Capítulo XXIII

13K 1K 3.3K
                                    

Suspiró pesadamente cuando algo rozó su mejilla para despertarlo. Sabía que era él por el aroma que desprendía, y aprovechó para removerse sin querer abrir los ojos.

—Hey. —sonrió el rizado, sentándose en la cama en la que él permanecía tumbado. Acarició su mejilla otra vez—. Venga, es tarde.

—Quiero dormir.

—Y yo quiero ser millonario. Ah, vaya, qué despiste. Ya lo soy. —bromeó.

—Tienes la gracia en el culo.

El rizado tan solo rodó los ojos. En otra ocasión habría estado durante tres días sin hablarle a modo de castigo, pero había aprendido a aceptar sus bromas en lugar de tomárselo como una falta de respeto. Algo de lo que, Louis, estaba orgulloso.

—Vamos, levántate.

—No quiero. —rechistó de nuevo.

—El médico te dijo que tenías que caminar un poco para ir volviendo a la normalidad poco a poco. —suspiró.

—Me da igual.

—Entonces no te curarás nunca.

—Ya hace una semana de eso, y ya no me duelen las heridas. —bufó. Harry sonrió acariciando su espalda, colando su mano por debajo de su camiseta.

—No te duelen porque siempre me has hecho caso y has caminado cada día, pero hoy te has levantado rebelde. —bromeó.

El ojiazul volvió a removerse sobre las sábanas de la cama, acercándose más a su secuestrador para que pudiera alcanzar su espalda sin dificultad. No abrió los ojos en ningún momento, pero sí sonrió ante su contacto con él.

—Eres un angelito travieso.

—Y tú un diablito terco.

—Por eso mismo no voy a parar hasta que te levantes y obedezcas.

—Túmbate aquí conmigo. —murmuró, palmeando el costado vacío de su colchón.

—No, solo quieres entretenerme.

—Vamos, ven.

—Louis… —advirtió.

—Quiero un besito. —hizo morritos, ladeando su rostro para que su secuestrador pudiera verlo.

—Para, deja de hacer eso.

—Solo quiero un besito.

—Eres… no te soporto. —bufó. Apartó su mirada de los finos labios del ojiazul, pero no cesó de acariciar su espalda. Louis sonrió triunfante volviendo a pegar su mejilla a la almohada.

—Me amas.

—Te odio.—corrigió.

—¿Esa es tu forma de decir que soy el amor de tu vida? —provocó.

Harry sonrió cabizbajo.

—Puede ser.

Un suspiro se escapó de entre sus labios cuando el castaño extendió sus brazos hacia él, y acabó resignándose a sus peticiones, tumbándose a su lado justo como le había pedido.

Ni siquiera hicieron falta palabras para que el ojiazul se colocara acurrucado a su secuestrador, con la cabeza sobre su pecho y su brazo rodeando su abdomen. La mano del rizado regresó a la espalda de su rehén para acariciarla con delicadeza, y besó su frente cuando cerró los ojos.

—Siempre me acabas liando.

—Podemos liarnos nosotros, si lo prefieres.

—¿Amigos? —recordó en voz alta, haciéndose el interesante. Louis dejó escapar una fuerte carcajada.

Rehén Donde viven las historias. Descúbrelo ahora