XXI. Asfixia.

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En una habitación vacía que parecía olvidada por el tiempo, yacía un chico de rodillas en el suelo frío. Aquella gélida noche de otoño parecía no tener final, sobre todo porque bajo de su uniforme planchado a detalle escurría sangre de su espalda luego del impacto de una regla metálica: una, dos, tres... siete veces por contradecir las palabras de su autoridad. Él le rogaba a Dios que por piedad lo escuchara, rezando cada una de las plegarias que en el templo le habían enseñado, pero parecían no tener efecto alguno; no había respuestas.

Una puerta detrás suyo se abrió, dejando entrar luz artificial a su desesperación. Volteó de inmediato, tenía fe de que fueran buenas noticias, pero sólo era Park Jongseong.

⏤¿Cómo estás? ⏤cuestionó, intentando sonar amable.

-Si vienes para burlarte, mejor retírate -respondió frívolo desde el suelo una vez que le volvió a dar la espalda.

⏤Por supuesto que no. Quería saber cómo estás, cómo te sientes ⏤comenzó a caminar con pasos grandes hasta ponerse en cuclillas a un lado de él ⏤. Sunghoon, no puedes esconderte para siempre.

¡Es lo que me obligaste a hacer!

Rápidamente, la habitación se llenó de nuevo de llantos, sollozos y un par de maldiciones en susurros lanzados al aire. Jongseong se acercó hasta intentar darle palmaditas a Sunghoon, pero este se alejó de inmediato.

⏤Basta, no somos enemigos. Yo no le dije a nadie sobre esto, ¿por qué lo haría? Nunca quise lastimarte ⏤explicó con la voz más alta. Aunque sabía que no mentía, no podía dejar de sentirse culpable por lo que estaba sucediendo.

⏤No se trata de eso.

Jongseong suspiró frustrado; quería razones, pero nadie se las daba. Lo último que recordaba era estar acompañando a Sunghoon en el jardín cuando de repente un par de prefectos ordenaron inmediata separación y se llevaron arrastrando a Sunghoon sin dar una explicación. Todo se desbordó en poco tiempo; no había nada que hacer. Él preguntó a cada maestro, a cada alumno, a cada persona que encontrara por los pasillos y todos respondían con la misma mueca de incomodidad. Jongseong estaba a punto de rendirse hasta que escuchó de la boca de Sunghoon todo lo que había vivido en el Aula F solo por ser lo que es, un chico homosexual. Lo intentó abrazar y consolar, pero era demasiado tarde; el daño estaba hecho.

Y eso lo llevaba a aquel día, luego de que ya todos en el internado sabían esa información. La hora libre más oscura. Intentó poner su mano en su hombro, pero fue en vano.

⏤¡No me toques! ⏤ordenó Sunghoon con un toque de histeria en su débil voz.

⏤Sunghoon, yo...

Fue el Park menor que se alejó de inmediato y negó con la cabeza, marcando el final de la conversación; estaba terminado. Jongseong recogió el poco orgullo herido que le quedaba y salió por la puerta deseando poder volver el tiempo atrás y encontrar donde se rompió la línea.

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Beyond The Line | JakeHoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora