filautía

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filautía ; significa amor propio, implica una reconciliación con la propia existencia; supone dejar de lado el sentimiento de ser víctima.

⌗ ash

Realizar una acción tan banal como observarse en el espejo era inconcebible, una frustración desmedida le quitaba calma y lo atrapaba en ese instante; lo efímero se volvía eterno, los segundos eran tan tortuosos como un siglo entero, hundirse en e...

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Realizar una acción tan banal como observarse en el espejo era inconcebible, una frustración desmedida le quitaba calma y lo atrapaba en ese instante; lo efímero se volvía eterno, los segundos eran tan tortuosos como un siglo entero, hundirse en ese período de agonía lo mareaba y dejaba ciego.

Él debería estar ya acostumbrado a esa imagen quebradiza, a esa expresión perdida de su niño interior, a los demonios apareciendo desde su corazón; porque moraban ahí, ocupaban espacio en ese lugar tan sensible y punzante, aprisionan sus sentimientos, lo privan de sentirse humano. Él debería aceptar que no hay rastro que salvar, que el nombre de su alma está escrito en la lista de los pecadores, que va a igualar la angustia de sus opresores bajo ese océano de lava ardiente. Debería aceptar esa soledad infinita, a ese tormento que secaba su cuerpo y lo dejaba sin vida, sin atisbo de empatía.

No debería asustarse de lo que mira, mucho menos conmoverse por las etiquetas que lo perseguirían de por vida; ex prostituto, líder de pandilla y asesino. Pero lo hace, es doloroso volverse consciente cada noche cuando sus pesadillas florecen, con más espinas incrustadas en su pecho que pétalos. Parece un bucle eterno, donde se deja dominar hasta el cansancio, arrebatan cada día la poca esperanza que reúne, lo hunden más en esa lucha interna.

Es una máquina sanguinaria, una persona infame y nefasta; de sus manos escurren vidas, sus pasos dejan un espeso rastro carmín, sus labios dictan sentencias de muerte y sus ojos son filosos y sin indicio de bondad. Se convirtió en un ser sórdido como ellos, sus pulmones se sienten pesados por la culpa que lo abruma a diario; no tiene nada respetable guardado, cada rincón de su cuerpo ha sido manchado. ¿Por qué seguía viviendo, entonces? Si no tenía sueños, sus objetivos tenían poca posibilidad de cumplirse, ¿no era la muerte más tentadora? Eran en esos instantes de flaqueza donde esos pensamientos trabajan, hacen eco hasta dejarlo mareado; regresa a ese pasado donde pensó en esfumarse en cenizas.

Incontables veces escuchó halagos y confrontó aduladores, llegaron a sus oídos palabras dulces y melifluas que le aseguraban un aspecto envidiable y digno de un noble; de porte galante, esbelto y grácil, talentoso y docto, audaz y resplandeciente. Él poseía un perfil atrayente, cautivador a ojos inoportunos, reclamado por mentes perversas, tomado por almas putrefactas. Pero qué insólito era quejarse cuando fue bendecido de tal forma, con cabellos color sol, joyas en su mirar, piel inmaculada que rivalizaba con el marfil; tenía una apariencia sublime, ¿tener problemas de autoestima, cómo era posible?

Si en ojos ajenos era un ser angelical, de inmaculada aura, de inesperado encanto. Lo normal era sentirse complacido, estar en paz consigo mismo; ¿pero cómo hacerlo, si todas las promesas tenían una segunda intención? Era el intento para hacerlo ceder, para callar a esa voz que grita en su interior, para disfrazar su perversión en amor genuino. No eran deseos reales, eran unos lujuriosos que buscaban dejarlo en una carcasa fría y vacía; ¿cómo amarse si había sido usado? Si su piel tenía el rastro de manos fantasmas, labios desagradables y manchas obscenas.

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