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Mi casa estaba a unos 8 minutos de distancia de la casa Gilbert. Al llegar, miles de recuerdos llegaron.

La primera vez que monté una bicicleta, o mi primera caída. Lo feliz que era.

Bajé del auto cerrando la puerta detrás de mí, para después bajar la maleta de la cajuela de éste.

Cerré el auto y saqué las llaves de mi bolso.

Caminé lentamente hacia la entrada con mi maleta en mano. Subí las escaleras del porche, y al ultimo escalón, éste rechinó. En ese instante miles de pensamientos pasaron por mi cabeza, lo vieja que era aquella casa, todos los años que había vivido en ella.

Las plantas estaban marchitas, totalmente muertas. El piso estaba ligeramente cubierto por hojas secas.

Después de un rato por fin me atreví a abrir la puerta. Metí la llave en el cerrojo, la giré y abrí lentamente, la puerta hizo un ligero rechinido lo cual me dio escalofríos. Di unos cuantos pasos para entrar completamente, el frío de la soledad me atacó inmediatamente.

Traté de encender la luz y, como sospechaba, fue en vano. Tal vez habían cortado la luz después de unos meses de ausencia.

Tomé mi celular y encendí la lampara de éste, miré a mi alrededor.

A mi izquierda una pequeña sala con dos grandes sillones y una mesita central llena de viejos libros. Más adelante las escaleras, las cuales llevaban a un baño, mi vieja habitación, la habitación de Zack y finalmente la de mis padres. Aún mas adelante otra sala un tanto más grande con dos enormes sillones, una chimenea, una mesa de centro y una televisión bastante vieja.

A mi derecha la cocina con una barra a la mitad de esta, y cajones por todos lados. Adelante de ésta, una gran mesa en la cual desayunaba todas las mañanas, hacía mis tareas y, de vez en cuando, hacía algunos dibujos para mi madre.

La oscuridad comenzaba a incomodarme, pero me fue fácil adaptarme unos minutos después.

Dejé mi maleta en la segunda sala, tomé una pequeña manta de ésta y decidí pasar la noche en el gran y polvoriento sofá. Ya arreglaría las cosas cuando saliera el sol, para lo cual no faltaba mucho.

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El molesto sonido del timbre de mi celular me hizo despertar.

-¿Hola? -Dije sin siquiera ver quien llamaba, y con una gran voz ronca.

-Tenemos que hablar -Dijo del otro lado de la línea y, al igual que yo, con voz ronca.

-¿Podrías llamar mas tarde? -Pregunté algo cortante.

-Son las tres de la tarde, _______.

-¡¿Las qué?! -Dije exaltada. ¿Tanto había dormido? -Dios, es tarde.

-Pasaré por tu casa en un rato -Y colgó.

Tiré el celular a mi lado y di un gran suspiro. Tenía que hacer tantas cosas en esta gran y vieja casa que incluso pensé en ir a dormir a un hotel, por lo menos hasta que el aire por aquí se alivianara.

Me puse de pie, tomé la manta, mi celular y mi maleta, para después subir las grandes escaleras.

Habían unos cuantos cuadros en la pared.

La foto de mi cumpleaños número seis; Elena, Matt, Bonnie, Jeremy, Caroline y Tyler estaban a mi lado tan sonrientes que envidié el momento. 

Otra en donde aparecían mis padres; mi madre con un gran y largo vestido blanco, y mi padre con un reluciente traje negro, su gran boda. 

En la última estaba Zack, con ocho años, vestido de Spiderman.

Sonreí frente a los recuerdos, unos grandes y felices recuerdos.

Mi habitación estaba frente a las escaleras por lo cual solo di unos cuantos pasos para entrar a ella, sin antes abrir la puerta de ésta.

Mi cama en el centro a la derecha, un gran armario por la izquierda y un balcón, cubierto por unas largas y blancas cortinas, al frente. Todo estaba impecable.

Me encaminé hacia la cama y subí mi maleta, saqué un cambio de ropa para después encaminarme a la ducha. El agua seguía corriendo por la casa ya que mi padre sabia de tuberías y se las arregló para darnos unos cuantos privilegios, estos incluían agua gratis. Mi madre, aunque sabía que era un robo y que podían arrestarlo en cualquier momento, nunca lo impidió. A veces me ponía a pensar en la opción de que mi madre también tenía miedo de mi padre.

Puse música en mi celular el cual conecté a una pequeña bocina de baterías que cargaba en mi maleta, para después entrar en la ducha.

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Me miré en mi gran espejo, el cual descansaba al lado de mi cama. Llevaba puesto un short de mezclilla, una blusa negra de tirantes y unos vans negros.

Estaba dispuesta a cepillar mi cabello cuando escuché que alguien tocaba la puerta.

Bajé rápidamente las escaleras con mi cepillo en la mano, para después abrir. En el momento en el que la puerta estuvo completamente abierta éste entro.

-Si, pasa -Dije sarcásticamente, para después cerrar detrás de mi la pesada puerta de madera.

-¿Eres una bruja? -Preguntó sin más. ¿Qué se traía este loco?

-¿Bruja? ¿Estás drogado?

-Stefan me contó lo de anoche. La taza de cafe, la roca, el tronco, el auto, la tormenta -Dijo rápidamente.

-¿De qué diablos hablas? ¿Qué roca? -Mi tono subía poco a poco.

-¿Sabes lo que es Stefan? -Matt comenzaba a subir su tono al igual que yo, y comenzaba a desesperarme.

-¿Stefan?

Matt dio unos cuantos pasos hacia mi y entendí todo, estaba ebrio. El olor a alcohol me invadió por completo.

-¿Desde cuándo sabes que Stefan es un vampiro?

-¡¿Un qué?!

Todo El Mundo Tiene Derecho A Ser Feliz (Damon Salvatore)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora