— ¡Hola Julián! —. Esas fueron las palabras que salieron de la boca de mi madre al recibirnos. — Pasad, pasad, ya está todo listo.
— Buenas tardes Carmen —. Con su mejor sonrisa el pelirrojo saludó con dos besos de cortesía a mi madre para luego añadir—. Muchas gracias señora.
Mi madre se hizo a un lado para que tanto mi novio como yo entrásemos en casa, no sin antes poner la famosa cara de agrado que le encantaba dedicar a mi chico; tras pasar bajo el umbral de la puerta, un fuerte y delicioso olor a pollo al horno me embriagó, ella no era una gran aficionada de ese tipo de recetas, de hecho, no le gustaba para nada la carne de ave, pero sabía que a mi novio le encantaba y siempre que se pasaba por casa se lo preparaba para que se quedase a comer.
No, por si te lo estás preguntando, nunca me molestó la relación que guardaba con mis padres, es mas, adoraba que nuestras familias fueran tan unidas, verlo charlar y reír con mi padre era una de las cosas mas bonitas que podrían pasarme en el día, pero, también he de reconocer lo frustrante que era sentirme en un segundo plano cada vez que él entraba por aquella puerta. Ese era el momento en el que sabía que todas las conversaciones girarían en torno a sus estudios, su familia o lo bien que se veía con lo que fuera que llevase puesto, estaba bien, me encantaba hablar de él o con él, pero, debo reconocer que en ocasiones me entraban ganas de decir "Hola, estoy aquí y también tengo una vida fuera de estas cuatro paredes que no gira en torno a Julián", esto, por supuesto, nunca salía de mi boca, me limitaba a observar, sonreír y tragarme mis palabras.
— Hola princesita—. Una mano firme revolvió el pelo de mi cabeza, mi padre, que había salido del garaje a mi espalda se acercó también a recibirnos. A la par, mi madre se adentraba en la cocina para terminar de poner la mesa.
— Hola pap...—. Me encogí de hombros como acto reflejo y sonreí, antes de terminar la frase, me cortó.
— ¡Pero bueno! ¿Qué tenemos por aquí? ¡Que buena compañía nos traes Alicia! —. Le faltó tiempo para saltar a los brazos de mi novio y abrazarlo con uno uno de sus típicos saludos que mas que una muestra de cariño pareciera que estuviesen intentando hundirse la espalda a base de golpes.
— Buenas señor Ferreiro —. Devolvió el saludo con considerablemente menos fuerza, lo que me hizo reír, a lo que respondió dedicándome una sonrisa acompañada de una cara de circunstancia.
Realmente me encantaba aquel chico, independientemente de todo, era una persona que casi ya consideraba parte de la familia, y él a mi de la suya. En algún momento hablamos de casarnos, pero aún éramos muy jóvenes para pensar en aquel tipo de cosas, aunque, he de reconocer que quizás, si en ese momento me lo hubiese pedido, habría aceptado; desafortunadamente, para cuando lo intentó, ya era demasiado tarde.
Sin darle mas importancia, Julián se acercó a mi e hizo un gesto con la cabeza para que entrásemos a comer, sin duda estaba hambriento.
Caminamos entonces hacia el salón en compañía de mi padre, mi casa era un tanto peculiar, mis padres se habían empeñado en hacer algo "diferente" y, nada mas comprarla decidieron reorganizar el interior, de modo que, para acceder a cualquier habitación que no fuera el garaje, era necesario pasar por la cocina situada a la derecha de la entrada, esta tenía unos arcos grandes en vez de puertas que, nada mas pasarlos, te permitían ver el comedor al fondo. En aquella ocasión la mesa ya estaba puesta y mi madre sentada nos esperaba para iniciar sus oraciones.
— ¿Cómo te ha ido la escuela Julián? ¿Es tan increíble como dicen?—. Preguntó mi padre rompiendo el silencio tras las oraciones pertinentes.
— Desde luego, aún no he tenido tiempo de empezar a conocer el lugar a fondo pero tengo grandes expectativas.
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Como si fuera pecado
Teen FictionImagina que todo lo que siempre has rechazado se vuelva parte de tu realidad mas absoluta. El amor es una de las mejores razones para dar un drástico cambio en tu vida y, una de las menos buscadas. El amor no se elige, el amor llega y te rompe todos...