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——റ—ང❋°°°♤°°°❋ང—റ——

A la mañana siguiente, se presenta en mi habitación, me trae la ropa del día, me dirijo al cuarto de baño y me doy una ducha, al salir me pongo el conjunto de encaje junto con el vestido color violeta que me trajo, me desenredo los cabellos, me pongo un poco de labial y rímel que me trajo, trato de ser lo más adorable posible, tal vez en algunos días logre mi objetivo, tengo que poner mucha atención a cada rincón de la casa.
Al salir lo encuentro sentado en el borde de la cama, está nervioso, ciertamente esta inseguro de dejarme salir, debo ser cuidadosa, si descubre mis verdaderas intenciones no sé qué es lo que pueda pasar, me acerco a él.
- ¿Estás bien? –pregunto estoy nerviosa –Mira no te sientas presionado –prosigo –si no crees que sea bueno que salga ahora, puedo esperar.
Me mira meditando mis palabras, al parecer no se esperaba eso, no sabe cómo reaccionar, aun no confía en mí y es un punto a su favor, yo solo busco la manera de envolverlo y luego poder huir de aquí.
-No es eso, es solo que...
-No confías en mí.
-Yo.
-No te preocupes, lo entiendo –digo mirándolo sonriendo –escucha mejor pide que me suban el desayuno, quédate conmigo, quiero que desayunemos juntos, aunque no salga quiero que te quedes.
- ¡No! –dice y me sobresalta su rudeza.
Vaya, creo que lo estoy alterando inconscientemente tengo que cambiar mis tácticas. Será más difícil de los que pensé, no se dejará envolver tan fácilmente a mis acciones. Me dirijo fuera de su campo de visión, me acerco a la ventana, al parecer tendré que esforzarme más para que confié en mí.
-Está bien –respondo a su respuesta tan dura.
Se crea un silencio incomodo, no busco palabras para que logremos estar en armonía, que empiece a fluir la confianza.
-No quise ser brusco –dice a mis espaldas –me refería a que no quiero desayunar aquí –me giro a observarlo –vamos –dice y me tiende la mano.
Estoy emocionada no pensé que cambie de idea, al fin podre trazar mi plan, si muevo bien mis cartas en poco tiempo dejare este horrible lugar. Me acerco y le tomo la mano, al abrir la puerta respiro hondo, tengo curiosidad, espero que esa misma curiosidad no me delate. Recorremos el pasillo, observo cada objeto que nos rodea, todo es de un extremo lujo, este hombre debe ser millonario, o está metido en algo turbio lo cual me deja los vellos de punta, bajamos las escaleras y pasamos por una sala enorme, en medio se ubica un enorme sofá color marfil, tiene forma semicircular, observo todo a gran detalle, cuadros enormes dominan las paredes de un blanco inmaculado, desde mi punto de vista esos cuadros valen millones, siento su mirada, al girar el rostro me observa detenidamente, tal vez buscando una reacción a mis verdaderas intenciones.
Aparto la mirada, en la puerta principal se encuentran dos guardias en las afueras, por los ventanales se observa movimiento, varios guardias pasean por los jardines, trago saliva, se me complica todo al ver a los guardias vigilando la mansión, esos hombres deben estar armados, ellos llevan ventaja en eso.
- ¡Gina! –grita que me sobresalta.
Escucho una voz dulce por algún lado pidiendo un momento, busco en todo el espacio, detrás de él asoma una mujer menuda, cabello rubio, cara angelical, viste de manera informal.
-Damián ¿qué sucede?
¿Damián? Abro la boca al escucharla llamarle por su nombre. El me observa, no puedo ocultar mi asombro al hecho de que al fin luego de varios días, o más bien semanas puedo saber cómo se llama, en todo este tiempo he estado en desventaja él sabe mi nombre y yo no conozco a mi secuestrador.
-Gina ¿qué te he dicho? –gruñe.
-Disculpa hijo, pero acostumbro a llamarte por tu nombre desde que eras un bebé –me informa la mujer sin querer.
-No se preocupe –digo logrando que al fin se fije en mi –después de todo me ha hecho un favor, no he logrado que me diga cómo se llama en todo este tiempo.
La mujer me observa detenidamente al percatarse que no están solos, la miro y le sonrió.
-Gina ella es la mujer que traje de México.
Lo observo dándole explicaciones, la mujer llamada Gina me mira curiosa.
-Mucho gusto –pronuncio.
-Ella es la razón por la cual no me dejas subir a las habitaciones ¿cierto?
-Si, quería que se acostumbre a vivir aquí.
La veo asentir con la cabeza, por su rostro debe está meditando la información recibida.
-Lo siento querida, no quiero ser maleducada, es solo que cuando él te trajo, le eche una bronca inmensa, no me acostumbro al hecho de que te trajo a la fuerza.
-Está bien –digo algo aturdida, si no estuvo de acuerdo ¿porque dejo que lo hiciera? Lo que hubiera dado que lo convenciera y me dejara libre.
-Lo siento –dice mirándome compungida.
-Basta de tantas explicaciones, ella no necesita saber tus niveles de moral con lo que hice, ya lo hice y no hay vuelta atrás –anuncia.
Aparto la mirada, quiero matarlo, pero si le demuestro mi odio todo se vendrá abajo, así que me guardo mis opiniones y trato de poner la mejor de mis sonrisas para no demostrar mi enfado.
-Bueno, está bien –dice y se me acerca, me toma de la mano –ven mi niña, tú también jovencito –prosigue y lo toma del brazo –ya está listo el desayuno –nos dice y cambia radicalmente el rumbo de la conversación.  Nos guía a la cocina, al entrar veo una cocina muy bien equipada, claramente todo es de lujo aquí.
Durante el desayuno la señora Gina se ha enfocado en mí, me ha preguntado mis gustos, que me gustaría comer, de donde soy, si ya había tenido pareja, en este punto he visto interés en Damián, tal vez tenga miedo que haya un hombre buscándome, para mi desgracia no lo hay, lo veo relajarse visiblemente, Gina prosigue con el interrogatorio, mi color favorito, para decorar mi habitación, y el último punto y más doloroso de responder, mi familia, trago saliva no quiero derrumbarme. Damián la fulmina con la mirada.
-Lo siento cariño sé que es un punto sensible, pero quería conocer tus afectos, después de todo estoy aquí para cuidarte como lo he hecho con Damián.
Lo veo poner los ojos en blanco, pero sonríe levemente, desvía la mirada y le da un trago a su taza de café, observo la interacción de ellos dos, lo cual me desconcierta, pero a la vez me fascina ver que se tratan como madre e hijo, después de todo este hombre al parecer tiene sentimientos, se deja querer y a la vez demuestra un profundo afecto a esta mujer. Mis planes con ella cambian, no la puedo cambiar de bando, ella lo conoce, sí, pero está familiarizada con él, lo ve como un hijo, su adoración, por lo tanto, si le digo que me ayude a escapar, lo más seguro es que me delate.
Pido permiso para ir al baño, me siento como colegiala levantando la mano para salir del aula, Gina me dirige a un baño en la planta baja, está cerca de la cocina, ella regresa a la cocina, mientras uso el cuarto de baño, una vez dentro hago mis necesidades, y comienzo a analizar mi situación, no tengo aliados en esta casa, lo cual es frustrante, no tengo idea a donde dirigirme, a quien acudir ni nada, estoy perdida por el momento, lo cual me deprime. Me seco y descubro para mi sorpresa que estoy en regla, ¡Argh! genial, lo que me faltaba, salgo del cuarto de baño y me dirijo a la cocina, al entrar en ella me observan, Gina sonríe y yo la miro nerviosa, no quiero que escuche Damián, pero lo más seguro es que ella se lo diga.
-Gina disculpe ¿puedo decirle algo... a solas?
Damián me mira interrogativo, no quiero que escuche lo que diré, es hombre y me da vergüenza que se entere, sé que tarde o temprano lo hará ya que en algún momento querrá tener sexo y no estaré disponible, pero es vergonzoso que prefiero que ella se lo diga a que lo escuche de mis labios. La veo acercarse, me sonríe amablemente.
- ¿Qué sucede mi niña?
-Es que –digo lo más bajo que puedo –yo... de casualidad no tendrá... Dios esto es vergonzoso... de casualidad no tendrá algunos tampones –termino y mi rostro se vuelve escarlata.
Gina me sonríe y me mira risueña, la veo dirigirse a Damián le dice algo al oído y lo veo mirarme, me muerdo el labio, él se levanta mirándome, se acerca a un interfono, llama a un guardia y esperamos o espero ya que ella ha desaparecido.
Cuando llega el guardia, Damián se acerca y dice.
-Quiero que lleves a la señora Gina al centro comercial, va a hacer unas compras para la señora de la casa –anuncia.
¿Me acaba de presentar como la señora de esta casa? Trago saliva, el guardia asiente, Gina reaparece con un abrigo y su bolso, me dirige una sonrisa.
-No se preocupe, conseguiré lo que necesita, estará cómoda.
Asiento, me pregunta que necesito y se lo comunico, ella asiente tomando nota y se va con el guardia al mall, me quedo nuevamente a solas con Damián.
No sé qué hacer, me quedo parada esperando.
- ¿Por qué no querías decirme?
- ¿Qué cosa? –pregunto inocentemente.
-Sabes a lo que me refiero, preferiste decirle a Gina en vez de a mí, que estas en regla.
¿Por qué diablos me reclama? Es algo íntimo, algo mío que no debería estar diciendo a todo el que conozco, si estuviera en casa no estaría pasando estas vergüenzas.
-Yo... –comienzo –me, me da vergüenza.
- ¿Vergüenza?
-Si
- ¿Por qué?
- ¿Enserio estas preguntando?
-Si, quiero que me respondas.
-Damián soy mujer, esto no debería estar anunciándolo cada que me sucede, es mi intimidad.
-Una intimidad que compartes conmigo.
