21 | La cuerda de la idiotez a veces tira demasiado fuerte.

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—Soy bisexual —aclaró Marco, sin desaparecer la sonrisa.

Eren retomó su postura, recargando la espalda en la pared—: Tú —Levantó un dedo de su extremidad libre, contando—, Historia... —Elevó otro, uno por cada mención.

—Ymir.

—Ymir —repitió, levantando un tercer dedo.

—Tú.

Los movimientos de Jaeger pararon. ¿Él mismo era parte de la comunidad ahora? Aguarda un segundo—: Espera, ¿eso quiere decir que te gustan los chicos? —preguntó, mirándolo.

Botd asintió—: Y las chicas por igual. ¿Crees que tú encajas con esta etiqueta?

Eren movió su cabeza con velocidad, negando. No, no encajaba. ¿No encajaba?

—No me gustan los chicos, Marco. En verdad que no..., pero pienso en Armin y-... —Suspiró, encogiendo las piernas por milésima vez, dejando sus brazos por sobre las rodillas, para poder enterrar la cara en los antebrazos—. No puedo dejar de hacerlo —balbuceó, con su rostro empezando a sentirse cálido.

El azabache estiró sus piernas, mirando el vacío patio que su vista le permitía. Sentía como si estuviera viendo a su yo de doce años descubriendo su orientación sexual: el miedo era latente en Eren. Lo entendía.

—¿Tú... crees que Armin... me vea como alguien extraño? ¿Que le parezca desagradable seguir en contacto conmigo? —Parecía que la voz se le iba a quebrar en cualquier momento.

—Piénsalo, Eren, ¿tú crees que él sería capaz de algo así?

El mencionado mordió uno de sus labios, soportando las diminutas ganas de sonreír, y tragándose la bola de pelos que sentía en la garganta.

Armin era un chico fascinante. Un chico que apenas y se aceptaba así mismo. Un chico tan bonito que hacía a Eren marearse con su colonia, junto a sus labiales. Con la mirada tan intensa que los leves temblores que daban sus pupilas ni siquiera importaban.

—Él se veía tan bonito hoy... —susurró. Por supuesto que había notado lo rosada que su piel estaba, y sus labios... Escondió la cara, sintiendo su corazón golpear sin piedad—. Soy tan jodidamente gay, mierda —se burló.

—¿Qué tiene de malo? —Marco elevó y bajó los hombros, divertido.

—Antes... Me asusté... demasiado. Cuando me di cuenta de cómo me siento, me asusté saber que no era heterosexual. Me asusté por mi familia, por mis amigos, por los demás, porque su imagen de mí se... se "ensuciaría". —Hizo comillas con los dedos de sus manos, sentándose bien de nuevo—. ¿Qué hacía yo al descubrir todo... esto? —Se señaló, con las palmas de las manos hacia arriba, volviendo a esconder el rostro en sus rodillas.

¿Qué hacía si no era llorar? ¿Qué se supone que debía hacer con sus sentimientos? ¿Qué debía hacer con el nuevo "yo" que acababa de conocer?

—No lo llamaría ensuciar... —empezó el de pecas, mirando las preciosas nubes volver más bello el cielo—. Lo llamaría pintar. —Sonrió.

Los orbes del castaño parecieron destellar—: ¿Pintar?

—No soy bueno con las metáforas —suspiró, girándose a mirar a su amigo—. No estás ensuciando tu imagen, estás viendo los verdaderos colores que llevas.

Jaeger se asomó un poco, logrando verlo, sólo para esbozar una débil sonrisa, que se rompería en cualquier segundo a causa de sus ojos llenándose de lágrimas. Se sentía con menos peso que la noche anterior.

El asunto entero le pareció un suplicio. Saber que estuvo estancado en una orientación sexual, y que de la nada no fuera así. Que lo sacaran de una posición en la que siempre jugó lo desorientó por completo.

Quiero ser bonito || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora