Capitulo 1

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En la mansión Gress, hay muchísimas habitaciones y también muchísimos zapatos en la entrada, se compraba comida en grandes cantidades y todo solía estar de punta en blanco. 

— ¡Es hora de desayunar! ¡Arriba, mojones! —iba golpeando en todas las puertas— Si no desayunan van a ser unos debiluchos, y yo no quiero débiles en esta casa. —bufó— ¡Hoy es lunes de waffles! 

Joaquin Gress, un capo de alto nivel, tiene tantos hijos que sentía que pronto debería extender su mansión. 

No eran sus hijos como tal, pero él los acogía entre sus brazos y se hacía cargo de ellos aún cuando alcanzaban la mayoría de edad. Les daba una buena crianza y la mejor educación posible, apoyándolos en cualquier decisión que quisiesen tomar.  Eran sus niños, su pequeño ejército. Su orgullo. 

Aunque algunos seguirían el mismo camino que él, otros querrían hacer de su vida algo más. 

A sus veintinueve años, había tenido el placer de mejorar la vida para muchas personas porque, ¿quién dice que un mafioso despiadado como él no puede ser bueno algunas veces? Él dinero le sobraba, incluso juraba que podría morir sin haberlo gastado todo así que prefería usarlo para generar mejores personas. 

Solía ser más estricto con los más pequeños, pero eso es porque quería lo mejor para ellos. Con los mayores era más permisivo, puesto que diferenciaban mejor el bien y el mal. Y con los que ya habían volado del nido, estaba encantado. Jamás había recibido malas noticias de ellos. 

Su mayor orgullo era su hermanastro, Cha Eunwoo, quien fue fruto de un amorío de su padre.  

Aunque era una historia trágica la de ellos dos, ya que Joaquín creció siendo hijo único mientras que su padre le juraba amor eterno a su madre. Luego, ella encontró que su esposo le estaba siendo infiel y que además tenía un hijo. Su padre, al sentirse con el derecho de hacer y deshacer a su antojo, encerró a ambas mujeres en una habitación para luego matarlas. 

Para todo esto, Joaquín estaba a punto de cumplir los dieciocho y Eunwoo sólo tenía trece años. El rubio era consciente de que ellos no tenían la culpa, y no dejaría que algo le ocurriera a lo único que le quedaba.  Incluso podía asegurar que su madre no estaba enojada con la madre de Eunwoo, sino que con su padre por haber sido un imbécil. 

Así que la misma noche en la que su padre llamó a todos sus colegas para celebrar la mayoría de edad de su "único" hijo, Joaquín se paró detrás de él mientras pasaba una filosa daga por su cuello, dejando que los presentes vieran cómo la sangre caía en su plato y se confundía con el vino de las copas. 

Recuerda a la perfección sus palabras. 

— Desde ahora en adelante, sólo me obedecerán a mi. —sacó la escopeta recortada que tenía detrás— Cha Eunwoo es mi hermano y por consecuente, si deciden tomar represalias contra él, se las verán conmigo. 

Acto seguido, apuntó a la horrible y putrefacta de Kim Youngwoon y sin siquiera parpadear jaló del gatillo, dejando los sesos de aquel hombre pegados en la pared. 

— Él pensó que podía bromear con la muerte de mi madre y de Yangmi. —miró a la bola de ancianos que ahora sudaban frío— Quiero que comprendan que yo no soy, ni seré... —tomó los cabellos de la cabeza muerta de su progenitor, levantándolo para que los demás pudiesen apreciarlo— Como esta escoria. —volvió a dejarlo caer— No jodan conmigo, señores, porque puedo jurarles que haré de su estadía en la Tierra un puto infierno. 

Cuanta razón tenía... De los dieciséis que habían quedado vivos esa noche, hoy sólo vivía uno y era menor que el por unos meses.  

Era nada más y nada menos que su mejor amigo, Dylan Kim. 

— Hyung... —esa fue la voz de uno de los pequeños, Junseok. 

— ¿Qué sucede, Jun? —preguntó mientras se estiraba. 

— No te lo dije anoche porque parecías muy cansado, pero quería pedirte un tutor para... Uhm... —le costaba hablar. 

— ¿Para qué, cielo? —se encorvó para poder estar a su altura. 

— Clases de arte. —dijo bajito. 

— ¿De verdad? —lo miró fijamente y el niño asintió— Bien, hyung buscará alguno para ti y tendrás tus clases lo más rápido posible. —le sonrió. 

— ¡Gracias Hyung! —Junseok le dió un fuerte abrazo— De seguro Chanmi noona también se apuntará conmigo. —le avisó. 

— No hay problema con eso. —revolvió su cabello— Tú sabes que para la educación, el dinero sobra. Si quieres tomar alguna otra clase me dices y yo con gusto te inscribo o busco algún particular. —le sonrió. 

Lo vió irse corriendo hacia el baño, ya que una de sus reglas era que todos debían lavarse la cara y los dientes al despertar. Soltó una pequeña carcajada antes de volver a tomar aire. 

— ¡Los dos últimos en levantarse juntarán la mesa y lavarán las tazas de todos! —gritó.  Claro que podría dejarles aquel trabajo a los empleados pero no... Prefería enseñar y preparar a todos esos niños como personas eficaces que podrían defenderse el día de mañana. Quería que fuesen lo más independientes posible. 

Una vez todos estuvieron en las mesas... Porque sí, eran demasiados, Joaquín les avisó que estaría fuera todo el día y que lo contactaran si había alguna emergencia. Incluso les dejó avisado dónde es que guardaba las armas y las municiones. 

— Entonces, ¿qué es lo que te sucede? —preguntó Dylan desde la piscina.

— Creo que pasé a meter la pata cuando me cargué al imbécil de Kim Sangwoo. —bufó mientras destapaba una cerveza— Pero te juro que no podía seguir viéndolo vivo así como si nada... 

— Era cuestión de tiempo para que se deshicieran de él y lo sabes, Joaquín. —se acomodó sus gafas de sol. 

— Claro que eso también lo sé, puto idiota. —bufó— Pero sólo recuerda la ley de causa y efecto... Yo maté a Sangwoo, y aunque muchos no lo quisieran, tenía la espalda bien cubierta. —soltó un suspiro mientras se empinaba la botella— El otro putero de Joonyoung debe estar buscando mi trasero.  

— ¿Y qué? ¿Acaso le temes? 

— No, Dylan. —dijo serio— Pero aún así, no es lo mismo ser yo contra diez. —se jaló el cabello— Por separado son débiles, pero juntos... Es como la puta historia de las ramas. 

— Tú me tienes a mi, no estás sólo. —respondió— Voy a mandar a mis hombres de encubierto y haré las investigaciones que estén en mi poder. —relamió sus labios— En cuanto a tus cargamentos, yo los recogeré y estarán en mi bóveda. Tú sabes mi contraseña. 

— Dylan, eso es demasiado. —negó— No voy a dejar que pongas todo en riesgo por mi. —lo señaló— Los tuyos también saldrían afectados y aún más si se enteran. 

— Tú salvaste mi vida hace un tiempo atrás... Esto es lo menos que puedo hacer por ti. Además, no solo está tu vida en juego, sino también la de los niños... Eso y... 

— ¿Y qué? —lo miró levantando una ceja.  — Que me estoy cogiendo a uno de tus guardias. —sonrió. 

— ¡Dylan Kim! —le arrojó un trozo de sandia en la cabeza— Eres un cerdo. 

— Lo sé, y lo siento. Pero creo que... Podría ser lo que estuve buscando hace mucho. —sonrió. 

— ¿Y qué buscabas tú? —preguntó, arrojándose a la piscina. 

— De hecho, no sé. Pero él simplemente supera mis expectativas, que ni yo sabía que tenía. —se encogió de hombros. 

— Me alegro por ti, entonces. —le sonrió. 

— Y créeme, voy a ayudarte. —le arrojó un poco de agua— Tú y yo saldremos ilesos, reiremos y tomaremos cerveza en sus putas tumbas. 

— Hecho. —asintió. 

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Se me olvidó publicar ayer 😅

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