12.

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Arco III

La tragedia de un alma rota.

— ¡Corte! ¡Corte!

La voz de Glen resuena por quinceava vez en todo el set gracias al megáfono negro que lleva en una mano.

— Harry, necesito que mires al punto fijo que está en la flecha señalada ¿de acuerdo? —Dice literalmente señalando el adhesivo pegado en el pilar de un edificio con su mano—. Ya lo hablamos ¿recuerdas?

— Sí, si... lo siento.

Responde Harry en apenas voz audible, regresando a la cruz marcada en el piso que indica el punto inicial.

— ¡Vamos, cariño! ¡No es tan difícil, tú puedes! 

Anima con una sonrisa falsa en su rostro. Harry no lo culpa, ha estado pausando la grabación más de lo que debería. Entiende que este estresado de que un chico idiota como él no pueda acatar una orden tan simple como es mirar al horizonte poniendo una cara bonita y ensoñada.

Pero como puede hacer eso sintiéndose tan derrotado.

Fue un idiota. Siendo tan ingenuo.

Si la autoridad hubiese corrido por parte de Harry, se habría ido ya desde hace un rato. No puede sin embargo, porque tiene un contrato y Ted le ha asegurado una y otra vez que él no es más que un peón de una jugada de ajedrez para conseguir el éxito.

En su defensa, Harry jamás pensó en lastimar a Louis. Nunca. Es tan estúpido suponer que tendría la intención completamente real de hacerlo.

¿Por qué heriría a la única persona que se ha quedado aun sabiendo todo el caos que lleva arrastrando? Harry está enamorado. 

¿Tan estúpido de su parte, no es cierto? No tiene sentido, pero como sea. Al final del día es eso, el amor no tiene ningún sentido.

Ya ni siquiera importa, porque Harry lo perdió todo tan rápido como llego.

Ironías de la vida.

— ¡Retoque de maquillaje! —Pide Christopher—. Solo un poco de iluminador en pómulos, Eve.

— ¡Ya voy!

Eve se aproxima a él. Su estuchería amarrada sobre su cintura, sacando con rapidez un frasco de iluminador líquido.

— ¿Estás mejor? —Pregunta la chica en un susurro.

Colocando una sola gota en cada pómulo, para difuminar con suavidad. Harry se encoge de hombros sin entusiasmo, la vergüenza transmitiéndose de forma interna luego de haber llorado un poco frente a ella después de que Louis se fuera. Algo terrible sinceramente.

— Va a darse cuenta, tranquilo —Consuela—. No fue tu culpa.

Harry no le cree, pero tampoco la contradice. Finge asentir con la cabeza y luego la ve alejarse con una sonrisa que parece más una mueca llena de lastima.

Se siente tan diferente, tan ausente como en piloto automático. No es como que pueda cambiar algo al respecto. 

Las cosas sucedieron como sucedieron. Louis odia a Harry y Harry se odia a sí mismo. Aunque lo último realmente no es novedad.

— ¡Listos! ¡Toma veintisiete! —La claqueta negro con blanco es activada frente a su rostro antes de que Christopher grite—. ¡Acción!

Harry camina, acercándose a el punto designado como le pidieron en primer lugar.

Aun así tiene que repetir la escena unas cuatro veces más porque su rostro parece no verse tan galante y vivo como antes.

Harry está agotado. Solo quiere que todo termine.

La Belleza del Caos ➵ Larry's VersionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora