Capituló 16

174 29 7
                                    

Algo se sintió raro esa semana.

Había algo en el ambiente que simplemente no convencía a Emilio y mucho menos a Joaquín, quien estaba algo estresado debido a la situación.

Eunwoo se había ido de viaje con el tal Bin, mientras que Ethan estaba siendo empotrado contra cualquier superficie en casa de Dylan.

— Maneja con cuidado, tenemos por lo menos medio México en la mini van esta. —dijo el pelirosado.

— ¿Cuánta droga traemos? —preguntó.

— Muchísima. Tanto que si me bajo una bolsa completa ni se notaría.

— That's good, with all this shit you could give me a raise. —le guiñó un ojo. (Eso está bien, con toda esta mierda podrías darme un aumento)

— A raise? Suck my ass. Jerk. —rodó los ojos. (¿Un aumento? Chúpame el culo. Jerk.)

— Mmmh... Don't tempt me like that. —(Mmmh... No me tientes así) sonrió— I'm about to stop the goddamn car and make you mine in the backseat. (Estoy a punto de detener el maldito coche y hacerte mío en el asiento trasero)

— Nope. Not today, Osorio. I'm not in the mood to have your dick inside. — (No. Hoy no, Osorio. No estoy de humor para tener tu polla dentro) bufó.

— First, you're never in the mood. Second, why? I didn't do nothing wrong this time. —se encogió de hombros. (Primero, nunca estás de humor. En segundo lugar, ¿por qué? Esta vez no hice nada malo)

— I know, never said it was your fault. —suspiró— You were a good puppy, sorry. —sonrió— I just feel weird and worried at the same time, it's horrible.

— Can I do something about it? —frenó en el semáforo.

— No. —negó— Having you here already calms me a little bit. Thanks. — se recostó en el asiento.

Emilio sonrió ante aquella declaración; se sentía bien saber que Joaquin se sentía mejor a su lado. Era de lejos lo más lindo que le había dicho en todos esos meses y había agitado su corazón como si se hubiese empinado una bolsa completita de la cocaína que llevaban en el carro.

— Deja de sonreír. Me estás poniendo nervioso. —miró hacia la ventana.

— Es que me siento feliz... Me gusta saber que te hago sentir mejor. Sé que no me crees cuando digo que me gustas de verdad, pero haré que me creas. Haré que te enamores de mi, y luego adoptaremos un gran danés. —dijo con un tono de voz decidido.

Claro que estaba decidido.

— ¿Estás enamorado de mi? —preguntó con una ceja levantada.

— Si paso unas horas más contigo probablemente lo esté. —se encogió de hombros— De cualquier modo, no me molesta.

Joaquín negó con una sonrisa mientras volvía su vista a la ventana.

-

— Ya que nos deshicimos de los últimos eslabones, sólo nos queda Jaebeom. —dijo un sonriente Mailo, metiendo ambos cadáveres a un tanque lleno de ácido.
Se habían deshecho de Vito Corleone y de Jo Sanju, quienes eran amigos y estaban tomando un masaje en el spa de la ciudad. Fue pan comido.

— Nunca te lo he dicho pero luces demasiado caliente cuando estás deshaciéndote de estos bastardos. —admitió el pelirosado, viéndolo con pequeño brillo en los ojos.

— Estás siendo muy lindo conmigo hoy, ¿seguro que estás bien? — preguntó mientras se metía al baño para poder darse una ducha.

— No estoy bien. Jamás lo he estado. —rió— Pero debo estar poniéndome peor, creo.—negó.

— No importa, podría acostumbrarme. —sonrió con el agua cayendo sobre su rostro.
Pensó en lo lindo que sería amanecer abrazadito a su jefe todos los días, sin miedo a que lo corriera o pateara fuera de la cama. Luego, poder tomar su mano cada vez que le viniese en gana... Ah, qué bonito sería.

— Iré al supermercado... ¿Vienes conmigo o te quedas aquí? — preguntó.

— Voy. —sonrió— Deja me visto y vamos.
Asintiendo, el más bajo aguardó a que su tatuado se colocara la ropa y secase un poco su cabello con la toalla para luego salir ambos de aquel sótano.

— Dosim y Jun vendrán con nosotros. —sonrió.

— Está bien. —asintió.

— Creo que se gustan. —dijo pensativo.

— ¿Que se qué? —preguntó Jungkook alterado— ¡Dosim es una niña!

— Y Jun un niño, ¿cuál es el problema? —hizo una mueca— Son niños, su prueba de amor es compartir el almuerzo, Jungkook.

— ¿Y eso a mi qué-

— Cierra la boca pedazo de animal. —le dió un golpecito detrás de la oreja cuando los niños se subieron al auto.

Todo el camino hacia el supermercado fue ver a Emilio con cara larga mientras Dosim y Jun reían en el asiento trasero y

Joaquín tarareaba las canciones de la radio.

Fue algo divertido de ver, pues el pelirosado conocía de antemano que Emilio era alguien más celoso. Era una especie de lo mío es mío y lo tuyo es mío.

Selfish puppy, pensó con una sonrisa.
Cuando llegaron nuevamente a su hogar, Joaquín se fue a su habitación para descansar un momento. Sin embargo, poco le duró el descanso puesto que un gigante se metió entre sus sábanas, comenzando a besar la sensible piel de su cuello.

— ¿Qué quieres ahora? —bufó.

— ¿No es obvio? —preguntó— Quiero tener el placer de saborearte completito para luego fingir que estoy cansado y así poder dormir a tu lado. —lo abrazó por la cintura

— Porque parece que esa es la única forma de que me dejes quedarme. —sonrió.

— Aún cuando te digo que no, te quedas. —rodó los ojos.

— Pero mientras pides que me vaya, no sueltas mi cuerpo. —soltó una pequeña risita mientras volvía a besarlo.

Joaquín trató de resistirse al menos por un segundo, pero claro, terminó aferrándose a sus hombros para luego sentir que el aire le faltaba y nada era suficiente.

Como varias noches, Emilio se deshizo prenda por prenda de su vestuario y tal como había dicho, lo saboreó completo y con tanta amabilidad que llegó a sentirse cohibido.

Su tacto fue gentil y sus movimientos lentos, sus besos fueron dulces y soltó palabras bonitas que incluso llegaron a quedarse grabadas en su tosca y retorcida memoria. No tenía caso negarlo, había caído por él. Pero no lo iba a decir tan fácil. Eso sería impropio de su parte y heriría su
orgullo.

Mientras que, Emilio por su parte, no mintió cuando dijo que si pasaba más tiempo con él terminaría enamorándose.
Por primera vez en su corta vida, sentía lo que el amor era y aunque no sabía qué podría pasar en el futuro, si estaba seguro de que quería vivir el presente junto a él.
Asustaba porque jamás se había sentido tan seguro y decidido.

Y aunque no fue directo al decir aquel te amo, se lo demostró completamente con sus acciones.

Por la mañana, Joaquín se levantó con una sonrisa y se duchó primero mientras que Osorio seguía roncando. Se decidió a ir por ropa a su cuarto

así cuando se despertase, podría bañarse y cambiarse.

Sin embargo, cuando estuvo allí y oyó su celular vibrar mientras la pantalla se encendía, la curiosidad le llegó y fue a tomarlo para poder llevárselo.

Pero sin querer, vió el mensaje en la pantalla y sus facciones cambiaron en cuestión de segundos.

¿Por qué?

THE GODFATHER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora