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Tomé a Matt por un brazo y lo llevé a la segunda sala, en serio estaba ebrio.

-Respóndeme -Dijo un tanto más calmado -¿Sabes quiénes son vampiros? ¿o sólo sabes de Stefan?

-Mira Matt, estás ebrio -Y al llegar lo empujé al sillón, el tropezó y cayó a éste -Ahora, cálmate.

-¿No me crees? Estoy ebrio, pero digo la verdad -Y recargó su cabeza en un cojín, después me senté a su lado -Escucha, no puedes dejarlos pasar o...

-Shh... -le interrumpí, y le di unas pequeñas palmadas en el hombro, a los cinco minutos cayó en un profundo sueño.

Estaba dispuesta a ponerme de pie para traerle una manta, ya que estaba bastante nublado y hacía un poco de frío, cuando de repente un sonido vino de su bolsillo trasero.

-Nada personal... -Susurré mientras sacaba su celular.

"Stefan" decía, y contesté.

-Escucha Matt...

-Matt no esta disponible -Interrumpí con voz de contestadora.

-¿________? ¿qué haces con el teléfono de Matt? ¿dónde está? -Preguntó algo impaciente.

-Está dormido, totalmente ebrio.

-¿En dónde está?

-En mi casa, y que lastima que no sabes donde... - al instante alguien tocó la puerta, y corrí a abrirla. Un Stefan algo pálido estaba detrás de la puerta, ¿qué diablos? -Vivo.

Stefan despegó el celular de su oído y colgó, yo lo imité.

-¿Cómo...? ¿me seguiste? -Pregunté claramente molesta.

-Escucha, tienes que dejarme pasar, me llevaré a Matt -Dijo sin apartar su mirada de la mía.

Entonces recordé lo que Matt dijo antes de quedarse dormido. Le sonreí al instante y me aparté de su camino, sin decir nada.

-¿Me dejarás pasar? -Dijo al cabo de unos segundos.

Yo solo me limité a sonreír y extender la mano hacia adentro en señal de "pasa". Él no se movió ni un centímetro.

-¿Y bien? -Y me crucé de brazos, no era posible.

-_______, ¿puedo pasar? -Dijo más impaciente y algo enfadado.

-Así que Matt decía la verdad... -Dije en voz baja, Stefan me miró extrañado al instante - ¿Eres un vampiro?

-¿Qué? ¿de qué hablas? -Y su tono se tornó un tanto más nervioso.

-Eres un vampiro -Confirmé con una gran sonrisa.

Me sorprendió el hecho de que no tuviera miedo, ni siquiera me sentía nerviosa. Digo, si lo pensamos bien, Stefan me había salvado la vida dos veces, de haberme querido muerta me habría matado ya. 

-¿Qué? ¿estás loca? ¿cómo...

-Tu rapidez al salvarme fue... sobrenatural, diría yo -Dije sarcásticamente - ¿Es uno de los privilegios? ¿qué pasa con el sol? -Y lo mire de arriba hacia abajo, al instante lo noté.

-Escucha ________, no sé de que...

-Es el anillo, ¿cierto? -Tal vez estaba diciendo solamente tonterías, pero no me importó.

Él dio un largo suspiro y después de unos cuantos minutos por fin habló.

-¿No tienes... miedo? -Dijo algo bajo.

-¿Debería?

-No, no -Dijo en menos de un segundo -Es sólo que...

-¿El miedo es común? -Y en ese instante me di cuenta, Stefan era de los buenos.

He visto bastantes películas de ciencia ficción como para saber que a veces hay monstruos buenos y, bueno, creo que este es uno de esos casos.

Estaba tan fascinada y llena de preguntas. 

Stefan era algo no humano, era una leyenda viviente. Siempre soñé con algo así.

De niña leía a montones y mi mente se llenaba de historias cualquiera; mitos, leyendas y realidades, de todo.

Stefan solo se limitó a mirarme con pena, ¿tan duro es ser un vampiro?

-Puedes pasar -Y le dediqué una gran sonrisa, al momento éste me miró completamente sorprendido, y de repente desapareció de mi porche, como por arte de magia.

-¿Stefan? -Y miré afuera, nada.

Al darme por vencida cerré la puerta y me di la vuelta, la puerta trasera, la cual daba a mi enorme patio con un gran árbol en medio, estaba ligeramente abierta. 

Automáticamente comencé a correr hacia la segunda sala donde había dejado a Matt, completamente solitaria.

-Stefan... -Susurré.

Todo El Mundo Tiene Derecho A Ser Feliz (Damon Salvatore)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora