro de unos días —explicó, soltando un suspiro—. Hay tanto por hacer... —Acercó el labial, pintando con delicadeza de rosado.

Armin admiró los movimientos de la pequeña que coloreaba sus belfos bajo los ligeros toques del cosmético, tal como un niño cuando está sumergido en un buen episodio de su programa animado favorito.

La risa de Historia sonó, trayendo de regreso a la tierra al joven, quien la miró a los ojos.

—¿Quieres labial o quieres besarme? —soltó ella con burla, enseñándole el maquillaje.

—¿E-eh? —El sonrojo en sus mofletes brotó, haciéndolo apartar la vista—. N-no es nada de eso... —balbuceó, cohibiéndose.

Reiss dejó escapar otra corta risa, dejando el espejito sobre su mochila. Se acercó al rubio, con el labial en alto.

—Ven aquí. —Lo tomó de la quijada para hacer que regresara su rostro hacia ella. Armin se inclinó con debilidad, dejándose llevar por el deseo de querer verse lindo también. La pequeña pasó la barrita colorida por los labios entreabiertos del chico que mantenía sus ojos apartados con vergüenza—. Te besaría —admitió—, pero justo ahora sólo pienso en besar a una persona —suspiró.

Arlert la admiró cuando el rosado subió por su rostro. Ella se veía incluso más bonita enamorada.

Dejó ir el rostro del de overol, apretando sus labios para mostrarle al ojiazul como debía sellar el color. Armin la imitó, algo tímido al respecto.

—Esa persona debe ser linda —murmuró él, mirando las hojas en sus manos, habiéndolas alejado de su pecho.

—Es preciosa —halagó, acomodando su cabello en esa coleta baja—. ¿Qué es eso? —cambió de tema, apuntando los papeles.

—Oh, yo... —Le entregó una hoja que tenía el encabezado lleno de datos con su caligrafía—. Abriré un club. —Acarició su brazo, siendo cubierto por esa inseguridad.

Historia admiró el espacio con el tema principal del taller: jardinería.

—Wow —farfulló ella, algo ida ante el inesperado interés del rubio.

La preocupación en Arlert empezaba a crecer. Era raro, Historia debía estar pensando en que era raro, no debía haber otra cosa que estuviera pasando por la cabeza de la porrista.

—Tiene sentido —habló, una vez terminó de darle un ojo a las palabras. Lo miró, dándole una sonrisa—. Las flores y tú definitivamente deben llevarse bien. —Ajá, ambos traían paz a las personas a su alrededor, a su criterio.

Quiero ser bonito || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora