El dolor y la preocupación jamás abandonaron el pecho de Raúl desde aquel suceso.
En el camino a casa retiró los pedazos de vidrio que habían quedado en su piel, aquello hizo sangrar más su mano, pero al menos fue más fácil mentirle a su madre diciendo que había tropezado y caído contra las rocas, ahora su mano traía sutiles vendajes. En el resto del fin de semana, no recibió mensaje, llamada ni señal de Rubén, esperaba encontrarlo en la escuela nuevamente.Y vaya que no se equivocó, ahí estaba nuevamente la figura que tanto necesitaban sus ojos ver, ahora su cara no estaba cubierta, y aunque tenía alguna herida, no lucía tan espantosa, tan sólo traía puesta su capucha, Raúl lo miró desde lejos sin el valor de acercarse a hablar, no sabía por dónde empezar. Ni siquiera habían tenido la oportunidad de pasar a la primera clase antes de que sus nombres fueran llamados por el director de la escuela, con la urgencia de verlos. Raúl estaba lo suficientemente preocupado por Rubén que no le importó el motivo de la llamada.
Pudo notar como sus ojos y los del nórdico se encontraron durante un segundo, lo suficiente para despreocupar a su corazón, y aunque Rubén lo ignoró durante el camino a la sala del director, Raúl se sintió cómodo por unos momentos.
—Álvarez, ya no necesitas ser tutor de Doblas, su castigo queda levantado, pueden retirarse —sentenció el señor de manera rápida.
—¿Qué...?
—Lo que escuchó, Doblas ha alcanzado el rendimiento académico que necesitábamos, si sigue con ese ritmo, podrá reponerse. Gracias al joven Álvarez por su colaboración como tutor, oficialmente ya no necesitan estar juntos —explicó el hombre, aunque de manera innecesaria pues aún así Raúl no lo escuchó.
—Gracias —murmuró Rubén, hablando por primera vez, antes de retirarse de la sala, Raúl lo siguió con la mirada guardando su gesto de pánico.
—Joven Álvarez, vuelva a clase —espetó el hombre mayor al ver que Raúl seguía en la silla.
—Gracias...
A duras penas salió de aquella sala, su mirada clavada en el suelo, no podía encontrar a Rubén en los pasillos, seguramente había entrado a clase ya, y él debía hacer lo mismo.
Raúl tenía miedo, su única excusa para acercarse era su posición como tutor, ahora que ya no la tenía, temía porque ya no pudiera acercarse más.Le fue difícil prestar atención en clase sin que sus órbitas pasearan por la silueta del nórdico esperando alguna señal que le dejara saber que él también lo miraba, esa señal nunca se presentó.
Ahora su opción era enfrentarlo durante el receso, y apenas el sonido de la campana sonó, Raúl se paró de su lugar para seguirlo de cerca.—Rubén —sin respuesta—. Rubén, oye, Rubén —insistía en vano—. Doblas... Rubén, oye, escúchame, Rubén.
—¿Qué quieres?
—Rubén... ¿Por qué no me hablas...? —preguntó en un hilo de voz por los nervios—. ¿Te sucedió algo malo?
—Lo que sucedió fue que apareciste en mi vida, eso sucedió —respondió en tono grosero.
—Escucha, no debí ir de esa manera a tu casa... Lo siento... —trató de disculparse, negándose a escuchar a Rubén.
—No, no lo sientes, no sabes nada —gruñó Rubén encogiéndose en busca de ignorarlo y caminar más rápido, que Raúl se aferraba.
—No tienes porqué ser así... Nosotros... Nosotros podemos seguir juntos —murmuró Raúl tratando de escuchar alguna respuesta buena.
—No somos nosotros, nunca debimos ser nosotros —escupió con asco en sus palabras, había parado de caminar—. Lo sé, lo veía en tu cara, te daba asco estar conmigo, te incomodaba cada centímetro de mí, y no pretendas que ya no es así, yo sé que es así, siempre es así.
Raúl enmudeció con las palabras, no podía llevarle la contraria puesto que no mentía del todo, pero le enojó que no tenía razón de todo.
—No me das asco, Rubén... Ahora ya no, ahora quiero estar contigo... de verdad sentía que podíamos funcionar —explicó cortando la distancia a pasos lentos, quería acercarse y darle un abrazo sin que se enojara, pero era imposible.
—¡No es cierto! Tú no me quieres —gritó Rubén empujando a Raúl, y aunque no perdió el equilibrio, sí lo obligó a retroceder y había lastimado sus hombros—. ¡Crees que puedes tener control sobre mí! Sólo quieres sentir que tienes control sobre algo, no me quieres.
El azabache se sorprendía con sus palabras, se cuestionó si en verdad pensaba eso o tan sólo eran ideas que en su casa le habían echo creer, se sentía mal porque llegara a esa conclusión, Raúl quedó pío en su lugar y pegando sus manos vendas a su pecho, tan sólo viendo a Rubén con la mirada rota, sus ojos suplicaban una oportunidad, pero los de Rubén ahora parecían espadas, espadas forjadas con un hierro cortante y frío que penetraban el más recóndito lugar de su culpa.
—Aún podemos arreglarlo... —murmuró con el último hilo de voz que le quedaba antes de sentir su corazón atrapado y con un dolor fastidioso, sentía su pecho tan sensible que cualquier pequeña aguja lo haría desangrarse.
—No podemos, tan sólo mírate... Eso que tienes en las manos lo hice yo, el empujón te lo dí yo, esas lágrimas las causé yo... ¿De verdad quieres estar cerca de algo así? —dijo Rubén con voz acusadora, Raúl no había notado que tenía lágrimas derramando sus mejillas—. Tú y yo somos errores, no esperes que dos espinas creen una flor.
A Raúl le disgustaba que las palabras de Rubén dolieran tanto, aunque cuando su tono de voz era más relajado, seguía doliendo. Su aliento no le permitió hablar más, el castaño le dió una última mirada de desaprobación antes de seguir caminando y perdiéndose entre los pasillos, y Raúl seguía ahí.
Había perdido, y no quería reconocerlo.¿Iba a llorar? Por supuesto que sí, iba a encerrarse en el baño y llorar hasta que el aire se le fuera de los pulmones, y hasta que sus lágrimas ahogaran el dolor que sentía. Él había forjado su propio castigo, y no soportaba que doliera tanto. Se odió a sí mismo y cada día que había pasado a su lado, odió haber anhelado tanto cada sonrisa, roce y calidez, odió haber amado tanto esa personalidad difícil, odió todo sobre él, pero jamás a él, a él no podría odiarlo.

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Allende || Rubiusplay
Fiksi PenggemarRubén es un chico de preparatoria bastante despistado, por otro lado, Raúl es alguien muy recto. A sus docentes les pareció buena idea juntar esos polos opuestos. »Temas de violencia, insultos.