Harry corría aquel último viernes de abril, con el corazón latiéndole en el pecho y en los oídos, con los pies golpeando uno tras otro sobre el suelo de piedra, queriendo poner la mayor distancia posible con Defensa Contra las Artes Oscuras y con él mismo. No tenía hambre, después de otro combate con Umbridge, y prácticamente podía sentir la sangre que aún goteaba del dorso de su mano, donde se habían grabado cinco palabras.
Harry llegó por fin a la Sala de Menesteres y entró, encerrándose en el mundo exterior, contento de permanecer allí, en su dormitorio improvisado de Grimmauld, ya que la sala lo había identificado como un espacio seguro para él. Harry se subió a la cama y dejó caer el bolso a su lado, llevando las rodillas hacia arriba y hacia el pecho, rodeándolas con los brazos. No podía creer la conversación que acababa de tener con el sapo rosa...
--------Flashback--------
-¿Así que, según tú, Cedric Diggory cayó muerto por su propia voluntad?-, había arremetido, incapaz de controlar su temperamento con el sapo por más tiempo.
-La muerte de Cedric Diggory fue un trágico accidente-, había respondido la trágica excusa de mujer. -Sin embargo, no voy a permitir que sueltes mentiras en mi clase-.
-¿Mentiras? ¡¿Mentiras?!- gritó Harry. -¿De qué estás hablando?-.
-Permítanme que lo aclare-, dijo ella, dando un espectáculo entonces mientras se dirigía a toda la clase. -Se les ha dicho que cierto Mago Oscuro anda suelto. Esto... es... una... mentira-, dijo, rompiendo las palabras una a una, casi como si esa misma acción fuera a dejar claro el punto.
Harry negó inmediatamente con la cabeza. -¡No es una mentira! Yo lo vi. Peleé con él...-
-¡Detención, señor Potter!- gritó Umbridge, hablando por encima de él mientras volvía a dirigirse al frente del aula. -A mi despacho, una vez terminada la clase-, dijo, y dejó escapar un pequeño y patético chillido de risa, haciendo que a Harry le hirviera aún más la sangre.
--------Fin Flashback--------
Harry inclinó la mano justo en ese momento, mirando las palabras, que ya habían sido grabadas en su piel hacía varios meses, pero que ahora volvían a ser más brillantes, debido a la sangre fresca que delineaba las palabras, "No debo decir mentiras". Les había dicho a Sirius y a Remus que se esforzaría por mantener la cabeza baja durante las clases, pero el regreso de Riddle, así como la muerte de Cedric, eran temas igualmente delicados para él. Entonces se echó hacia atrás, golpeando la cabeza contra la almohada de la cabecera de la cama mientras sus ojos se volvían pesados y se cerraban.
Fue el olor de los sándwiches lo que le despertó y, al comprobar su reloj, vio que se acercaban las ocho de la noche. Abriendo los ojos y sentándose, vio que había una bandeja de sándwiches, una jarra de zumo de calabaza con un vaso, un paquete de patatas fritas de tamaño decente y una generosa porción de tarta de melaza esperándole en una enorme bandeja junto a la cama. Sacudiendo la cabeza y sabiendo casi de inmediato que Dobby había estado tramando esto, no obstante, atrajo la mesita hacia él y se zampó la comida. Sabía que probablemente se había utilizado un encantamiento de estasis en la comida para mantenerla fresca y alabó brevemente al elfo por haber pensado en todo.
Una vez que terminó la comida y se aplicó un encantamiento de limpieza en las manos, los platos, la mesa y todo lo demás desaparecieron, probablemente regresando a la cocina para ser lavados. A Harry le vino bien, ya que sacó una redacción de Encantamientos que debía entregar el lunes, y procedió a tachar lo que quedaba por hacer de su borrador final. Mientras trabajaba, sólo consciente del crepitar de la chimenea de enfrente y de los sonidos de arañazos que hacía su pluma contra el pergamino, no se percató en absoluto de la puerta que se abría hacia su derecha, con la cabeza inclinada hacia su trabajo.
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FALLEN ANGEL
FanficHarry Potter entiende por fin por qué su profesor de pociones, Severus Snape, parece odiar el suelo que pisa, después de que Harry se meta sin querer en su pensadero durante una clase de Oclumancia. A pesar de sus intentos de disculparse, el mayor n...