Prologo

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Actualidad

Ciel

Mis pies están fríos a pesar de que los cubren las calcetas de monitos y bananas. Debo tener el cabello alborotado como ya es costumbre y unas ojeras de muerte por dormirme tan tarde. ¿Porque tengo que levantarme? Hace frío y afuera llueve

- Aún estas acostada- dice Tara, mi mejor amiga y mientras se echa encima de mi cuerpo para molestarme, suelta una risa burlona.

- Quítate de encima- reclamo.

- Si me quito de encima, ¿te levantas para ir de compras? Porque déjame decirte que vi unas ofertas buenísimas de chamarras cuando venía para acá.

- No prometo nada - me acorrucó en la almohada y vuelvo a cerrar los ojos.

Lo último que desea era ir de compras. Había sido una semana tan larga y solo quería quedarme un día completo en la cama, sin tener que hacer nada... aunque después Alizée viniera a levantarme y obligarme a cenar todos justos en familia, pero bueno, detalles.

- ¡Ash! Si tú no vas entonces yo tampoco. - de puro coraje, Tara dejo caerse más sobre mí- Y yo que hoy si tenía muchas ganas de despilfarrarme el dinero en cosas innecesarias.

Voltee mi cara para darle una mirada de disgusto y ella al ver mi reacción, me enseño su lengua antes de levantar su dedo de en medio.

- Pesada.

- Dramática.

Vuelvo a enterrar la cara en la almohada e intento que se aparte de encima mío girando de un lado a otro. Sin conseguir victoria y haciendo que solo le den cosquillas la que termina por rendirse soy yo. Tanto esfuerzo para nada. Ahogo un grito de frustración en la almohada y ella suelta una carcajada.

- Esto sería más fácil si lo hicieras por las buenas, Ciel.

Estaba a punto de contestarle con alguna palabrota, cuando el sonido de notificaciones de mi celular sonó. Levante la cara de la almohada y voltee a ver a mi amiga con preocupación. Esas notificaciones últimamente me estaban volviendo una loca obsesionada.

- ¿Qué hora es?

Tara miro el reloj de su muñeca y me volteo a ver tan tranquilamente.

- Las diez - sonríe con picardía- que no es tu hora de...

- Quítate, quítate - la interrumpo y la empujo para poder levantarme a tomar el teléfono.

Tome el teléfono y abrí el mensaje que acababa de llegar.

Tarada : No es él :)

Mire a Tara y le lance el primer cojín que encontré a la mano y ella lo esquivo exitosa mientras moría de risa.

-No es gracioso, Tara.

Casi regreso a la cama por pura desmotivación. Ella seguía riendo y paso un rato para que pudiera calmarse lo suficiente para poder hablar.

- Debiste haber visto tu cara. Parecía que habías visto un fantasma.

La ignore y me fui directo a mi armario. Tome unos jeans de mezclilla y el suéter rosado que tanto me gustaba, una blusa de tirantes de encaje color blanco y por último los botines negros del día anterior. Mientras siguiera felizmente en mi cuarto, no me pondría la chamarra.

- No estas molesta conmigo, ¿verdad?

- No - contesto cortante.

El suéter del pijama pasó por mi cara y arrugue la nariz para reflejarle mi molestia. Estaba, mejor deprimida en mi cama, aquí afuera de las cobijas hace frio.

- Vamos, de que otra manera te ibas a levantar.

- No lo sé. Quizá pudiste tirarme de la cama o quitarme la almohada yo que voy a saber, hasta amenazarme con llamar a mamá hubiera sido preferible.

- Fue una broma estúpida. No te pongas así, por favor- ella hizo un puchero y junto sus manos para suplicar.

Como extrañaba cuando mi corazón de pollito era un poco más insensible.

Suspire y camine hasta ella para sentarme en la cama. Tara paso su brazo por mis hombros y me obligo a verla. Ella sabía que el tema sobre los mensajes estaba complicado. Llevaba días sin escribirme y desde que le envié la carta no había recibido ni un mensaje al respecto o que me contestara si quiera la pregunta que había escrito. No estaba molesta con Tara por el mensaje, mi molestia era más bien, conmigo, tal vez arruinar nuestra amistad por una jodida carta no fue buena opción. Cuando el teléfono sonó, tuve esa pequeña esperanza de que él hubiera olvidado lo que escribí y siguiéramos siendo amigos. 

- ¿Y si no vuelve a ser lo mismo?

Ella no supo que responder y desde la esquina de la cama frunció el ceño, mirando a las persianas cerradas que tapaban la ventana de la habitación frente a la mía.

Me deje caer de espaldas al colchón y me lleve una mano a la frente y otra al estómago, tape mis ojos y respondí al silencio dudoso que Tara había implantado.

- No debí darle esa carta.

- Quizá y era lo mejor...

Deje de escucharla y suspire tratando de encontrar paz.

No. No es lo mejor.

Oh no... Claro que no era lo mejor para mí.

Había renunciado a casi todo y recuperado lo que perdí y aunque a veces me arrepentía de ello...

Creo que me estoy adelantando un mucho. Al menos debería de considerar contarte toda la historia para que entiendas por que la crisis existencial.

Y antes que otra cosa, disculpen si los hago enojar. Uno comente cada estupidez en la vida... Sorry. 

Cuando vas a besarme...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora