[OO4]

589 89 27
                                    

—Esas son las características principales en el pretérito y copretérito —dictaba Raúl, bastante cómodo sentando en una banca con Doblas, estudiaban fuera de la cafetería esta vez ya que Rubén había lanzado una bolsita de ketchup a un grupo de chicas—. ¿Puedes repetirme cuáles eran las características?

—Pretérito indica acciones pasadas que ya acabaron y copretérito acciones pasadas que no indican un fin —respondió Rubén apuntando en su libreta—. Esto lo ví cuando tenía 8 años...

—Bueno, aún así fallaste en la tarea, así que tienes que repasarlo. Ahora sigue álgebra —dijo el azabache cerrando ese libro para abrir el siguiente y seguir leyendo, ya se había acostumbrado a leerle la tarea a Rubén.

—Tomemos un descanso, me duele la cabeza —dijo Rubén rascando su nuca.

—¿Una de las chicas te llegó a golpear también? Aún siento el golpe de su bolso en la cabeza —bufó Raúl cerrando el libro para dejar descansar a Rubén.

—No, no es eso, sólo quiero descansar —respondió entre suspiros, Raúl decidió dejarlo en paz.

Raúl guardó sus cosas en su bolsillo ignorando un poco a Rubén para dejarlo descansar, aunque no fue fácil ignorarlo cuando sintió su cabeza acomodarse en su regazo, debía admitir que se asustó, luego se puso nervioso, y se confundió, por suerte Rubén no notó sus caras de incomodidad pues tenía sus ojos cerrados.

—Ah... ¿Rubén...? —llamó con un tono inseguro pero el nórdico no respondió, lo dejó ahí tratando de relajarse y también calmando el temblor de sus piernas.

En verdad él era muy confuso. Podía observar lo poco que le agradaba el contacto con los demás, siempre trataba de huir de las multitudes, así que ese gesto era nuevo. Al menos era la primera vez que podía ver su rostro de cerca, aunque el nervio no lo dejaba poner demasiada atención.

En las pocas semanas que llevaban juntos lograba notar un avance en Rubén, aunque sus tareas no eran perfectas, al menos entregaba todas, le prestaba más atención a clases y también cuando le leía la tarea. No podía decir mucho sobre sus habilidades sociales pues seguía siendo un grosero con los demás, incluso con él, pero al menos lograba ver algo más que un niño grosero, también veía a un niño bromista, veía a un niño triste; por más que trataba de ocultar esa cara larga, Raúl podía verla algunas veces.

—¿Qué perfume usas? Huele a revista de señora —habló Rubén logrando que a Raúl le bajen los nervios, y le suban nuevamente.

—¿Eh? Ah... Pues... —balbuceaba, Rubén tan sólo rió por lo bajo. Era extraño pues se sentía nervioso aunque él ni siquiera lo miraba.

—Calvo —llamó Doblas logrando que el azabache deje de balbucear—. ¿Me dejas ir a tu casa para hacer tarea?

—¿Tarea? Ah... —lo dudó, era repentino y aún no sabía si su madre le daría permiso, pero es que Rubén abrió los ojos y lo miró directamente, aunque seguía sobre su regazo, se sintió demasiado pequeño—. Bueno... Está bien.

No sabía si continuar el choque de miradas o apartar la vista, en cualquiera de los dos se vería patético, así que optó por taparle los ojos.

—¿Qué haces? —preguntó Doblas.

—Cállate.

Debía decir que esperaba ansioso el fin de sus clases, así como esperaba que se hicieran eternas las clases. Era la primera vez que llevaría a alguien a la casa y no sabía qué decirle a su madre. Ni siquiera lo podía presentar como un amigo, se torturaba la cabeza buscando qué palabras elegir, y le sacaba de sus casillas el ver lo relajado que se veía Rubén.
Lo acompañó a su casa en total silencio, uno que no se sentía incómodo, Rubén siempre era callado, y él tenía mucho ruido en su cabeza así que no había problema, al menos hasta llegar a su casa.

Encontrar a su madre en la cocina fue incómodo, pero necesario.

—Mamá, traje a... Rubén Doblas... Es de mi clase... Vino a hacer tarea conmigo —saludó Raúl algo inestable.

—¿Doblas? Ese apellido es raro —dijo su madre, la señora Álvarez.

—Soy extranjero, y amigo de su hijo, me iré pronto, no se preocupe. Sólo vine por tarea —dijo Rubén de manera educada, cosa que sorprendió a Álvarez.

—Ah, bien, pueden usar la sala —ofreció la señora de manera amable.

—No, no, iremos a mi pieza, gracias mamá —dijo Raúl tratando de evadirla, ni ella ni Rubén dijeron nada al respecto así que se despidió rápidamente y jaló a Rubén de su capucha hasta llevarlo a su habitación.

Una vez ahí, se encerró con él y soltó un suspiro, Rubén lo miró apoyarse de la puerta y sonrió juguetón.

—¿Qué? ¿Soy tu primer amigo? —preguntó con la intención de molestar.

—Ah... Sí, tal vez... No importa, hagamos tarea y ya —respondió una vez se repuso, al parecer ahora Doblas y él eran amigos.

Doblas no molestó, prestó atención como siempre lo hacía, también podía notar como miraba su habitación, parecía interesado en los pósters sobre videojuegos que tenía. Raúl no se animó a hablar sobre eso, prefirió centrarse en su tarea, la cual no fue tan difícil de acabar.

—No sabía que te gustaban los videojuegos —murmuró Doblas sin dejar de escribir en su libreta a un lado de Raúl.

—Algunos... No son muy interesantes —respondió Raúl en su escritorio sin dirigirle mirada—. ¿Por qué querías venir a mi casa? Podíamos hacerlo en clases.

—Ah... No lo sé —dijo Rubén mordiendo ligeramente su labio, aquello significaba incomodidad.

—¿Estás mintiendo? Digo... Si querías venir a mi casa no tenías que poner la excusa de la tarea —trató de animar Raúl.

—Bueno, no importa —intentó evadir encogiéndose en su asiento, Raúl tan sólo logró tener más curiosidad.

—También pudiste avisarme que éramos amigos, me tomó por sorpresa —dijo con una pequeña risa.

—Creí que era obvio, pasamos mucho tiempo juntos —dijo el castaño rascando su nuca, a Raúl le fastidiaba el que no le dirigiera la mirada.

—Tal vez... Pero aún no sé casi nada de tí, además de saber que eres un desastre —bromeó extendiendo su mano hacia Rubén para darle palmaditas en su cabello.

Rubén permitió ese contacto por algunos segundos antes de tomar su muñeca de manera repentina y mirarlo, alertando a Álvarez.

—¿Quieres saber algo más de mi? Me gustas —sentenció para después soltar su muñeca y volver a desviar la mirada.

—Espera, ¿Qué? —preguntó el azabache apenas procesando sus palabras, se sorprendió bastante y también temió el haber escuchado mal.

—Me voy —fue lo único que Doblas respondió antes de levantarse del escritorio y caminar hacia la puerta, Raúl se apresuró a seguirlo.

—¡E-espera! Tus libr...

—Me los das mañana, nos vemos —dijo cortante saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras él, logró escucharlo bajar las escaleras y despedirse de su madre, él se mantuvo ahí sin saber qué tan correcto era seguirlo.

Sin duda ese último minuto lo había dejado muy confuso a Raúl, miraba estático hacia la puerta con nuevos pensamientos rondando por su cabeza sin ninguna dirección, aquello había sido raro.

Allende || RubiusplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora