19 | Sonrojos de buenas noches.

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¿Has escuchado de esa frase...? Uh, ¿esa que dice algo como que la realidad te cae de golpe? ¿O que el amor llega cuando menos te lo esperas? ¿No? Eren tampoco.

Algunos dicen que caes en cuenta de que estás enamorado en un momento tan aleatorio que ni siquiera recuerdas cuando empezó ese sentimiento.

Jaeger no lo sabía. Quizá sí y no le interesaba. Sí, no le interesaba. En ese instante, viendo a Armin frente a él, sintiendo como si acabara de dar una vuelta al diamante del campo, sólo podía percatarse de los nervios subiendo y bajando por lo largo, ancho y alto de su cuerpo.

El sol escondiéndose en el horizonte, por detrás de los edificios y establecimientos cercanos a la zona escolar, marcaban la silueta de Arlert, que se atravesaba entre los rayos naranjas.

Y... lucía bonito ahí, sonriéndole solamente.

—¿S-suena lamentable? —La mirada preocupada del ojiazul se fijó en el castaño—. Es por eso que te has quedado callado, ¿cierto?

—¿Qué? —balbuceó, escuchando más el palpitar de su estúpido corazón que la voz de su amigo.

—Debe sonar ridículo... —Apartó la vista, mirando el labial en su mano—. Tan ridículo como yo... —susurró.

—No eres ridículo. —El ceño fruncido de Eren se apareció—. Esas palabras fueron las ridículas, no vuelvas a decirlas.

—Pero es cierto —su voz tembló un poco, pero aún así no se detuvo, ni tampoco cuando dirigió sus pupilas de regreso a las ajenas—, sigo siendo un raro. Me gusta esto —sacudió las hojas en una de sus manos— y esto también. —Le mostró el labial en la otra extremidad.

—¿Y qué? A mí me gusta esto. —Tomó entre sus dedos la tela en su pecho, jalando el uniforme de béisbol. Su mano se dirigió al brazo de Arlert, envolviendo la extremidad—. Y también-...

Lo soltó al instante, como si al haber tocado al otro le hubiera causado una quemazón. ¿Qué iba a decir?

Armin lo miraba extrañado cuando regresó su vista a él.

—A todos nos gustan cosas diferentes, trato de decir —farfulló, pasando su mano por los cabellos en su nuca, mirando los escasos autos andar por la calle—. Y no está mal.

—La mayoría de las personas no me dicen eso —susurró, enterrando su rostro entre sus rodillas.

"¿Sigues jugando a las princesas a ésta edad?"

"Qué risa, ¡mírenlo queriendo ser una niña!"

"¿Lo que hay en tus pantalones no es suficiente, cierto?"

El ceño de Arlert se fue frunciendo a cada recuerdo. La risa que contagiaba a los demás era irritante de rememorar. Nadie le prestaba atención a los comentarios de ella, sólo reían porque Hitch lo hacía.

—La mayoría de las personas son unos idiotas —resopló Eren, mirando hacia el frente, tratando de esparcir esos sentimientos que lo tenían confundido—. Sólo ignoralos.

—Es fácil decirlo —susurró inconscientemente—, pero difícil hacerlo.

Jaeger calló. Torció sus labios, con sus pupilas viajando de aquí para allá, evitando posarse a los lados, no queriendo encontrarse con el rubio.

No sabía qué más aportar a esa conversación. ¿Qué le decía?

—¡Ah! —La pequeña exclamación de Armin llamó la atención del jugador—. N-no es un reclamo o algo parecido —se apresuró a aclarar, al captar que había sido hostil—. Lo siento, soné como un idiota, perdona. —Enterró su rostro de nuevo en sus rodillas, abrazando sus piernas.

Quiero ser bonito || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora