FALLEN ANGEL

Capítulo 13: Fall Where They May

Harry agradeció que Severus hubiera colocado con éxito bloqueadores en su mente, para que nadie pudiera intentar invadir sus pensamientos cuando volviera a Hogwarts el domingo. Estaba seguro de que Dumbledore había intentado leerle la mente en más de una ocasión, y estaba secretamente contento de que su mente fuera impenetrable. Era como si tuviera un trocito de Severus con él en todo momento, y Harry se decidió a sacar lo mejor de una mala situación ya que, a pesar de la obligada separación, estaban las cartas escondidas en el nido de Hedwig, así como la promesa de Severus de que Harry estaba constantemente en su mente.

Hubo cinco días de paz a su regreso, y se alineó con sus compañeros y fue a sus clases, hizo sus tareas y pasó el rato con sus amigos. Escuchó con atención cuando Ron habló del primer partido de quidditch, que tendría lugar a finales del mes siguiente, y que sería contra Hufflepuff. Harry estaba agradecido por no tener que preocuparse por jugar a este deporte, pero seguía teniendo su Rayo de Fuego preparado y, en los días despejados, volaba ávidamente por el campo cuando no había un entrenamiento programado. Le encantaba la sensación de volar, y a menudo se imaginaba que salía volando de los terrenos de Hogwarts, que encontraba milagrosamente a Severus y que volaba con él a algún lugar donde nadie pudiera encontrarlos jamás.

Ron y Hermione, que habían dicho que echaban de menos a Harry el fin de semana anterior, le pidieron que les acompañara a Hogsmeade el segundo fin de semana. Como Draco y Ginny eran inseparables y se besuqueaban en cada momento libre que tenían, lo más probable es que estuvieran en Madam Puddifoot's o en algún otro lugar romántico, así que Harry estuvo encantado de ir con Ron y Hermione. El sábado amaneció claro y brillante, aunque había un frío en el aire que ni siquiera el sol de finales de otoño podía quitar. Abrigados, el trío bajó la pendiente de los terrenos de Hogwarts y se adentró en la aldea de magos, con Hermione entre ellos, con los brazos despreocupados sobre los hombros de ambos.

-¿Qué deberíamos hacer primero?- preguntó Ron.

-Elige tú, Mione-, dijo Harry rápidamente, no queriendo tomar la primera decisión.

-Tomos y Pergaminos-, dijo Hermione, con sus ojos marrones bailando de placer. -Hay un libro llamado Traducción Avanzada de Runas del que quería comprar una copia durante nuestro viaje al Callejón Diagon, pero lo olvidé-.

-Compraste muchos libros ese día, amor-, añadió Ron.

Hermione asintió, sonriendo a su novio y apretando un beso en su mejilla. -Me gustaría ir a la tienda a ver si consigo un ejemplar-.

-Suena muy bien, Mione-, dijo Harry, y permitió que Hermione los dirigiera en dirección a la tienda, que albergaba un letrero blanco con letras doradas.

Se dirigieron al interior, y Harry detectó inmediatamente una serie de encantos de calentamiento cuando sonó la campana, indicando que habían llegado. Mientras se acercaban al mostrador para preguntar al mago que estaba detrás por el libro que quería Hermione, Harry divisó a Neville y Luna, que estaban juntos en la sección de herbología. Luna tenía su rubia cabeza apoyada en el hombro de Neville, mientras éste tenía abierto un gran tomo -(que Harry vio que se llamaba Misterios Botánicos Subacuáticos)- y le leía en voz alta, mientras Luna lo miraba soñadoramente.

Harry siguió rápidamente a Ron y a Hermione el resto del camino hasta el mostrador; adoraba a Neville y a Luna, de verdad, pero le había dicho al primero durante el cuarto año que no le importaban las plantas. A pesar de tener Gillyweed para la segunda tarea del torneo, y de estar siempre agradecido por su existencia, eso no cambiaba su opinión al respecto. Era una cosa en la que él y Ron siempre estarían de acuerdo la herbología le parecía aburrida. Aunque, con el paso del tiempo, descubrió que las similitudes con pociones eran demasiado interesantes como para dejarlas pasar, por lo que se encontró leyendo sobre la teoría por encima de todas las cosas.