Capítulo XXVIII

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La mujer lo miró desde la distancia, a unos metros de él. No quiso acercarse más. Desconfiaba de él, y consideraba la opción de que pudiera haber hombres en los ventanales de la casa esperando para dispararla. Toda precaución fue poca.

—Hola, Louis. Has tardado mucho. —su ceño se frunció ligeramente, y su voz era tranquila. Suave, pero peligrosa. Louis la miró con seriedad, sin ningún tipo de miedo hacia la mujer que ante él se hacía ver.

—Me disteis un año.

—Veo que te lo tomaste al pie de la letra. —ironizó.

—Hace unos días le pregunté cuanto tiempo llevaba en la mansión. Diez meses y unos días, aún estoy en mi límite de tiempo. —trató de ocultar el temblor que había en su voz, ocultando cualquier muestra de debilidad que pudiera jugarle una mala pasada.

—¿Qué información has conseguido?

Fue ahí cuando el miedo se apoderó de él, aunque supo controlarlo bien.

—No mucha. Nada más que negocios y cuentas pendientes. Tengo algunos nombres de traficantes con los que ha planeado futuros proyectos, pero no pasa de ahí.

Y realmente, no mentía. Había intentado conseguir más información, pero jamás había podido averiguar más de lo que estaba contando.

La mujer lo miró con ironía en su expresión facial.

—¿Te crees que somos imbéciles, Louis? ¿acaso quieres que tu hermana muera? ¿es eso lo que quieres? —amenazó frívola. Su mirada se oscureció, y Louis se tensó.

—Quiero una prueba de que sigue viva.

—No.

—Si no me das una prueba de que mi hermana sigue viva, le contaré a Harry todo lo que estáis haciendo. —amenazó encarándola, preso del miedo que estaba sintiendo. Sin embargo, su madre, solamente se limitó a reír.

—Adelante, hazlo. Dile que entraste ahí con una misión, y no como un pobre hijo que pagaba las consecuencias de todo lo que hacían sus padres. Cuéntale que te has dedicado estos diez meses a recopilar información sobre él para poder destruirlo, y que estás unido a nosotros para acabar con todo lo que tiene.

No quería escucharla. Cada palabra que pronunciaban sus labios era como un puñal clavándose en más profundo de su corazón, haciéndole brotar hasta su última gota de sangre.

Estaba traicionando a Harry, y eso lo sabía. Y aunque había cometido el error de enamorarse de él en vez de centrarse en su misión, ahora no podía volver atrás. No cuando la vida de su hermana estaba en juego.

Observó con atención como la mujer agarró un teléfono antiguo, posiblemente uno que rompería en el momento en que él saliera de ahí. Lo miró en silencio mientras marcaba un número, y extendió el dispositivo hacia él en cuanto alguien descolgó.

—¿Lou? —era ella. Era su hermana.

—Lottie, bebé. —masculló con seriedad, tratando de no hacer notar el miedo que se apoderaba de él. No quería darles un motivo para hacerle daño, y sabía que la indiferencia era clave en aquel momento—. ¿Estás bien?

—S…sí. Estoy bien, p…pero… —su voz se entrecortó. Estaba llorando—. Lou, vuelve. Te echo de m…menos.

—Pronto, bebé. Te lo prometo.

—¿Sabes? hoy he soñado c…contigo.

—¿Sí? —una débil sonrisa se formuló en su rostro al escucharla—. ¿Y qué has soñado?

—Que íbamos a jugar con los vecinos.

—Bien, ya basta. —la mujer colgó el teléfono, pisándolo en cuanto lo lanzó al suelo. Louis la miró.

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