⌕ shoganai ; quiere decir que no se puede evitar, anima a la persona a darse cuenta de que algo que ha pasado no es culpa suya, y que debe seguir adelante sin remordimiento.
⌗ sing y eiji
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Salen a contemplar como el sol de la tarde pierde fuerza y se esconde, con las aves manchando el celeste y dando el último coro antes de dormir. La brisa mueve las hojas de los árboles, la voz lejana de las personas es agradable y el olor de la comida casera le brinda calidez a su corazón. Es un paisaje memorable que tiene alrededor, digno de apreciar y guardar en una fotografía mental; el clima es ideal y han logrado ocupar un espacio libre en el gigantesco parque, con solo ellos riendo y platicando.
Sing debería sentirse feliz, no hay nada en el entorno que los interrumpa realmente de crear una burbuja de paz, las peleas entre pandillas han disminuido y garantizan seguridad. Nueva York cobra color en una época rojiza, las hojas crujen al desprenderse de las ramas y el viento mueve sus cabellos; debería estar despejado de dudas y pensamientos negativos, el presente es lo suficientemente tentador y apacible para quedarse ahí, solo disfrutando de la compañía.
Pero no puede.
—¿Todo bien? —El tacto de su mano sobre la propia lo alerta, disipa la oscuridad de su mente en un segundo por la vergüenza de ser encontrado despistado, divagar en sus memorias era peligroso estando fuera de la complicidad de su habitación.
—Sí. —Quiere ser capaz de construir una mejor respuesta, su timbre débil le evita pronunciar más.
—Pregunté si vas a comer más. —Dice a manera de regresarlo a la realidad.
Akira ladea la cabeza, frunciendo el ceño cuando lo nota tan distante y sombrío; es un semblante nuevo, el mayor acostumbra a tener una sonrisa vibrante iluminando su rostro, además de nunca perder la oportunidad de molestarla o soltar alguna broma innecesaria pero agradable. Desde que llegó le ha demostrado que es un buen hombre, que detrás de su aspecto fuerte esconde una actitud despreocupada y libre, le impresionó que se comportara más joven de lo que parece, es reconfortante que tenga una imagen protectora y confiable a la vez.
Pero desde las últimas calles que han visitado lo ha notado más metido en sus propios pensamientos, con los ojos enfocándose en lugares simples por un tiempo considerable y tenso, le hace sentir nerviosa acercarse por miedo a interrumpirlo o enfadarlo. Ella frunce los labios, luciendo más confundida por no tener una respuesta directa e instantánea.
—Cierto. —La sonrisa que le regala está lejos de ser honesta, mas lo ignora porque no quiere incomodar a los mayores.
Le ofrece más postre del que han comprado en una cafetería cercana, es un picnic improvisado el que arman bajo la sombra de los árboles y lejos de las aceras. Decidieron tomarse un descanso después de que sus pies ardieran y cediera al cansancio, es capaz saborear la dulzura desmedida con solo ver la comida; Eiji los ha sorprendido llevando un poco de su comida, hace minutos estaban hablando de cosas banales con risas largas de por medio, la burbuja de paz los cubría y aseguraba con darles una memoria satisfactoria y alegre. Aunque fueran años mayor que ella, se sentía plena compartiendo con adultos que no estuvieran criticando y sacando cada característica suya para ponerla bajo el reflector y juzgarla sin discreción; era la razón por la que se había arriesgado a viajar a Nueva York y cambiar de aires, pero situaciones así de densas le hacen pensar que eligió un mal momento para aterrizar.