Capítulo 4

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La luz entraba con nitidez a través de las ventanas y bordeaba a la perfección la figura de aquella mujer que, imponente e impasible se encontraba sentada frente a mi. Esto, sumado a la situación hacía casi imposible que mantuviese quieta la pierna que, se me movía inconscientemente en pequeños y repetitivos toques hacia arriba y hacia abajo, claro síntoma de la ansiedad que me suponía encontrarme ante una situación de aquella envergadura por primera vez en toda mi vida.

— Bueno, antes que nada me gustaría darle la bienvenida al centro, he estado revisando su expediente y es ejemplar, sin duda — Una agradable sensación de orgullo me inundó por completo — Sin embargo, quiero que sea consciente de que esto no significa que pueda librarse de las responsabilidad de sus actos —. 

Sus palabras me impactaron como una bala en el pecho y asentí agachando la cabeza.

— De verdad que lo siento, no era mi intención...

—Permítame, por favor—. Me interrumpió— Creo que sería irrespetuoso por nuestra parte someterla a cualquier tipo de sanción, teniendo en cuenta que acaba de incorporarse y que aún debe acostumbrarse a la dinámica del centro.

Sentí como todo mi cuerpo, hasta entonces en tensión, se relajaba de golpe al escucharla pronunciar aquellas palabras, sin duda era un alivio saber que no tendría ningún tipo de repercusión y que mis padres no tendrían por qué enterarse de nada.

— Muchísimas gracias señora directora, no sabe lo que se lo agradezco—. Percibí cierta simpatía en su rostro.

— Me alegro, sin embargo, espero que este incidente le sirva como un tirón de oreja y recuerde que la puntualidad es esencial en nuestras instituciones y que, la próxima vez me veré en la obligación de tomar medidas.

— Por supuesto que lo entiendo, y le prometo que no volverá a repetirse —. Alegué segura de lo que decía.

— Eso espero—. Entre sus labios se formó una sonrisa un tanto forzada que dejaba ver sus amarillentos dientes — Al igual que espero que se sienta cómoda con su clase y que recuerde que mi despacho está siempre abierto por si lo necesita.

No sabía  si realmente estaba siendo sincera o si eran las palabras que, por protocolo, debía decir a todos los alumnos que pasasen por allí. No le quise dar más vueltas y, al verla mirarme, aún manteniendo su peculiar expresión, comprendí que era hora de que me retirase.

— Cuente con ello, gracias por su tiempo.

Me levanté de la silla y la puerta me llamó con fuerza, ya no estaba tan incómoda como antes, sin embargo, algo me quería hacer salir de allí a toda prisa. La tensión casi se podía respirar cuando la directora volvió la vista a los folios de su mesa mientras los organizaba, yo ya casi tocaba el pomo cuando volvió a hablar.

— Ah, y por cierto, si fuera tú, tendría mas cuidado con quién juntarme. Luna es buena chica pero...bueno, ya sabes, está un poco extraviada.

La señora continuó escribiendo y firmando algunos papeles sin dar mas bombo al asunto. No entendí precisamente a lo que se refería por lo que me limité a volver la cabeza al frente y salir del despacho.

Cuando alcé la vista tenía unos intensos ojos verdes clavados en mi, noté como me analizaban de arriba a abajo y luego se entrecerraron acompañados de una risa bastante escandalosa

—¿Primera vez?

Asentí cohibida y sin mostrar el mas mínimo ápice de humor. Aquel tipo de situaciones me resultaban horribles y no era capaz de entender como ella se lo estaba tomando con tanta naturalidad.

— ¿Tan mal ha ido?¿Ya te han expulsado?— Chasqueó la lengua—. Vaya... y yo que me había quedado con las ganas de conocerte.

Por algún motivo sus palabras me hicieron sentir bien, no recordaba que nadie me hubiese dicho algo parecido nunca antes y, aunque perfectamente podría haber sido sarcasmo, esa última frase me había colado hondo, a pesar de eso, decidí hacer como la que no había oído nada.  Nerviosa, me uní a su risa y negué con la cabeza.

— No, que va, ha sido comprensiva y ha entendido que como es el primer día no tiene sentido castigarme — La miré y por un momento me pregunté si ella saldría o no impune.

— Vaya...lo nunca visto, le habrás caído bien. — Se levantó de su asiento y estiró su espalda levantando los brazos. — No se si yo tendré tu misma suerte, pero supongo que si es así nos veremos mañana en clase.

— No nos queda de otra —. Ella asintió mostrando su aprobación hacia mi respuesta y volvió a tenderme la mano para que se la apretase.

Aunque no era muy dada a este tipo de gestos terminé por alzar la mano y tomar la suya a modo de saludo.

— Esta vez al menos no me has dejado colgada. — Sonrió e hizo un ligero giro de muñecas para mantener el agarre — Bueno rubia, me toca ir a hablar con la dragona, reza por mi —. 

Sin entender si lo de "rezar" lo había dicho en serio o no soltó mi mano y se acercó a la puerta dándome la espalda al completo. Por su forma de decirlo entendí que no era más que sarcasmo, pero, no podía evitar pensar que a lo mejor ella lo había pedido de verdad.

— Si quieres lo hago— Dije completamente en serio, lo cual volvió a desencadenar su risa y volvió su vista hacia mi.

— ¡Qué tía! No, no te molestes, ese señor no va a hacer gran cosa por mi— Señaló al techo.

Confusa alcé una ceja y le dediqué una mirada que denotaba mi desacuerdo con su frase, sin embargo decidí dejarlo pasar, supuse que tendría sus motivos para pensar aquello a pesar de que, bajo mi criterio, no era una idea tan descabellada pedirle a Dios que la ayudase en aquella situación. Para mi sorpresa, no pareció entender mi postura.

— Bueno, bromas a parte, y, un poco de gratis, que sepas que el color marrón te realza que flipas los ojos, buena elección de outfit.— Tas decir esto abrió la puerta del despacho y se dio la vuelta. —Nos vemos.

Alzó la mano para despedirse y se perdió tras la puerta dejándome completamente de piedra, nunca pensé que nadie fuese a fijarse en un detalle tan concreto como era ese, y me hizo sentir realmente especial el hecho de que alguien a quien acababa de conocer lo hubiese tenido más en cuenta que mi propia madre o novio. 

Una descarga de adrenalina me inundó y sentí como mi autoestima aumentaba todo lo que había bajado esa mañana, aquella sensación consiguió incluso pintar media sonrisa en mis labios sobrios. De repente me olvidé de todo lo malo que había pasado a lo largo del día, incluso olvidé qué hacía en aquel cutre despacho, por lo que, di media vuelta y salí de dirección rumbo a la salida, no sin antes abrir mi móvil y percatarme de que tenía dos mensajes nuevos de mi novio.

Juliaann: Alicia, espérame en la entrada de tu instituto.

Juliaann: He hablado con tu madre, comeremos todos en tu casa <3

 Alicia: Oki, aquí te espero

De camino a la puerta principal mi mente comenzó a divagar sobre lo ocurrido, realmente me preguntaba si ella estaría teniendo algún problema con la directora, si la castigaría o incluso expulsaría, aquello me hizo sentir mal, tras conocerla algo mas me di cuenta de que no era como la imaginé en un principio, quizás no se lo merecía, al fin y al cabo ella también podría haber tenido sus motivos por los que llegar tarde, es mas, visto así casi se podría haber dicho que ambas éramos un poco víctimas de la desdichada situación.

Salí del edificio sin que mi mente se detuviese en ningún momento, la confianza con la que había entrado en el despacho sin siquiera ser llamada me hacía pensar que, por supuesto, era reincidente lo cual, supondría sin duda repercusión.

Me senté entonces en uno de los bancos de los jardines exteriores y decidí dejar de darle vueltas, sin duda no tenía sentido seguir con lo mismo y la única solución sería preguntárselo personalmente a ella. Mientras esperaba me percaté de la presencia de otra chica al otro lado de los jardines, esta tenia un bonito pelo negro corto a la altura de los hombros. Su estética me recordaba mucho a la de Luna y no pude evitar preguntarme si eran conocidas.

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Como si fuera pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora