17 | Tema de conversación: rojo. ¿O azul?

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Ésta vez había sido extraño. Eren la esperaba justo afuera de su hogar.

Mikasa parpadeó, tratando de entender por qué era él quien aguardaba a que ella saliera, cuando usualmente era al revés.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Olvidaste algo? —Su madre se acercó, logrando ver al joven vecino en su patio—. Oh, ¡Eren, buenos días! —exclamó, asomándose junto a su hija.

El mencionado escuchó aquello, notando a la chica. Se acercó rápido, cruzando el jardín con sus manos en los bolsos de su pantalón.

—Buenos días, señora Ackerman, ¿cómo ha estado? —preguntó.

La adulta sonrió—: Muy bien, gracias. ¿No quieres pasar a desayunar?

—Ya desayunamos, mamá —interrumpió la menor, parada a su lado en la puerta.

—¿Pero qué tal que él no? Sé educada Mikasa, los modales hacen a-...

—A las personas, sí —volvió a hablar.

—No se preocupe, señora, yo también desayuné antes —se incluyó Eren en la conversación.

—¿Seguro que no quieres nada más? —insistió la adulta.

Jaeger sonrió con incomodidad. Qué persistente.

—Ya nos vamos —avisó la chica de negro, empujando a su vecino para hacerlo salir de su propiedad—. ¡Buen día, mamá, adiós! —se despidió, caminando por la acera.

—¡Que les vaya bien!

Eren se dejó empujar por la calle restante. Entendía lo que debía estar sintiendo la azabache, pues la noche anterior, él hizo lo mismo, cuando su madre quiso invitarla a cenar al llegar de la escuela.

Dieron vuelta en la esquina, con la chica soltando al castaño y dejando escapar un suspiro.

—Se está volviendo un fastidio, ¿no? —dijo, mirándola de reojo.

Mikasa dirigió sus pupilas a él. ¿Un fastidio? A decir verdad, los últimos días le había estado dando igual lo que sus respectivas progenitoras soltaran sobre ellos. Incluso la noche anterior le siguió el juego a su madre con la fantasía de tener hijos de ojos verdes.

—Es tolerable.

—¿Sí? —respondió él, cruzando la calle.

—Puedo tolerarlo al menos. ¿Tú no? —Le siguió por la vereda.

Él subió y bajó los hombros—: Es mi madre. Es tu madre. No puedo hacer mucho de todas formas.

Y algo en esas desinteresadas palabras, hicieron que se sintieran agradables, como si un abrazo fuera otorgado.

Siguieron caminando por un rato. Mikasa con una sonrisa leve y el otro con la nube de pensamientos arrastrándolo.

El día anterior Armin le contó sobre su uso de vestidos en la infancia, en lo que Jaeger lo acompañaba en espera a que la madre del rubio pasara por él, y Mikasa tenía su primer día en su taller de confección.

Le parecía... increíble el sólo pensar en Armin usando un vestido. Era un chico usando un vestido. Un chico lindo usando un vestido. ¿Cuándo veías eso?

Su cara explotando en rojo, cuando le comentó "¿por qué no usas uno ahora? Te quedaría mejor" aún prevalecía tal cual fotografía en el cerebro de Eren. Eso sólo traía como consecuencia, la sonrisa en su cara.

—Hoy saliste temprano —murmuró Mikasa, atrayendo los orbes esmeralda hasta ella—. No se me hizo tarde, pero tú ya estabas afuera, esperando.

Jaeger asintió, entendiendo a qué se refería.

Quiero ser bonito || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora