⌕ sempiterno ; que durará siempre, que no tendrá fin.
⌗ asheiji
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Es muy entrada la noche cuando lo siente.
Son murmuros leves, apenas audibles los que interrumpen el apacible silencio; quejas, cortas y bajas que inician pareciendo algo normal, sin aparente daño o inconformidad.
La habitación es amplia y aún así, mientras los segundos transcurren con una lentitud tortuosa, se va sintiendo pequeño en la cama innecesariamente grande. Sus ojos no terminan de abrirse por completo y la penumbra no le permite ver como desea, por lo que agudiza el oído en busca de alguna señal que lo ponga alerta. Es algo a lo que sabía se enfrentaría desde un inicio. Hace semanas, cuando el menor lo había llevado inesperadamente a aquel lujoso apartamento, una idea inocente había ocupado su mente; compartir habitación.
Había notado que las habitaciones eran demasiado espaciosas para su gusto, el lugar quedándose en silencio más veces de lo que le gustaría y no podía, estar solo le brindaba un malestar inexplicable y su pecho ardía al recordar experiencias pasadas. No lo admitiría en voz alta, pero su corazón igual sangraba por tal vulnerable situación en la que ahora se encontraba; tantas huidas y amenazas llenas de odio puro le habían arrebatado la genuina inocencia que traía.
Además, que Ash se refugiera en su silencio y en salas apartadas, que saliera durante horas dejándolo con angustia, eran actos que no le ayudaban a controlar su creciente preocupación. Temía, ¿quién no lo haría? Había descubierto el lado más oscuro y temible de aquella ciudad que superficialmente prometía un paraíso de consumismo y gozo.
Es por ello que en un intento de dejar de sentirse solo e inútil -al velar por el bienestar del menor-, le propuso compartir habitación con su consentimiento. Aún lo recuerda confuso, con las cejas algo alzadas por la repentina pregunta; aún así, había recibido una repuesta positiva en breves segundos. Ahora podría estar seguro de que estuviera sano, estaría cerca si lo necesitaba y escucharía sus llamados si era necesario.
No obstante, que tuviera el valor de pedirle estar cerca suyo no significaba que estuviera listo para sus conflictos. En momentos como ese, donde el temible lince se veía cubierto de oscuridad y silencio, su verdadera imagen era finalmente liberada en silencio.
Aquella máscara de líder impecable e innato era reemplazada en un parpadeo por la de un niño vulnerable y carente de humanidad.
Y aquel radical cambio se había vuelto una rutina para nada agradable de presenciar.
Traga despacio, la falta de sueño le cobra factura al no dejarle mover bien su cuerpo. El frío de la noche mantiene sus piernas heladas y no le ayuda en su intento de levantarse; si un comentario sobre ello se le escapa de nuevo está seguro que Ash no perdería la oportunidad de burlarse. El solo pensamiento le roba una sonrisa leve que le ayuda a despertarse.