Capítulo 8: Fall Like a Stone

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Habían pasado dos días desde su conversación con Severus, que cambió su vida, y Harry no podía estar más contento con el resultado. Aquella noche se habían dormido abrazados y, por la mañana, Harry se sintió más que triste al comprobar que Severus había regresado a Hogwarts. Miró la nota que el hombre había dejado sobre su almohada y Harry se la llevó al pecho, antes de guardarla en el fondo de su armario.

Remus y Sirius habían regresado a Grimmauld la mañana en que Severus se había ido, y Harry se sintió aliviado de que ninguno de los tres hombres se hubiera cruzado. Cuando bajó a desayunar, se enteró por Sirius de que la misión había ido bien. Remus también se apresuró a informar a todos de que había recibido una lechuza de Tonks, diciendo que debía volver a Grimmauld a la hora del té, y que estaba deseando verlos a todos. Remus abandonó la mesa del desayuno después de haber comido, y se dirigió a responder a la lechuza de Tonks.

-Parecen bastante unidos-, observó Harry, moviendo sus huevos revueltos por el plato, con la otra mano ocupada por una tostada a medio comer.

Sirius esbozó una pequeña sonrisa y puso los ojos en blanco. -Moony está loco por ella, sin duda-.

-¿Y realmente no le importa?- Presionó Harry, sin querer sacar de quicio al hombre, pero también queriendo conocer sus verdaderos sentimientos ante la situación.

-Harry, él es mi mejor amigo, y ella es mi prima favorita. Por supuesto que no me importa. De hecho, creo que los dos son bastante excelentes juntos-, le dijo Sirius.

Harry sonrió ante eso, y volvió a apuñalar sus huevos. -Me alegro de que lo pienses-.

Sirius acercó su taza de té humeante hacia él y le dio un pequeño sorbo entonces. -Remus no fue el único que recibió una lechuza esta mañana, Harry-.

Harry parpadeó, con la sangre repentinamente helada, y esperó que alguien no se hubiera enterado de su relación con Severus y, por tanto, hubiera considerado oportuno informar a Sirius de ello. -¿Sí?-, preguntó, y odió que su voz pareciera un chillido. -¿Qué decía?-

-No tienes problemas, Harry-, le aseguró Sirius, extendiendo la mano y apretando su hombro. -Ni mucho menos, en realidad-. Invocó la carta y se la mostró, y Harry no tardó en reconocer la letra de Molly Weasley. -Te han invitado a pasar una temporada en la Madriguera, eso es todo. Si quieres, claro-.

Harry se quedó boquiabierto y tuvo que arrebatar con los dientes los trozos de huevo a medio masticar para que no se desparramaran y cayeran sobre la mesa. -¿Puedo ir a la Madriguera?-.

Sirius sonrió con indulgencia ante eso. -Por supuesto que puedes, Harry. Ron tiene que volver de la residencia Granger, y Hermione viene con él. Además, Ginny y Draco ya están allí, como sabes. Por no mencionar el hecho de que Fred y George siguen viviendo cerca, y Bill hace visitas regulares con su novia, Fleur. Y, según Molly y Arthur, Charlie bajó hace unos días de Rumanía; se está tomando unas semanas de descanso de la reserva de dragones. Sé que te gusta mucho Charlie- añadió Sirius, y Harry se sonrojó, sabiendo que Ron había sospechado que Harry se había enamorado de Charlie cuando su hermano mayor había traído a los dragones para la primera prueba del Torneo de los Tres Magos.

Harry se apartó entonces de la mesa; no quería hablar de sus preferencias con Sirius, y el enamoramiento de Charlie había sido menor. De hecho, había estado mucho más enamorado de Cedric al final del curso, y en parte por eso se había sentido tan destrozado por la muerte del joven, justo delante de él. -No voy a discutirlo, Sirius-, dijo, empujando su silla y retrocediendo a trompicones.

-Bueno, ¿quieres ir a la Madriguera, entonces?- preguntó Sirius.

Harry suspiró. -Sí, sí. Me gustaría ir a la Madriguera-, dijo torpemente. -Le enviaré a la señora Weasley un agradecimiento y una aceptación a través de Hedwig. Estoy seguro de que a ella le gustaría estirar las alas un poco-.

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