-Es diferente, una mujer no estará diciendo, o por lo menos en mi punto de vista, no va diciendo a su pareja cómprame tampones ya llego mi día.
- ¿Por qué no?
-Porque es algo de nosotras, algo que no se lo dices a cualquiera, en todo caso a tu madre, o te quedas callada, haces lo que necesitas para estar cómoda en esos días sin molestar a nadie.
-No es una molestia –dice –para mí sería ideal que me digas que necesitas, que sucede contigo, con tu cuerpo.
-Yo...
-Por favor es algo que todos los hombres deberían hacer por su mujer, preocuparse por su bienestar, por si está bien, si le duele algo, si esta... indispuesta.
Al escucharlo hablar no puedo creer que sea el mismo hombre que me secuestro, tiene tanto sentimiento sus palabras, que fácilmente le creería, podría ser el hombre ideal, pero mi cabeza no borra el hecho de que me tiene aquí a la fuerza, lo observo entornando la mirada, este hombre me confunde.
-Bueno ya lo sabes –digo apartando la mirada.
-Si... ya lo sé, ven –dice y me guía hasta una puerta doble del otro lado.
Al adentrarnos observo que es una biblioteca, que también funge como oficina, hay una laptop en el escritorio que se encuentra frente a un gran ventanal, hay varias repisas que están repletas de libros de pasta dura, en una mesilla se encuentra un jarrón de peonias rosadas mezcladas con rosas color marfil, junto a ella hay un sofá de una sola pieza grande en color gris, en la pared opuesta a los libreros se encuentra un enorme cuadro familiar, un cuadro realmente impresionante, observo detenidamente los rostros, entre ellos se encuentra Damián, se encuentra parado en medio de dos personas que están sentadas, toma posesivamente los hombros de ellos un hombre y una mujer, cada uno tiene una mano sosteniendo la de su hijo, bueno quiero creer que son sus padres.
-Keira –pronuncia y me saca de mis cavilaciones.
- ¿Sí? –digo y lo observo.
-Ellos son mis padres –dice y mis pensamientos confirman los hechos, lo miro y está observando el cuadro, su mirada es impenetrable, me pregunto que estará pasando por su mente.
-Se ve que los adorabas.
Me mira entornando los ojos, trato de mantener mis facciones relajadas.
- ¿Por qué lo dices?
-La forma en la que les tomas del hombro, como asegurándote de que ellos estén a tu lado, me recuerdan a mis padres –digo sin apartar la vista del cuadro –en las fotos siempre me ponían un brazo alrededor de la cintura o mi padre me tomaba del hombro y mi madre de la mano, era algo que siempre hacían.
Se crea un silencio ensordecedor, recordar a mis padres siempre será doloroso, en estas circunstancias, siempre recuerdo lo que hacían, cada acción está grabada a fuego en mi memoria,
-Los amaba –pronuncia rompiendo el silencio.
- ¿Cómo?
-Ellos... ellos murieron poco después de tomarnos esta foto –su mirada esta puesta en el retrato, lo observo detenidamente, por su tono de voz diría que le cuesta trabajo decirme sus sentimientos, pero su rostro muestra una dureza que no logro descifrar cuál es su verdadero sentir.
-Damián –susurro.
-Cambiemos de tema –dice bruscamente –escucha, yo te traje aquí por una razón.
-Está bien.
-No quiero que te sientas prisionera, quiero que te acostumbres a tu nueva vida, quiero que me aceptes en tu nueva vida.
-Yo...
-Escúchame, solo escucha por favor –dice –tengo deseos, deseos realmente profundos, que solo tú puedes llenar.
Lo miro pensativa ¿a qué va todo esto?
-Deseo tantas cosas de ti, desde el momento en que te vi, cuando entraste al restaurante, fue ver una visión, verte tan pura, tan mía, en el sentido de querer que lo fueras, que te fijaras en mí.
-Lo hice –lo interrumpo.
- ¿Cómo?
Ay maldita sea, me doy una bofetada mental.
-Cuando fui a la barra en la discoteca, vi a un hombre, le sonreí, cuando me arrebataron la copa de la mano, te mire, y ciertamente me sentí atraída por ti –no sé porque me confieso de esta forma, pero si funciona para que me crea, lo agradecería –te vi sonreír, pensé que te burlabas de mí, o no sé qué es lo que paso por tu mente, en un principio, quise preguntártelo, pero me dio miedo, y luego te vi hablando por teléfono, me dije no está interesado –rio para darle realismo.
Me mira curioso, espero que funcione decirle todo esto, hacerle ver que en el fondo si hubiera actuado de otra forma, tal vez yo pudiera amarlo, pienso en eso cada noche, me atrajo desde el momento en que nuestras miradas, se cruzaron, no puedo negarlo, pero, el hecho de que haya recurrido a todo esto y luego que me forzara en nuestra primera noche, es imposible poder olvidarlo, para su desgracia, hizo crecer solamente odio en mí, quiero escapar, irme lejos, que nunca pueda encontrarme, pero aún no sé cómo.

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Cambiaré por Tí (Damián)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora