Ciel
Ni siquiera estaba ebria. Lo sé porque recuerdo lo fastidiada y aburrida que me mantenía la conversación con las porristas.
Había tomado una copa, una sola.
- ¿Y qué te parece toda esta idea que tenemos para el equipo?- una de ellas habla animada.
Aún no les digo que si y ya me están pidiendo opiniones. Que intensas.
- ¿Bien?
- No solo es un "bien", Ciel, ¡tiene que ser espectacular!
<< Hubiera acompañado a Troy por más botanas>>
- Digo que está bien, porque no tengo idea de como manejar un equipo. Sería mejor que alguna de ustedes se quede al frente.
Tenía que ser sincera en algún momento, ¿cierto?, y tampoco tengo ganas de usar un uniforme ajustado para animar a una bola de "deportistas" mediocres. Eso no es lo mío y las porristas son muy exageradas cuando pierden las estatales, obvio, no necesito cargar con ese absurdo peso.
La más alta, Amanda, aquella que me tiene peor que beber café por la noche, se levantó del incómodo sofá donde estábamos sentadas. Gracias a San Lucifer que respetan mi estatus social e influencias, porque ya tendría una buena bofetada en el rostro de no ser por eso. Tarde mucho tiempo frente al espejo como para que una niña de papi con sueños frustrados de bailarina me lo arruine.
- Te dije que nunca aceptaría, vámonos Sam.
- Amanda...- La otra tomó su mano, obligándola a que se levantara. Samanta a regañadientes logró zafarse un momento y regresó con una sonrisa en el rostro a despedirse- Piensalo bien y nos avisas el lunes. ¡EY! ¡Sigo hablando...!
Apenas y tuve tiempo de afirmar con la cabeza o regresar la despedida, porque Amanda regresó en menos de cinco segundos y la arrastró hasta la barra del otro lado de la cocina. Cuánto detesto a esa chica.
Mire el reloj de mi muñeca, esperando que los quince minutos que me pase hablando con las porristas hubieran sido unas tres horas. Son las 9:45 y la gente sigue llegando con un montón de regalos cada tres segundos, y pensar que después que termine la fiesta voy a tener que aguantar los chillidos de Carly al abrir los regalos. Si me hubiera quedado a la noche de películas que Alex y papá se esmeran por organizar todos los viernes últimos de mes.
- Una noche llena de estrellas y la más hermosa terminó aquí, sentada, aburrida y con la cara más amargada que un examen de matemáticas.
- Las matemáticas no son amargadas. Hay una diferencia entre amargada y aburrida, Troy.
- ¿Y tu crees que eso me importa?- Troy se sienta a mi lado. Huele a whisky barato, colonia y mariguana. Iugh.- Si por mi fuera, ocuparía las matemáticas para otra cosa.
- Claro, señor "sabelotodo". ¿Cuánto has bebido?
- No tengo ni puta idea, - se acerca más a mi y su mano libre decae en el interior de mi muslo- pero si tengo una idea de lo que quiero hacer en este momento...
Blanqueo los ojos y me levanto del incómodo sillón de piel. Si hay algo que detesto más que las gordas prepotentes de supermercado, son los ebrios idiotas.
- Ve y busca a otra de tus putas.
- Vaya, vaya, alguien amaneció de mal humor.
- Adiós, Troy.
Más tarde en darme la vuelta que él en sujetar mi muñeca y pegarme a su pecho.
- Es por tu ridículo amiguito, ¿cierto?
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Cuando vas a besarme...
JugendliteraturElla era la niña que nadie notaba hasta que la conoció el popular... Al diablo con eso. Porque no hablar de la niña bonita. De la niña que es la abejita reina de un gran panal. De la niña rica. Las niñas bonitas también tienen sentimientos y se enam...