Final

192 36 5
                                    

Otros seis meses transcurrieron con mucha más calma de lo que se esperaban.

Emilio estaba completamente bien y era obvio por la forma en la que embestía al pequeño pelirosado debajo suyo.

— Recuédalo siempre, eres mío. —susurró a su oído mientras seguía moviéndose.

— L-Lo soy... —asintió, completamente perdido— Soy tuyo. —sonrió leve.

Unas embestidas más bastaron para llevarlos al límite por tercera vez en esa noche, para luego quedar desplomados en el colchón mientras respiraban agitadamente.

— ¿De verdad no te duele nada? —preguntó el rubio.

— No. —abrazó su magullada cintura— Eso debería preguntarte yo a ti.

— Estoy bien, creo. No va a dolerme ahora. —sonrió.

— Deja de poner esa cara... —lo regañó.

— ¿Cuál? ¿ésta? —puso cara de perrito mojado.

— Puta madre, deja de enamorarme o no respondo. —le cubrió el rostro con la sábana para luego oír su risa.

— Perro ridículo, tanto ibas a amarme. —continuó carcajeándose mientras se destapaba.

— Pues sí. —lo abrazó— Realmente lo hago. Tanto que quiero pedirte que nos casemos ahora mismo... O cuando te den el alta de terapia. — bromeó.

— Imbécil. —golpeó su hombro.

— Pero tengo esa duda... Si yo te lo pidiera, ¿aceptarías? ¿o me tendrías esperando mucho más tiempo? —preguntó serio.

— Eso depende. —se encogió de hombros— Si me gusta el anillo, podría aceptar de inmediato. O podría golpearte... Mmh, no lo sé. ¿Por qué me lo pedirías?

— ¿No es obvio? Porque te amo. —se encogió de hombros.

— Lo sé, pero... Ah, realmente amo tu capacidad para soportarme. Y si estuviésemos casados, ¿qué haré si te aburres de mi? —se puso pensativo— Si no estamos casados y te aburres, puedes irte. Pero si estamos casados y te aburres, el divorcio sería tedioso.

— Hablas como si tú no pudieses aburrirte. —rió.

— Es que no podría, es imposible. —se recostó sobre su hombro.

— Pues yo tampoco podría aburrirme de ti. —sonrió— ¿Quieres hacerme el grandísimo honor de ser mi esposo? Prometo ser el perrito más fiel y limpio que exista.

Cuando Joaquín se volteó a verlo, apreció como él sostenía una linda cajita de terciopelo negro. Con la tenue luz de la luna entrando por la ventana, el pequeño diamante en el simple y precioso anillo brillaba tanto como sus ojos. Y es que, cualquier cosa que Emilio le obsequiase siempre era una caricia al alma.

— Puta mierda, realmente me tomaste de sorpresa. —sonrió— Acepto. —respondió mientras se acercaba a darle un besito.

— ¿Tendría que haber sido más romántico? —se preguntó en voz alta.

— Mmmh nope, you're okay like that. —acarició su cabello con la mano en la que el anillo descansaba— I mean, you're already so sweet...

— Yes but you know who's sweeter? —lo miró— This. —apretó su trasero.

— Ya tardabas, perro en celo. —bufó, aunque con una sonrisa.

-

Fue así como ahora estaban en una finca donde habían decidido organizar su boda, mientras que ambos se hallaban en distintos lugares ya que debían cambiarse y toda esa mierda que a Emilio en realidad no le gustaba tanto.

THE GODFATHER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora