CAPÍTULO 4 DESICIÓN

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Cómo solía suceder siempre, salimos del salón en silencio y permanecimos así, el tiempo que duró el trayecto a nuestra casa.

Al llegar, por primera vez, él no me abrió la puerta del auto, lo hizo el chófer, y tampoco me esperó, me sorprendió porque por muy enojado que estuviera, siempre guardaba las apariencias, tanto para su gente importante, como para sus empleados, eso debió darme un indicio de lo que se venía, pero siempre he esperado lo mejor de todo, así que me apresuré a alcanzarlo. Para esa hora ya no había nadie del servicio por ahí, éramos él y yo.

Lo vi en la parte baja de las escaleras a punto de subir. Lo llamé, pero no se detuvo, de prisa me acerqué y puse mi mano sobre su hombro.

Él se volvió furioso hacia mí.

_ ¿Qué es lo que quieres? - levantó la voz. ¿no te parece suficiente humillarme cada vez delante de todos?

_ Es algo que podemos solucionar. - dije tratando de calmarlo.

_ ¡Solucionar! - gritó. ¿de qué forma lo vamos a solucionar?

_ Tenemos poco de casados, aún hay tiempo. - dije conciliadora.

_ ¿Tiempo? - sus ojos me miraron con odio. _ ¿crees que seis años es poco tiempo? ¿crees que mi tiempo no vale? Llevo seis malditos años tirados a la basura ¿y tú me dices que hay tiempo?

Estaba tan cerca de mí y tan ofuscado que pensé que me golpearía.

_ Yo te amo. - dije consternada por sus palabras. _ nos amamos, nos tenemos uno al otro, no es tiempo perdido.

_ ¿Te escuchas lo que estás diciendo? - gritó de nuevo. _ ¡yo quiero un hijo y tú no me lo puedes dar, estás vacía y una mujer vacía no sirve para nada!

Sus palabras me lastimaron como nada lo había hecho jamás, probablemente eso sintió mi madre, por eso sacrificó su vida por darle un hijo a mi padre, porque de lo contrario se sentiría vacía como yo lo estaba ahora y como mi esposo me lo estaba haciendo sentir y restregando en la cara.

_ Yo te puedo dar un hijo. - insistí con la voz quebrada. _ solo tenemos que intentarlo. - dije. Hacía tiempo que él no me buscaba, incluso pensé que me rehuía, cuando yo lo intentaba, porque ya nunca estaba disponible, por una o por otra causa.

_ ¿De verdad quieres intentarlo? - se acercó amenazante, su voz era burlona. _ ¿crees que, si en seis años no has podido, con una noche lo lograras? - me sujeto del brazo con fuerza. Su aliento daba de lleno en mi rostro, olía a alcohol, estaba ebrio, quise atribuir a eso su terrible comportamiento.

_ Entonces no perdamos tiempo. - me jaló obligándome a subir escaleras arriba.

No opuse mucha resistencia, siempre de una discusión, después de celebrar nuestro aniversario, terminábamos de esta forma, y a la mañana siguiente todo estaba bien, pero ahora había algo diferente.

Él no buscaba una reconciliación, simplemente intentaba comprobar, si ahora sí, yo era capaz de concebir, de darle el hijo que tanto anhelaba, lo acababa de decir, lo nuestro no era nada sin ese hijo, para él, yo había sido tiempo perdido, estábamos ya frente a la puerta de nuestra recámara. Me detuve, no quería seguir, no de esa manera, sintiéndome solo como un instrumento en sus manos para conseguir sus fines.

_ No quiero intentarlo. _ dije resistiéndome a entrar. _ no de esta forma.

_ ¿Y de que maldita forma lo quieres? - me gritó sujetando con más fuerza mi brazo, obligándome a entrar. _ ¿quieres que te diga que te amo? Creo que seis años de esa cursilería ya fue suficiente, ahora solo dame lo que tendrías que haberme dado desde hace tanto tiempo.

Me rodeó con sus fuertes brazos intentando besarme, me resistí, pero él era tan grande y tan fuerte que con facilidad me doblegó y por primera vez en mi vida perdí. Perdí mi dignidad, mi orgullo mi identidad, por primer vez alguien podía doblegarme y convertirme en nada, no podía luchar, no podía gritar, no podía llorar, solo gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas, en silencio, mientras ese hombre al que amé con toda mi alma durante seis años me despojaba y me dejaba sin nada de lo que alguna vez me había dado, su amor, su ternura, su cariño, su comprensión, su respeto su protección, su promesa de que estaríamos juntos en las buenas y en las malas, para siempre, esa noche me lo había quitado todo, porque aunque en un principio me resistí, no pude negarle lo que me pedía, porque lo amaba y me envolvió de tal forma que no pude mantenerme firme. Pero él sabía que no quería y no le importó seducirme hasta conseguir su propósito. Él se quedó dormido de inmediato, para él no fue nada, pero para mí lo fue todo, ya no podría verlo de la misma forma, ya no podria confiar en él, no me sentiría segura de nuevo a su lado y si no había confianza, no había nada.

*****
A la mañana siguiente él, se levantó como si nada hubiese sucedido, siguió su rutina, se despidió de mí, después de ignorarme durante el desayuno, mientras para mí se acababa el mundo.

Ese día toda la realidad cayó sobre mí con un peso aplastador, me di cuenta de que él no me amaba, de que, si no le daba un heredero, mi vida con él no tenía sentido, porque él lo había dicho, me consideraba una mujer vacía, una mujer sin sentido, sin cabida en su vida, ahora mismo me había convertido en un lastre para él, en alguien que, en lugar de impulsarlo en su vida personal y profesional, lo tenía anclado. Me resistí a creerlo durante tanto tiempo, pero ahora me lo había dicho, tan directo, como tan devastador. Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, él estaba ebrio, sin embargo, sabía lo que estaba diciendo, no había hecho más que sacar todo lo que traía dentro y tan era así, que esa mañana no se le veía un ápice de remordimiento, ni de arrepentimiento. Lo que había dicho era lo que había querido decir.

Y ahí estaba yo, después de haber llorado toda la mañana y después de haberme resistido a llamar a Mónica y contarle por lo que estaba pasando, esperando a mi esposo, con mi decisión tomada.

AMOR TARDÍO/ No.1 De La Serie: AMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora