CAPÍTULO 3 UN NUEVO FRACASO

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_ ¡Muévete! - pasó Roger por un lado de mí, con prisa, hacia el baño de la recámara. _ ¡no sé qué pasa contigo que cada vez te ves más lenta! - refunfuñó ya dentro del baño. ¿no vez que se nos hace tarde?

No dije nada, solo lo dejé pasar, como lo hacía, ya desde hacía varios años

De aquel hombre tierno y maravilloso, que una vez me juró amor eterno y que me dijo que yo era la única mujer con la cual deseaba pasar el resto de su vida, ya no quedaba nada.

Hacía años que yo era tan solo su sombra, la sombra que revoloteaba alrededor de él, la sombra que aún lo atendía como a un rey, que se aseguraba de que su guardarropas estuviera impecable y listo para cuándo él necesitara de él, la sombra que se aseguraba de que su desayuno fuera de su gusto y fuera nutritivo, además de que estuviera listo antes de irse al trabajo, la sombra que le organizaba sus reuniones de forma impecable, la sombra que se paraba a su lado en cada uno de sus eventos sociales y fingía que todo iba de maravilla, la sombra que después de tanto tiempo, aún intentaba por todos los medios darle un hijo, a pesar de sus desplantes y humillaciones, la sombra que esa noche, una vez más, estaría parada a su lado, frente a su familia, frente a sus amigos, frente a sus socios de más importancia, frente a sus empleados de mayor rango, incluso frente a la prensa, la sombra que una vez más fingiría que todo estaba bien y que seguían siendo la pareja del año.

<<Si tan solo me dieras un hijo>> - lo escuché decir una vez más en mis pensamientos. Lo repetía tanto que la frase ya estaba grabada en mi mente.

<< no sirves para nada, mis padres esperan un nieto y no eres capaz de complacerlos en algo tan simple>> - me había dicho en otra ocasión.

Mis ojos se cristalizaron, los recuerdos empezaron a revolotear en mi mente.

Ni siquiera me había dado cuenta, en qué momento mi mundo había empezado a cambiar, en qué momento aquel hombre que decía amarme, había dejado de hacerlo y no solo eso, en qué momento había empezado a odiarme.

Quizás fue en nuestro cuarto aniversario, cuando después de la fiesta y regresando a casa él se mostró serio y molesto.

_ No sé porque mis padres se empeñan en tener un nieto. - había dicho quitándose la corbata, molesto. _ tenemos tiempo, ¿porque apresurar las cosas? - había aventado la camisa a un lado de la cama.

_ No te enojes. - me acerqué a él, y por primera vez sentí su rechazo. Sin embargo, su actitud cambio ante mi cercanía y terminamos en la cama, y al día siguiente todo seguía igual, como si nada hubiese pasado.

Parecía que todo estaba bien, pero meses más adelante, empecé a notar su lejanía, sus llegadas tarde, su indiferencia, empezó a evitarme en la cama, igualmente, aquella sonrisa que me dedicaba cada mañana al recibirlo con el desayuno listo, empezó a escasear, sus "gracias amor" se fueron olvidando, por supuesto no siempre era así, porque su carácter empezó a fluctuar, había temporadas en las que parecía que yo era lo más importante para él y en otras en las que parecía que no existía.

Esto se volvió parte de mi vida, y lo soportaba porque lo amaba y porque no había nadie que me diera lo que él me daba y no me refiero a lo económico, lo que me tenía a su lado, era el amor que una vez me había dado y su promesa de que sería para siempre, porque durante todo ese tiempo yo me seguí preparando, tomando cursos, haciendo trabajos desde mi casa, todo sin que él se diera cuenta y en complicidad con Mónica que era quien se encargaba de enviarme los trabajos y contactar con los empleadores, de modo que yo no tenía contacto con ellos, así que no estaba en la calle en cuanto a lo económico, todo lo ahorraba, ni siquiera pensaba en ello, porque con Roger no me faltaba nada, y jamás me cuestionaba en qué gastaba su dinero. Y tampoco es que yo pensara en que, algún día lo necesitaría, él me era suficiente y envejecería junto a él.

Durante todo ese tiempo, su familia me seguía viendo y tratando igual, con cariño y respeto. Quizás no se daban cuenta o no querían ver la realidad, no lo sé, pero no los culpo, yo fui la principal encargada de que nuestras diferencias no se notaran ante los demás, porque él, así lo quería y porque yo deseaba que así fuera, deseaba que nuestra relación fuera como en un principio, como los demás la veían, no como en realidad era.

Fue por eso que me esforcé al máximo, deseaba con toda el alma darle un hijo, de verdad creía que eso lo volvería a mí, porque era lo que él más deseaba en el mundo, quedó muy claro cuando celebramos nuestro sexto aniversario de bodas, y como venía sucediendo en cada celebración, sus padres sacaban el tema del anhelado nieto, no era que nos presionaran, solo hacían mención diciendo que lo deseaban, pero para nosotros era un tema en extremo sensible, y siempre terminábamos mal, cuando ellos ni siquiera se imaginaban lo que su inocente comentario causaba en nosotros, sobre todo en mí, porque él estaba seguro de que era yo la del problema, y lo estaba, porque yo misma creía que así era.

Creo que fue en ese momento, al terminar la celebración de nuestro sexto aniversario cuando todo quedó tan claro para mí, fue cuando verdaderamente empecé a ver mi futuro, cuando entendí lo que yo era para él, cuando empecé a ver la realidad de mi situación, pero aún entonces me resistí, como me resistí cada vez que en mi niñez y en mi juventud, mi nueva familia me decía que ya no encajaba más con ellos y que irremediablemente tenía que volver de dónde me habían sacado, conla diferencia, de que ahora no había a dónde volver, yo ya era una adulta y no había nadie que me recibiera después de mi nuevo fracaso.

AMOR TARDÍO/ No.1 De La Serie: AMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora