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Después de aquella rara escena en el patio trasero, decidí entrar.

Fui directo a la nevera y tomé un pequeño bote de helado y una cuchara, después me dirigí a la sala.

Me senté en el sillón más grande, el cual estaba frente a la gran y vieja televisión, y puse una de mis películas favoritas.

Al terminar aquel pequeño bote de helado lo tiré a la basura y apagué el televisor, para después subir a mi habitación.

Al llegar un extraño detalle me hizo sobresaltar, la puerta de mi habitación estaba cerrada y, sin saber por qué, una extraña sensación me invadió, no pude saber que era.

-¿Qué...? -Susurré. Podría jurar que aquella puerta la había dejado abriera, siempre lo hacia.

Puse mis sentidos al máximo, tratando de escuchar algo, o alguien. Sin resultado alguno decidí, por fin, abrir aquella puerta.

Caminé lentamente hacia ésta, para después tomar la perilla y girarla rápidamente.

Abrí bastante rápido y, aún así, no vi nada.

-¿Hola? -Pregunté en busca de alguna respuesta, no se me ocurría otra cosa mejor.

Camine hacia aquel pequeño balcón, estaba cerrado y las cortinas lo cubrían.

Decidí rendirme, el aire de mis pulmones salió rápidamente en forma de suspiro, para después girarme.

Lo primero que vi al girarme fue una gran figura delante mío, para después soltar un grito, hasta que mis pulmones no dieron para más.

-¡¿Qué haces aquí?! ¡¿cómo entraste?! -Dije al recuperar el oxigeno dentro de mi.

-Necesito que te tranquilices -Y me miró directo a los ojos, estos se dilataron levemente, ¿que había sido eso?

-¡¿Qué tratas de hacerme?! -Grité de nuevo.

Su semblante cambió por completo, de seguro y misterioso, a nervioso y sorprendido.

-¿Que...? -Susurró para sí mismo, y aún así me fue posible escucharlo.

Al instante retrocedí unos cuantos pasos, esto comenzaba a darme un gran escalofrío.

Él se aproximó rápidamente a mi.

-¿Qué eres? -Preguntó, esta vez mirándome de arriba hacia abajo. De repente, una vibra bastante familiar recorrió todo mi cuerpo, ya la había sentido antes, pero ¿dónde? -¿Qué eres? -Repitió, esta vez más impaciente, al instante mi mente se aclaró.

-También eres uno de ellos... -Susurré, al ver su expresión llena de duda, seguí -Un vampiro.

Éste retrocedió al momento.

-¿Qué?

-Está bien -Y me acerqué -No te tengo miedo.

Y así era, por alguna extraña razón lo único que pasaba por mi mente al pensar en ellos era curiosidad, cientos de preguntas.

-¿Cómo sabes de mi? -Y su expresión cambió completamente a una llena de furia.

De repente comenzó a acercarse de nuevo a mi y, en reacción, di unos cuantos pasos hacia atrás, hasta chocar con la pared, estaba acorralada.

"Detente, no me hagas daño" pensé, llena de miedo. Damon estaba a por lo menos medio metro de mi, cuando de repente se detuvo en seco.

Éste se miró a si mismo, desconcertado, para después mirarme.

-¿Qué hiciste? -Preguntó aún más enojado.

-¿"Hacer"? -Dije con voz temblorosa.

-No puedo moverme -Su voz cada vez subía más de tono.

-No hice nada -Respondí, y el miedo en mi comenzaba a desaparecer, ¿esto lo había hecho yo? No, no era posible.

-Eres una bruja -Aseguró después de unos segundos mirándome.

-No, yo...

-¡Déjame ir! -Gritó. Me sobresalté al instante. ¿Cómo podría ser posible el hacer eso? 

Decidí probar otra cosa.

-Cálmate... -Susurré y, como por arte de magia, su expresión enojada desapareció. Su rostro se relajó por completo y dio un gran suspiro -Funcionó -Dije en voz baja al instante 

-Eres una bruja -aseguró de nuevo, esta vez más calmado.

Al verlo algo relajado, aunque aún confundido, decidí dejarlo ir.

-Puedes moverte -Y éste se miró a sí mismo mover una mano, para después mirarme y salir rápidamente de mi habitación. No me importó.

¿Cómo podía hacer eso? ¿de verdad era una bruja? No, no podía ser una bruja, ellas usan hechizos, velas y todo eso. Entonces, ¿qué era?

Después de un rato de llenarme la cabeza con preguntas como esa, decidí ir a dormir.

Di unas cuantas vueltas en la cama, no podía dormir. A los pocos minutos decidí salir al patio a tomar un poco de aire fresco, pensar con más claridad.

Tomé un suéter delgado y salí.

Decidí sentarme en una pequeña banca a un lado de aquel gran árbol.

-Cuanta oscuridad -Susurré para mi misma, y de repente una pequeña luciérnaga apareció frente a mi.

Extendí la mano hacia ésta y al instante se posó sobre mi dedo. Sonreí a mis adentros.

Al momento cientos de luciérnagas aparecieron, iluminando totalmente mi alrededor. No podía creerlo.

Me sentía ciertamente segura de no ser una bruja, pero ¿qué era?

Pude controlar a Damon, sentirlo, evitar el sonido de la raza rota, las luces del árbol, casi muero dos veces, Matt habló también sobre una roca y, aquella noche, cayó una tormenta, después esto. Todo esto comenzaba a salirse de control.

Tal vez estaba segura de que era algo más pero, ¿qué era? y ¿por qué mostrarse hasta ahora?

En menos de un segundo mi cabeza volvió a estar llena de preguntas, las cuales necesitaban respuesta. Los únicos seres sobrenaturales que conocía eran Stefan y Damon, dudé demasiado el que recibiera su ayuda.

Entonces, ¿quién?

Todo El Mundo Tiene Derecho A Ser Feliz (Damon Salvatore)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora